Aunque parezca contradictorio, la lluvia suele agravar los síntomas de la alergia en la mayoría de las personas en vez de aliviarlos. Esto ocurre porque antes de eliminar el polen las gotas de lluvia lo fragmentan, liberando más partículas en el aire. Por ello, las últimas lluvias del mes de marzo pueden derivar en una sintomatología más fuerte de las alergias estacionales al polen (polinosis).
Los antihistamínicos de segunda generación constituyen el tratamiento farmacológico más común, disponibles con o sin receta médica según su principio activo y formato (bilastina, cetirizina, desloratadina, ebastina, fexofenadina, levocetirizina, loratadina, mequitazina, mizolastina y rupatadina).
A diferencia de los antihistamínicos de primera generación, estos fármacos son más selectivos y provocan menos somnolencia y efectos adversos. Generalmente, se administran en una única dosis diaria por vía oral en forma de comprimidos y actúan como tratamiento sintomático, aliviando el picor nasal y ocular, el lagrimeo, los estornudos y el goteo nasal, aunque no tratan la causa subyacente de la alergia.
Estos medicamentos pueden utilizarse de manera ocasional o prolongada, dependiendo de la indicación médica. Además, existen otras opciones para aliviar los síntomas nasales, como los corticoides o antihistamínicos en espray nasal (mometasona, fluticasona, budesonida, beclometasona, levocabastina y azelastina); los síntomas oculares, con colirios antihistamínicos (levocabastina, azelastina, olopatadina y epinastina); y para el asma bronquial, mediante inhaladores con broncodilatadores y corticoides, los cuales requieren prescripción médica. En cuanto a los inhaladores, el farmacéutico desempeña un papel clave asesorando sobre su uso adecuado, proporcionando indicaciones precisas para garantizar su eficacia.
“Es importante tomar precauciones en personas mayores de 65 años y niños, así como evitar la ingesta de estos medicamentos junto con comidas muy grasas o zumos de frutas, ya que pueden alterar su absorción. Por ello, es mejor tomarlos con un vaso de agua”, ha indicado la vocal de Dermofarmacia del MICOF, Mª Luisa Bertomeu.
Por otro lado, Bertomeu ha hecho hincapié en que “para considerar posibles interacciones con otros fármacos necesitamos conocer toda la medicación del paciente”. Asimismo, la farmacéutica recuerda que cuando se estén tomando estos medicamentos “hay que evitar sustancias que causen somnolencia (como alcohol, sedantes e hipnóticos)”. Además, “para limpiar y aliviar la congestión nasal es recomendable usar suero fisiológico o espráis de agua de mar”, ha aconsejado Bertomeu.
Para prevenir las reacciones alérgicas causadas por el polen o reducir su intensidad, lo adecuado es minimizar la exposición al alérgeno. Para ello, “es aconsejable evitar actividades al aire libre y excursiones al campo especialmente en los días secos y ventosos, ya que la concentración en aire es más alta”, ha apuntado Mª Luisa Bertomeu.
Asimismo, la vocal de Dermofarmacia también ha incidido en otras medidas como el uso de gafas de sol y mascarilla al salir, emplear purificadores de aire en el hogar y filtros antipolen para mantener un ambiente húmedo, y, en caso de viajar en coche, mantener las ventanillas cerradas, así como consultar los niveles de polen.
El farmacéutico también puede orientar al paciente sobre las diferencias entre los síntomas de la alergia y los del resfriado para evitar confusiones, aunque el diagnóstico definitivo siempre corresponde al médico. En este sentido, es importante recordar que el resfriado suele ir acompañado de fiebre y tos con expectoración, sin provocar conjuntivitis. Además, a diferencia de la alergia, no se agrava con el viento ni mejora con la lluvia, ni está ligado a una estación específica.