“Los niños no son adultos pequeños”. Es una frase muy utilizada por los profesionales sanitarios que los atienden. Para la oftalmóloga pediátrica Esther Santos, de Clínica Baviera Tarragona, “la patología oftalmológica infantil es en muchos sentidos diferente a la que podemos encontrarnos en los pacientes adultos, y merece una atención especializada por oftalmólogos con formación en este campo”. Para empezar, deben conocer las patologías congénitas que afectan a la visión, así como la existencia de “tumores como el retinoblastoma, que solo aparece en niños”.
Dentro de los problemas congénitos, el más frecuente es la obstrucción del conducto nasolacrimal, que es el conducto une el ojo y la nariz y evacúa el exceso de lágrima. Los síntomas fundamentales son la epifora (lagrimeo excesivo) y la secreción mucopurulenta o legañas. Sin embargo, estos síntomas pueden corresponder también a una obstrucción funcional (dacrioestenosis) que se resuelve espontáneamente a lo largo del primer año de vida. “Clínicamente son muy similares y el diagnóstico diferencial entre una y otra nos lo dará la evolución”, señala. En el caso de dacrioestenosis, “los síntomas serán intermitentes, exacerbándose durante las épocas de frío y especialmente si están constipados”. Sin embargo, si los síntomas son constantes y persisten más allá del primer año de vida “debería contemplarse que sea una obstrucción del conducto nasolagrimal y podría plantearse una solución quirúrgica mediante sondaje que debería realizarse entre los 1-2 años de vida para un mejor resultado”.
Hay otras patologías, como el estrabismo, que se define como un mal alineamiento visual, que suelen iniciarse en la infancia. “El estrabismo es una patología que por lo general es posible corregir mediante el uso de gafas o, en algunos casos, corrección quirúrgica”, apunta Santos.
El diagnóstico de este problema debe ser confirmado por un oftalmólogo, “mediante pruebas y test específicos adaptados a la edad del paciente, dado que es habitual que los padres consulten porque les da la impresión de que su hijo gira el ojo, o sacan el móvil y te enseñan fotos donde se aprecia un mal alineamiento de los ojos”. Sin embargo, aclara, “esto no es suficiente para el diagnóstico, dado que puede ser una falsa impresión por la presencia de epicanto (raíz nasal más ancha), que es muy frecuente en los niños”.
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