Tiene bien ganada su fama de remedio milagroso. Cura heridas, reduce la grasa del cuero cabelludo, ayuda a que crezca el pelo e incluso se toma en zumo contra el estreñimiento. Sólo hay un pero: el 1% de la población es alérgica a esta planta

FUENTE: Las Provincias

Si usted no ha caído aún en la ‘secta’ del aloe vera, debe saber que es muy posible que cuando acabe de leer este artículo lo haga. Llevamos años escuchando hablar de que esta planta, de la misma familia que ajos o cebollas, es milagrosa. «Yo me la puse en una picadura que se me inflamó y desapareció», «la usé para una quemadura de la plancha», «me la aplico en las heridas y curan antes»... Testimonios hay miles, pero ¿qué tienen de cierto?

Pues mucho, según corrobora María Luisa Bertomeu, vocal del Colegio de Farmacéuticos de Valencia. El aloe vera cuenta con multitud de efectos positivos demostrados científicamente. «Pasa como con casi todo, porque nada es perfecto. Tiene sus pros y sus contras, pero es cierto que posee unas propiedades muy buenas», apunta.

Para empezar, contiene elementos bioactivos, aminoácidos, minerales, polifenoles (que impiden el crecimiento de las bacterias), vitaminas A,B y C, aceites y ácidos grasos (oleico y linoleico), entre otras aportaciones. Ellos son los causantes de que la aplicación de aloe vera, en gel o como principio activo de alguna fórmula (si contiene menos del 10% no se considera efectivo), sea beneficiosa en heridas que se producen en la piel y en quemaduras, ya que acelera la curación y recuperación, pero también a la hora de acabar con las aftas bucales, la candidiasis o el estreptococo mutans, principal causante de las caries. Sus efectos están demostrados también para reducir los eritemas de la piel y aumentar la producción de colágeno, lo que a su vez retrasa la aparición de las arrugas. Utilizado en champús, ayuda a reducir la grasa del cuero cabelludo y favorece (un poco) el crecimiento del pelo. Además, por supuesto, de hidratar los cabellos más secos.

Uno de sus usos menos habituales en España es el de tomarlo como zumo. Los beneficios también son destacables si lo ingerimos, explica Bertomeu, aunque avisa de que en estos casos «hay que tener mucho cuidado con las cantidades». El zumo de aloe es eficaz contra el estreñimiento, pero hay que ser precavido si lo usamos de laxante, pues se pierden electrolitos y podría darse una deshidratación. En ese sentido, la disminución de potasio podría acarrear diarreas y calambres. También es útil para los diabéticos, pues disminuye la glucosa, al margen de aportar las vitaminas y elementos antes mencionados. Prohibido ingerirlo, eso sí, para mujeres embarazadas, porque se ha probado que produce contracciones intrauterinas. Tampoco es apto para menores de doce años.

La farmacéutica recuerda que el aloe puede favorecer que la sangre se vuelva más líquida y potenciar el efecto de los corticoides. Avisa igualmente de que un uno por ciento de la población es alérgica a esta planta, por lo que conviene asegurarse de no serlo antes de utilizarla. «Puede resultar muy irritante si la aplicamos y peligrosa si la bebemos, por lo que se debe probar con un poco de gel sobre la palma de la mano para ver que no nos afecta», señala.

Según la especialista, otro punto importante es comprobar que lo que nos vamos a aplicar no tiene aloína. «Para ello, lo mejor es comprarlo en un lugar donde nos aseguren que el gel o crema ha pasado los controles adecuados y que es lo más puro posible», concluye.

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