FUENTE: Correo Farmacéutico
Sandalias y chanclas son dos calzados muy habituales en verano, pero que su uso incorrecto y/o continuado puede provocar lesiones inflamatorias (fascitis plantar, dolor de espalda, tendinitis, esguinces, etc...), y generar ampollas, rozaduras, hongos y durezas. Por ello, "es necesario emplearlas en distancias cortas y combinando con otras zapatillas de material transpirable, sin olvidar que, en especial las chanclas, no están recomendadas para la práctica deportiva o la conducción", según señala Julián Navas, coordinador del Departamento de Ortopedia del COF de Valencia. El propio diseño de las sandalias es el que genera los problemas. "Para evitar que se escapen, tendemos a realizar pasos más cortos que generan un gasto energético mayor y la inflamación de músculos y tendones que están implicados en la deambulación", indica.
También "notamos molestias en el talón y en la espalda debido a que la mayoría de estos calzados no cuentan con tacón, que nos ayuda a aumentar la eficacia del paso al desplazar el centro de gravedad del cuerpo".
Para Miguel Ángel Parra, especialista de la Unidad del Podología de Hospital Quirónsalud Valencia, "no hay un tiempo máximo estipulado para el uso de este tipo de calzado", aunque según Navas, "es recomendable descansar de su uso y utilizarlas para distancias cortas". Para él, "es fundamental el uso de la talla correcta del calzado y utilizar modelos de piel para evitar irritaciones, roces y ampollas". Si ya hay rozaduras "es imprescindible mantener el pie bien hidratado con cremas hidratantes corporales y tener especial cuidado en las zonas de roce. Así, hay en el mercado productos con base de vaselina para evitar la fricción". Y si ya existe herida, "el uso de apósitos de hidrocoloides ayuda a acelerar la curación", añade.
Alfredo Martínez, presidente del Colegio de Podólogos de la Comunidad Valenciana, también recomienda que antes de "destapar" los pies y empezar a utilizar sandalias, se acuda a un podólogo "para detectar a tiempo posibles patologías". Este especialista "eliminará las durezas de la planta y de los talones y empezará el tratamiento de hidratación, que en verano será mayor y es imprescindible, porque los pies no están protegidos como en el invierno por el calzado y los calcetines".
En relación a los riesgos, los especialistas recuerdan que es peligroso utilizar chanclas como calzado habitual porque incrementan el riesgo de accidentes como tropiezos o enganches al subir o bajar escaleras y también han alertado de que no son un tipo de zapatillas que debamos usar para practicar deporte. Según Navas, "es muy tentador salir a correr con ellas, pero la mala sujeción de este calzado nos puede provocar lesiones más graves (esguinces, fracturas o metatarsalgias)". En la misma línea, advierte Parra: "No aportan sujeción ni amortiguación ni dan al pie el soporte necesario para una actividad tan exigente como el ejercicio". Además, "cada deporte requiere un calzado determinado, dependiendo de las características propias de la modalidad".
Navas alerta de los peligros de conducir con chanclas, señalando que "se tiene menor sensibilidad con el pie y además se pueden enganchar". Asimismo, añade Martínez, "las personas con problemas de circulación o diabéticas, deberían evitar su uso porque al tener reducida la sensibilidad en los pies podrían lesionarse y, al no notarlo (por algún tipo de laceración, rozadura, clavarse alguna piedra, etc.), podría generar una dolencia grave, como úlceras o infecciones".