FUENTE: Levante
La llegada del frío –con el progresivo aumento de casos de gripe y de afecciones respiratorias– está dejando las primeras imágenes de urgencias hospitalarias llenas de pacientes a la espera de ser atendidos o zonas de observación repletas por la falta de camas en el hospital. Los centros valencianos atendieron durante todo 2015 un total de 2.215.047 urgencias, una cifra que no deja de crecer anualmente pero, ¿son todo urgencias los casos que esperan impacientemente a ser atendidos? Según los últimos datos facilitados por el Hospital La Fe, no.
En los primeros días de enero en los que se notó el colapso por el aumento de la presión asistencial (del lunes 9 al miércoles 11 de enero), casi siete de cada diez pacientes atendidos en urgencias no fueron catalogados, precisamente, como casos urgentes: el 67 % fueron catalogados en el sistema de triaje con los colores verdes y azul, o sea «menos urgentes» y «no urgentes». El patrón se repetía una semana después: desde el lunes 16 hasta el miércoles 18 de enero «un 62 % de las urgencias atendidas en el hospital fueron «poco urgentes o no urgentes».
El porcentaje concuerda con los estudios de la Sociedad Valenciana de Médicos de Urgencias que hablan «de un 62 % de urgencias que obtuvieron los códigos menos urgentes tras pasar por el triaje», según explica el presidente de la sociedad, el jefe del Servicio de Urgencias del Hospital Doctor Peset, Javier Millán.
Con todo, según el especialista, no se puede demonizar a ese porcentaje de pacientes que deciden acudir con su patología al hospital. «La consideración de la urgencia es muy subjetiva», razona Millán, que abunda en que parte de esas personas catalogadas con nivel verde, o menos urgentes, finalmente «sí requieran un ingreso. El que sean catalogadas como poco o nada urgentes corresponde a que su atención es demorable porque no interfiere en la resolución de su proceso y no es peligroso pero sí pueden requerir un ingreso». Ahí entrarían personas que quizá con «un proceso respiratorio, llegan en ese momento sin fiebre pero tras realizar pruebas se les detecta una neumonía, por ejemplo». Según los datos del centro La Fe, del total de las urgencias hospitalarias atendidas en esos días, solo el 12 % requirieron de un ingreso hospitalario.
De ahí que Millán considere que no se puede decir que ese 67 % de pacientes «no urgentes» no tuviera «justificado el ir a urgencias».
Pero, entre ellos sí hay «un 5 o 6 %» según el especialista que son casos no urgentes directamente de personas con patologías completamente «banales» que podrían haber sido solventados en otros recursos sanitarios como la Atención Primaria.
Para ese porcentaje Millán sí reclama mantener e incrementar las políticas sanitarias para «educar en el uso responsable» de las urgencias hospitalarias y no esperar a momentos, como la llegada de la gripe, en la que la presión asistencial se dispara y las urgencias están saturadas.
En España, un 80 % de los pacientes acuden a la puerta del hospital por iniciativa propia y sin haber sido remitidos por ningún especialista. «Los recursos son limitados y hay que saber cuándo es importante y cuándo hay que ir al centro de salud», insiste Millán. Eso sí, parte de estos casos poco urgentes acuden tras desesperar esperando una cita en Atención Primaria o una visita o prueba con el especialista que nunca llega.
Las cifras de Valencia son similares a las que registran en toda España. El país tiene una de las tasas de frecuentación de las urgencias hospitalarias más altas de Europa con 468 por 1.000 habitantes aunque el problema de la saturación de estas unidades no debe recaer solo en el uso inadecuado que se pueda hacer.
«Es un problema multifactorial», razona Millán que enumera tanto el envejecimiento de la población como las coberturas sanitarias que hay en España o el carácter mismo del sistema que impide a las urgencias hospitalarias negarse a atender a ningún paciente, pese a que su patología no sea de vida o muerte.
En esta larga lista para explicar la saturación de las urgencias el Ministerio de Sanidad incluye desde la edad avanzada de los pacientes, los factores estacionales (gripe en invierno o asma en primavera), insuficientes recursos de personal hasta la falta de camas para el ingreso en el hospital o los pacientes hiperfrecuentadores. Entre estos últimos, Millán destaca dos tipos bien diferenciados: las personas mayores y los más jóvenes.
«Los de edad avanzada son enfermos crónicos y pluripatológicos que reingresan con facilidad. En la Comunitat Valenciana el 24,5 % de pacientes atendidos en urgencias tienen más de 65 años lo que supone 500.000 personas al año, son los que más recursos consumen», explica Millán.
Siempre que no haya fútbol
Frente a ellos está un segundo grupo de hiperfrecuentadores que está integrado por personas de 15 a 45 años «y que son los que menos ingresos generan pero acuden por patologías como un resfriado que claramente podrían haber sido atendidos en Atención Primaria. Sin embargo, en muchas ocasiones, los horarios laborales les impiden ir y la cultura de la inmediatez que se ha establecido también les hace ir directamente a las urgencias».
Sobre este último grupo, el especialista asegura que mantienen un flujo de asistencia a las urgencias muy ligado al horario y a la agenda semanal para sus patologías «banales o no urgentes». Normalmente acuden más los lunes, martes o viernes y menos los fines de semana y nunca cuando hay un gran evento deportivo, social€», explica.