FUENTE: Las Provincias
En los últimos años hemos asistido a una evolución clara del papel del paciente en el manejo de su enfermedad, dando paso a lo que conocemos como el paciente empoderado, el cual conoce su enfermedad y el tratamiento sobre la misma. «Nuestro deber como farmacéuticos es, además de ofrecer el mejor servicio y alternativas terapéuticas, evaluar la salud del ciudadano y evitar que este paciente empoderado acuda a fuentes de información no fiables ni contrastadas. Nuestro reto es fomentar la escucha activa para saber que nos pide en cada momento y responder a sus expectativas», afirma Jaime Giner, presidente del Muy Ilustre Colegio Oficial de Farmacéuticos de Valencia (MICOF).
La sociedad demanda cada vez una prestación más completa e integral. Saben que el profesional sanitario más cercano es el farmacéutico comunitario, puesto que cuenta con un amplio horario de atención, no hay que pedir cita previa y ofrece un trato cercano. «La farmacia comunitaria como establecimiento sanitario se concibe cada vez más como un espacio de salud en el que el paciente recibe una atención integral de forma personalizada», destaca Giner.
El hecho de que el 99% de los españoles disponga de una oficina de farmacia en su lugar de residencia sitúa al farmacéutico como el agente de salud más cercano a la población, al que los ciudadanos acuden para resolver múltiples problemas de salud entre los que se encuentran los síntomas menores. De hecho, un estudio realizado por un Grupo de Investigación en Atención Farmacéutica de la Universidad de Granada indica que el 86% de las consultas al farmacéutico por síntomas menores se resuelven en la misma farmacia, ya sea mediante la dispensación de una especialidad farmacéutica publicitaria o mediante la recomendación de pautas higiénico-sanitarias. Los datos demuestran que la farmacia evita un importante número de consultas al médico, contribuyendo a descongestionar las consultas de atención primaria.
El paciente empoderado ha propiciado un nuevo modelo de Sistema Sanitario que está apostando por la educación sanitaria y la prevención de enfermedades. Es por esto que la farmacia comunitaria deja de ser un espacio dedicado únicamente a la dispensación de medicamentos para abarcar un gran número de servicios profesionales asistenciales que mejoran la calidad de vida y que abarcan desde el seguimiento farmacoterapéutico hasta la promoción del uso racional de los medicamentos, pasando por el control de la diabetes, seguimiento del riesgo vascular, el cribado de cáncer de colon o la deshabituación tabáquica, entre otros.
La Comisión Europea en su informe Health at a Glance: Europe 2016, publicado recientemente, ha reconocido la importancia del papel del farmacéutico comunitario en la prevención de la salud. Los expertos señalan así que ampliar su papel es una vía para renovar el foco en la prevención de la salud y mejorar el manejo de las condiciones de enfermedades crónicas.
La figura del farmacéutico comunitario es esencial en este tipo de patologías crónicas, ya que al conocer el entorno social que rodea al paciente, puede tener acceso a más información centrando el foco en él.
El proyecto de Atención Farmacéutica Domiciliaria en el que está trabajando el MICOF coincide con los objetivos de la Comisión Europea, que propone mejorar la calidad de vida a través de la asistencia integral mejorando los cuidados a domicilio, y coincide con el Consejo de Europa, que remarca que los servicios de Atención Farmacéutica Domiciliaria deben garantizar la accesibilidad de los servicios farmacéuticos a las personas en situación de dependencia y con dificultades de acceso a las farmacias para conseguir un rendimiento óptimo del tratamiento.
Este programa incluye el desarrollo de distintos servicios como el de revisión del botiquín de medicamentos que el usuario dispone en su domicilio o la elaboración de los SPR, que coloquialmente conocemos como pastilleros, y sirven para reacondicionar los medicamentos que toma un paciente según pauta posológica en envases de un solo uso, facilitando que cumpla con su tratamiento. Además también incluyen, la revisión de la medicación que tiene como objetivo llevar a cabo un control del conocimiento y uso que el paciente tiene de sus medicamentos. De esta forma, los farmacéuticos podrían, desde el propio domicilio del paciente, detectar usos inadecuados de la medicación o posibles interacciones, y orientarle en el manejo de su enfermedad.
Esta atención farmacéutica unida a los 182 millones de consejos farmacéuticos que se dispensan cada año a través de las 21.937 farmacias comunitarias que conforman la red asistencial de farmacias contribuyen a que nuestro Sistema Nacional de Salud sea considerado como uno de los mejores del mundo.
El profesional farmacéutico tiene mucho que aportar a la sociedad y por ello la Administración no puede dejarlo fuera del sistema. Para ello, señala Jaime Giner, «es imprescindible la colaboración entre los distintos profesionales sanitarios. Sólo así conseguiremos una atención integral que garantice la mejora de la salud de nuestros pacientes».