FUENTE: Cinco Días
Las compañías farmacéuticas dieron la bienvenida efusivamente a la victoria de Donald Trump en noviembre. Pero el presidente electo de EEUU ya ha sembrado serias dudas en Bolsa con una sola frase y antes incluso de tomar posesión del cargo, acabando con el rally alcista.
“Voy a bajar los precios de los medicamentos”, señaló en una entrevista publicada el miércoles en la revista Time, que le eligió hombre del año, aunque el futuro presidente no indicó nada sobre cómo lo afrontaría. Se sumaba así a las numerosas peticiones de políticos de Estados Unidos que desde hace más de un año han abierto un debate sobre el elevado precio de muchos fármacos en el principal mercado del mundo, con una baja regulación en la fijación de estos precios para aseguradoras, sistema sanitario y pacientes.
Gracias a la victoria de Trump, los índices de Bloomberg sobre las principales compañías farmacéuticas y biotecnológicas del mundo, vivieron una senda alcista de recuperación entre el 10% y 15% en las siguientes jornadas bursátiles. El índice Nasdaq Biotech también subió hasta un 12% en los dos días posteriores a las elecciones.
En dos sesiones, compañías como Celgene, Allergan, Amgen, Gilead, Pfizer, MSD, Bristol-Myers Squibb o Lilly se recuperaron entre un 7% y un 11%. Los inversores celebraron entonces, sobre todo, la derrota de la demócrata Hillary Clinton, que había abierto el debate sobre la necesidad de racionalizar los precios de los medicamentos.
De hecho, las palabras de Clinton en octubre del pasado año ya provocaron una caída constante en las cotizaciones de estas biofarmacéuticas. El caso que más irritó a la opinión pública y a gran parte de la clase política fue el de la compañía Turing Pharma, que compró Darapim, una aplicación nacida hace 60 años para enfermedades inmunodepresivas, elevó el precio de 13,5 dólares por píldora a 750 dólares.
La entrevista de Trump marca, ahora, el mismo camino: “No me gusta lo que ha sucedido con los precios de los medicamentos”. Detrás del debate se encuentra el difícil control en una sanidad mayormente privada, donde el pagador final son las compañías de seguros y los propios asegurados.
Las palabras de Trump, proteccionista en otras industrias, son nuevas para el sector. “Trump ha prometido derogar y reemplazar la reforma sanitaria del presidente Barack Obama de 2010, pero esa promesa no aborda los precios de los medicamentos”, señala un experto citado por Reuters, un problema agudizado porque los fármacos cada vez más innovadores son también más costosos.