FUENTE: El Mundo
Hacer ejercicio físico moderado de forma regular tiene un efecto beneficioso para la salud y para prevenir ciertos tipos de cáncer. Basándose en esta premisa, la Asociación Americana de Oncología Médica (ASCO) apuesta por prescribir, en lugar de recomendar, el ejercicio físico. Y es que "prescribir el ejercicio implica una evaluación individual de la persona y diseñar un plan que se adapte a sus necesidades. Además, de esto, tendríamos que supervisar si se sigue o no el programa marcado. Por el contrario, recomendar ejercicio es una pauta mucho más general", responde vía email a EL MUNDO Charles Ryan, portavoz de ASCO que trabaja en el Centro del Cáncer Helen Diller de la Universidad de California, en San Francisco.
El hecho de recetar hacer ejercicio físico persigue que se deje el sedentarismo, que las personas incorporen hábitos saludables a su vida y se muevan para mejorar su salud. El presidente de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), Miguel Martín, lo explica así: "La prescripción por un médico del ejercicio podría ir asociada a un mayor cumplimiento por parte del paciente". Pero, por el momento, eso es sólo teoría, porque aún no hay datos que lo sustenten. Miguel Martín, que lleva años dirigiendo el Servicio de Oncología Médica del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, recuerda que "en la consulta se prescriben de forma reiterada otras indicaciones: cómo abstenerse de fumar, no ganar peso o llevar una dieta baja en grasas y pobre en sal, y, a menudo, comprobamos que estas prescripciones no son seguidas por los pacientes".
Pero porque no se cumplan las prescripciones no se deben dejar de hacer. Sobre todo, porque hay datos que avalan el beneficio del ejercicio físico en el cáncer de mama, pulmón, colon y endometrio. De hecho, el presidente de SEOM recuerda que en el cáncer de mama está elestudio epidemiológico EPI-GEICAM donde se ha encontrado que las mujeres físicamente activas tienen menor riesgo de padecer cáncer de mama que las sedentarias y ese beneficio parece depender del gasto energético; a mayor gasto, menor riesgo. Eso sí, "el ejercicio debe ser constante a lo largo del tiempo".
Las recomendaciones de la ASCO se centran en hacer ejercicio moderado entre media hora y una hora al día para reducir el riesgo de cáncer de mama, aunque Miguel Martín apunta a que otros estudios avalados por el American College of Sports Medicine dicen que es mejor hacer un ejercicio más intenso: 150 minutos semanales de ejercicio de moderada intensidad repartidos en 3 a 5 días o alternativamente 70 minutos semanales de actividad intensa.
Está claro que el ejercicio hay que individualizarlo, no se debe hacer lo mismo una persona que esté acostumbrado a calzarse las zapatillas y a correr de forma habitual que otra persona que ha llevado una vida sedentaria.
Ése es el gran reto, implementar el ejercicio físico en la población. Charles Ryan dice que para lograr este objetivo se necesitan equipos de profesionales especializados que puedan diseñar los planes de ejercicio dependiendo de las características y el estado de salud de cada persona. Pero se muestra optimista al señalar que están llevando a cabo ensayos clínicos para demostrar que el ejercicio puede ser igual de beneficioso que un fármaco pero con un coste mucho menor. "De esta forma, conseguiríamos que las autoridades sanitarias invirtieran en programas de entrenamiento supervisados para mejorar la supervivencia y la calidad de vida".
El problema surge cuando se tienen que valorar y monitorizar cómo se hace ese ejercicio físico, para ver si se siguen las pautas marcadas y cómo responden los pacientes. Para Miguel Martín, es un campo nuevo que precisa aún de un gran desarrollo y planificación. De hecho, aunque se sabe que el ejercicio físico es beneficioso, "ni siquiera hay un acuerdo sobre cuál es el mejor método. Lo ideal sería disponer de expertos que atendieran a los pacientes, pero ello no es realista".
En su opinión, se debería llegar a un consenso de expertos que definieran varias alternativas de ejercicios fácilmente realizables y comprensibles por médicos no expertos y por pacientes. Una vez que esté disponible lo podrían aplicar todos los médicos. También habría que ver la forma de monitorizar ese ejercicio y sus efectos, cuestión que preocupa a Charles Ryan, quien dice que el paciente puede medir de forma individual su actividad física, sus progresos y su estado general, "pero debería haber alguna herramienta para valorar el efecto del ejercicio físico sobre la reducción de las hospitalizaciones, de las complicaciones o la de otros costes asociados a la enfermedad".
Para los especialistas es muy importante que se genere un ambiente favorable al ejercicio físico y que se promueva desde la infancia para que se vaya asumiendo como parte de la vida. Por eso, en nuestro país la receta del ejercicio físico debería hacerse tanto en atención primaria como especializada, aunque para el presidente de SEOM el peso de la atención primaria siempre debe tenerse en cuenta y probablemente sean los médicos de atención primaria los especialistas que mejor podrían coordinar la prescripción de ejercicio físico como actividad preventiva del cáncer en la práctica diaria, mientras que los especialistas podrían instruir a los pacientes ya diagnosticados de cáncer. Entre unos y otros podrán conseguir implementar pautas preventivas sencillas y eficaces.