Aunque la situación puede cambiar en horas, la opinión de los expertos es que ni las farmacias ni nuestros pacientes, se verán afectados por la alocada política arancelaria del presidente Trump

Autor: Enrique Granda

Tras el anuncio inicial de la Casa Blanca de imponer aranceles a una lista interminable de países y productos, entre los cuales no estaban los productos farmacéuticos, la situación cambió el martes 8 de abril, en que Trump volvió a anunciar su intención de implementar próximamente un “elevado” arancel específico para productos farmacéuticos, con el objetivo de fomentar la relocalización de las plantas de producción de las compañías farmacéuticas en suelo estadounidense.

En el año 2023, la UE exportó productos farmacéuticos a EEUU por valor aproximadamente de 14.344 millones de euros, mientras que las importaciones desde EE.UU. ascendieron a 32.493 millones. Es decir que se trata de un balance negativo, lo que, en principio, no debería aconsejar la imposición de aranceles, pero lo que ocurre aquí es que una buena parte de las compañías farmacéuticas americanas han establecido su domicilio fiscal en Irlanda y producen muchos de sus medicamentos en Europa, por lo que, si Trump acaba estableciendo aranceles, lo hace con la única finalidad de que las compañías americanas, vuelvan a domiciliarse en América y trasladen allí su producción. Un caso muy distinto a la imposición de aranceles a productos de los que carece EE. UU, como el aceite de oliva y en menor medida el vino europeo.

España, por su parte, también tiene una balanza comercial deficitaria. Entre enero y agostos de 2024 las exportaciones farmacéuticas españolas a EE. UU alcanzaron los 750 millones de euros, mientras que las importaciones fueron de 3.828, con el resultado de un déficit de 3.064 millones de euros. La mayor parte de las transacciones comerciales de medicamentos con EE. UU se hacen internamente por sus propias compañías, y este es un factor importante a considerar, porque se harían daño a sí mismos, en caso de imponer aranceles no recíprocos.

Cabe mencionar también que (EUCOPE) Confederación Europea de Empresarios Farmacéuticos, que es la organización comercial europea que da mayor visibilidad a las pequeñas y medianas empresas innovadoras que trabajan en el sector biofarmacéutico y de las tecnologías médicas, ha trasladado  a la Comisión Europea que, si finalmente se aplican aranceles a los productos farmacéuticos, el sector farmacéutico se verá fuertemente impactado, puesto que, a diferencia de otros sectores, las empresas farmacéuticas no podrán trasladar los costes derivados de los aranceles a los consumidores, lo que obligaría a las compañías a asumir directamente estos costes. Como vemos un nuevo perjuicio para las empresas americanas, pero no para los consumidores y el sector de distribución y dispensación. Por el momento todo está paralizado en una negociación prevista durante 90 días y, aunque el resultado final es impredecible, como la propia política de Trump, podemos confiar que en Europa la producción de medicamentos críticos, estratégicos, esenciales y muchos de alta tecnología, no se vean afectados, mientras la Comisión Europea prosigue con su política de autosuficiencia.

En mi modesta opinión ni las farmacias ni nuestros pacientes, sufrirán la errática política comercial de Trump, aunque tengamos problemas puntuales de escasez de medicamentos.

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