FUENTE: Levante Un estudio de la Universidad de Cambridge abre la puerta a establecer en qué momento sería más conveniente vacunarse contra infecciones víricas como la gripe después de demostrar que las células son más vulnerables a una infección en ciertos momentos del día. Las personas que tienen sus ciclos circadianos alterados, como los trabajadores a turnos, serían además más sensibles a estas infecciones. La gripe es uno de los virus con mayor capacidad de infección. Basta tocar una superficie infectada o estar lo suficientemente cerca de la nube de milimétricas gotas de saliva de algún griposo cuando estornuda para ser serio candidato a pasar una semana postrado en la cama. La hora del día en la que entramos en contacto con el virus podría ser también determinante. Ya existen estudios que apuntan a que si queremos que la vacuna sea más eficaz, debemos elegir la hora del día en la que nos la ponemos. Ahora, un grupo de investigadores de la Universidad de Cambridge han publicado una investigación que vendría a corroborar esta sospecha: los virus también entienden de horarios cuando se trata de atacar a nuestros sistema inmunológico. No es que estos agentes microscópicos preparen la batalla solo en ciertas franjas horarias, más bien al contrario: somos nosotros los que somos más vulnerables en ciertos momentos del día. Los investigadores hicieron la prueba con ratas de laboratorio. En un entorno controlado con 12 horas de luz y 12 de oscuridad, expusieron a los animales al virus del herpes en diversos momentos de su actividad diaria y nocturna. La conclusión es que la infección era hasta 10 veces más efectiva si había exposición al virus en las horas de la madrugada, cuando las ratas (que invierten nuestro patrón de sueño y vigilia) estaban a punto de irse a descansar. El reloj interno de las células La investigación encabezada por Rachel Edgar y publicada en la revista oficial de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos concluye que una infección en el momento erróneo del día puede ser más mucho más severa. El hallazgo en el entorno del laboratorio no puede, sin embargo, extrapolarse directamente al ámbito humano. «No podemos decir a la vista del estudio que los humanos seamos pues más proclives a coger la gripe a la hora del atardecer porque hay muchas variables a tener en cuenta cuando hablamos de virus. El estudio, sin embargo, sí abre una puerta a ampliar las investigaciones en este campo porque resulta muy interesante ver cómo hay una distinta respuesta celular a la infección según la hora del día», asegura Francisco Sanz, neumólogo del Hospital General de Valencia y coordinador del Grupo de Infecciones Respiratorias de la Sociedad Valenciana de Neumología. De igual forma, Sanz pone todavía en cuarentena los hallazgos sobre la conveniencia de inocular las vacunas en ciertos momentos del día y no en otros. «La generación de anticuerpos cuando se pone la vacuna no es inmediata. Sí empieza en el momento de la inyección pero no es tan rápido, por lo que sabemos hasta ahora, para llegar a pensar que si la pones a una hora diferente del día vas a fracasar», abunda el neumólogo. Campaña de la gripe
El motivo: las células también se ven afectadas por los ciclos circadianos que marcan en el organismo cuándo es la hora de dormir, de despertarse o de iniciar ciertas funciones corporales. De igual manera, los recursos que los virus utilizan en cada célula para replicarse y reproducirse fluctúan a lo largo del día y, es por ello, que la infección es más exitosa en ciertos momentos y no en otros.
La campaña de vacunación contra el virus de la gripe arrancó la semana pasada con perspectivas todavía difusas de cómo se desarrollará la enfermedad. «Se ha hablado de que, este año, será menos virulenta pero ciertamente es muy difícil de adelantar», apunta el experto. Durante la pasada campaña no fue hasta finales de marzo cuando se dieron los picos más alto de incidencia entre la población. «En la Comunitat al menos hasta dentro de dos meses no veremos mayor circulación del virus y de los rotavirus causantes de los resfriados y catarros».