FUENTE: El Mundo
La Organización Mundial de la Salud (OMS) continúa en su empeño de combatir la resistencia antimicrobiana, una de las mayores amenazas para la salud global actual. No se trata sólo de que cada vez sean más los antibióticos que están dejando de funcionar, con las repercusiones sanitarias que esto tiene, sino que mientras esto ocurre no se están investigando fármacos alternativos que sean capaces de sustituir a aquellos que están quedando o quedarán sin efecto en breve.
Así pues, y dentro de su plan para atajar este problema mundial, la OMS ha movido hoy ficha y ha publicado por primera vez una lista de "patógenos prioritarios" de los que se necesitan urgentemente nuevos antibióticos. En ella se incluyen las 12 familias de bacterias más peligrosas para la salud humana que se han ido haciendo cada vez más resistentes.
El catálogo se divide en tres categorías en función de la urgencia con que se necesitan los nuevos fármacos: prioridad crítica, prioridad elevada, y prioridad media. Para elaborarlo, los expertos han tenido en cuenta criterios como el grado de letalidad de las infecciones que provocan estas bacterias, el hecho de que su tratamiento requiera o no de una hospitalización larga, la frecuencia con que presentan resistencia a los antibióticos existentes, la facilidad con que se transmiten entre animales y personas, si las infecciones que provocan pueden o no prevenirse a través de la vacunación, y por último, cuántas opciones terapéuticas hay disponibles en estos momentos y si se están investigando o no nuevos medicamentos.
Así, en las bacterias de prioridad crítica están incluidas algunas que son especialmente peligrosas en entornos hospitalarios, como la 'Acinetobacter', 'Pseudomonas' y varias enterobacterias como 'Klebsiella', 'E. coli', 'Serratia' y 'Proteus'. Son bacterias que pueden provocar complicaciones graves y a menudo letales, como infecciones de la corriente sanguínea o neumonía, y que tienen la capacidad innata de encontrar nuevas formas de resistir a los tratamientos. Afectan especialmente a pacientes hospitalizados, a aquellos que han recibido trasplantes, que están en tratamiento de quimioterapia o ingresados en una unidad de cuidados intensivos. Su impacto, según la OMS, es "alarmante", y por eso requieren de nuevos y efectivos tratamientos "con urgencia".
Por otro lado, en la categoría de prioridad elevada, la OMS ha colocado bacterias que pueden darse, ahora sí, en individuos sanos, como la 'Enterococcus faecium', resistente a la vancomicina, la 'Staphylococcus aureus', resistente a la meticilina, la 'Helicobacter pylori', resistente a la claritromicina, la 'Camplyobacter spp.', resistente a las fluoroquinolonas, la 'Salmonellae' [provoca la salmonela], resistente a las fluoroquinolonas y la 'Neisseria gonorrhoeae' [provoca la gonorrea], resistente a la cefalosporina. Las infecciones que generan, aunque no tienen un impacto elevado en la mortalidad, sí lo tienen en la carga económica de los países, especialmente en los países en desarrollo, explican desde la OMS.
Por último, en la categoría media quedan las bacterias que han ido adquiriendo cada vez más resistencias pero que aún cuentan con algún antibiótico capaz de combatirlas. En este grupo están la 'Streptococcus pneumoniae', sin sensibilidad a la penicilina, la 'Haemophilus influenzae', resistente a la ampicilina, y la 'Shigella spp.', resistente a las fluoroquinolonas.
La lista no incluye, sin embargo, bacilos cuya creciente resistencia preocupa y mucho a la comunidad médica, como el de la tuberculosis. Esto es, señalaba en la rueda de prensa celebrada esta tarde en Ginebra la doctora doctora Marie-Paule Kieny, subdirectora general de la OMS para Sistemas de Salud e Innovación, porque "ya existe un consenso de que la tuberculosis es la prioridad más importante para el desarrollo de nuevos antibióticos", y son varios los programas específicos que se están dedicando a esta cuestión.
La presentación de este listado ha servido a la OMS para hacer un llamado a la comunidad internacional: "La resistencia a los antibióticos va en aumento y estamos agotando muy deprisa las opciones terapéuticas. Si dejamos el problema a merced de las fuerzas de mercado exclusivamente, los nuevos antibióticos que necesitamos con mayor urgencia no estarán listos a tiempo", expresaba Kieny.
Porque aunque la OMS ha admitido que, efectivamente, la cuestión de la resistencia es claramente un problema científico -cada vez es más difícil descubrir nuevas terapias- también se trata de lo que han llamado una "falta de incentivos de mercado". "Los antibióticos son fármacos que, generalmente, se usan para el corto plazo, no como las terapias para las enfermedades crónicas, que tienen un retorno de la inversión mucho mayor", explicaba Kieny. Es por esto que desde el organismo médico afirman que gobierno e industria deben trabajar mano a mano en este asunto, estableciendo facilidades financieras para que valga la pena investigar nuevos medicamentos, y que una vez en el mercado, no se quieran sobre utilizar para maximizar lo invertido, lo que generaría a su vez más resistencias.
Porque en este tema no se trata solo de investigación, sino de fomentar un uso racional de los antibióticos: "Para luchar contra la resistencia tiene que haber una mejor prevención de las infecciones y un uso apropiado de los antibióticos existentes en la medicina humana y veterinaria, así como un uso raciones de cualquier nuevo antibiótico que se desarrolle en el futuro".
Así, el objetivo fundamental de esta lista ha sido, según la subdirectora de Sistema de Salud e Innovación, "pedir a los gobiernos que se comprometan financieramente con este tema, y que lo hagan ahora". "No se trata de asustar a la gente", pero sí de "hacerle ver a la comunidad científica e industria farmacéutica dónde deben poner el foco", añadía.
Y es que la OMS ha querido aprovechar la ocasión para mandar un mensaje muy claro: es necesario que la comunidad internacional se ponga manos a la obra y se tome en serio este tema, y para ello, es necesario incentivar la investigación básica a través de organismos públicos, pero también hará falta la colaboración del sector privado y la implicación de las autoridades públicas.