FUENTE: El País
Hay pruebas sólidas y coherentes de que la exposición al humo ambiental de tabaco causa infartos de miocardio, y de que las leyes que prohíben fumar en centros de trabajo y lugares públicos reducen los infartos (y otras enfermedades). La prueba más reciente proviene de un gran estudio llevado a cabo en Sao Paulo (Brasil), donde los infartos de miocardio disminuyeron un 12% tras aplicarse la ley antitabaco.
Aun así, seguimos oyendo voces que cuestionan los hallazgos científicos. Por ejemplo, un artículo reciente de un antiguo camarero y extrabajador del Instituto Cato, centro respaldado por el sector tabaquero, intenta utilizar la variabilidad natural de los resultados de distintos estudios para argumentar en contra de ese hecho.
Ahora, incluso las empresas de cigarrillos tienen prohibido cuestionar los hallazgos científicos consolidados por la histórica sentencia de 2006 de la jueza Gladys Kessler, quien dictaminó que el hecho de que las empresas de cigarrillos estafen a los ciudadanos viola la Ley sobre Organizaciones de Influencia Mafiosa y Corrupta (RICO), al generar confusión sobre los peligros del tabaquismo y el tabaquismo pasivo. Pero eso no ha impedido que "terceras partes" cuestionen los estudios científicos.
En 2013, Forbes publicó un artículo de un periodista financiero y jurídico que se titulaba Un estudio no halla relación alguna entre el tabaquismo pasivo y el cáncer, que es similar a otro artículo de 2017 publicado hace poco. Aquel artículo hacía caso omiso del hecho de que el director general de sanidad de Estados Unidos había llegado en 1986 a la conclusión de que el humo ambiental causa cáncer de pulmón, y de que la Agencia de Protección Ambiental había determinado en 1991 que es un carcinógeno humano de “clase A”.
Sin embargo, el estudio en sí sobre tabaquismo pasivo y cáncer de pulmón ponía de manifiesto que las mujeres que vivían en la misma casa que un fumador durante 30 años o más tenían un 60% más de probabilidad de padecer cáncer de pulmón. ¡El porcentaje de certeza de esa afirmación era solamente del 95 %! (A los estadísticos les gusta tener un porcentaje de certeza superior al 95 % para afirmar que un efecto es “estadísticamente significativo”). Al igual que el ataque contra los estudios sobre el infarto de miocardio, el texto de Forbes pasaba por alto la mayoría de las pruebas existentes.
He pasado toda mi vida profesional en el campo del control del tabaco y llevo décadas viendo estos trucos, así que entiendan que es muy importante prestar atención a todas las pruebas.
Unos compañeros y yo llevamos a cabo un estudio en Helena (Montana) que puso de manifiesto una gran disminución (el 40%) de las hospitalizaciones por infarto de miocardio después de que Helena empezase a aplicar una ley antitabaco en junio de 2000. El último artículo que he mencionado atacaba ese hallazgo argumentando que esa disminución era demasiado grande para ser real, y mencionaba también un análisis preliminar anterior que mostraba una reducción todavía mayor (del 60%).
En Helena (Montana), la aplicación de la ley antitabaco provocó una gran disminución (el 40%) de las hospitalizaciones por infarto de miocardio
Estas diferencias son menos marcadas de lo que parece. El hecho es que Helena es una ciudad pequeña en la que no se producen muchas hospitalizaciones por infarto de miocardio, de modo que existe una incertidumbre relativamente grande en el cálculo de la verdadera disminución de las hospitalizaciones por infarto debida a la ley antitabaco entre la población en general. Aunque el análisis que finalmente publicamos documentaba una reducción del 40% durante los seis meses analizados, este hallazgo específico está en consonancia con el efecto real de todas las leyes antitabaco, que reducen entre un 1% y un 79% los infartos entre el conjunto de la población de cualquier lugar.
Este margen es lo que los estadísticos llaman intervalo de confianza del 95% y los periodistas, margen de error. Lo importante es que el intervalo no comprende el cero (es decir, ningún efecto), así que podemos confiar al 95% en que la reducción observada es algo más que un hallazgo fortuito.
Tras el de Helena, ha habido muchos estudios sobre la variación de las hospitalizaciones por infarto tras la aplicación de leyes antitabaco. Todos han hallado distintas variaciones y algunos no han detectado cambios mayores que los márgenes de error asociados a cada estudio concreto, lo que se ha interpretado como una ausencia de variación. Esto es normal en cualquier clase de estudio científico; siempre existe una variación natural.
Por eso es importante tener en cuenta todas las pruebas.
Eso fue justo lo que hizo el director general de sanidad de Estados Unidos en su informe de 2014 Efectos del tabaquismo sobre la salud: 50 años de avances. En el informe se lleva a cabo una amplia investigación sobre estudios realizados por centenares de científicos, se analizan todos los datos disponibles (35 estudios sobre leyes antitabaco estrictas y 14 estudios sobre leyes más laxas) y se llega a la conclusión, con un alto grado de confianza, de que las hospitalizaciones por infarto de miocardio se reducen un 15% (con un margen de error del 12-18%).
Pero ¿no es el 15% una cifra mucho menor que el 40%? Sí. Pero lo importante es que el 15% se encuentra completamente dentro del intervalo de confianza del 95% que hallamos en el estudio inicial de Helena. Lo que pone de manifiesto todo esto es que, a medida que recopilamos más pruebas, el cálculo del efecto se vuelve más preciso.
La disminución de las hospitalizaciones por infarto también es la esperada si tenemos en cuenta lo que sabemos sobre las características biológicas del infarto de miocardio. Como explicaba la directora general de sanidad en su informe de 2010, Cómo causa enfermedades el humo del tabaco: bases biológicas y comportamentales de las enfermedades atribuibles al tabaco, “un grado bajo de exposición, incluida la exposición al humo ambiental de tabaco, provoca un rápido y marcado aumento de la disfunción y la inflamación endoteliales, las cuales influyen en los accidentes cardiovasculares y la trombosis”.
Dicho de un modo simple, el humo ambiental tiene efectos inmediatos sobre la sangre y los vasos sanguíneos, e influye de tal manera que aumenta el riesgo de que se desencadene un infarto de miocardio. Y ya se ha demostrado que los cigarrillos electrónicos tienen los mismos efectos negativos sobre los vasos sanguíneos, el ritmo cardiaco, etc.
El humo ambiental tiene efectos inmediatos sobre la sangre y los vasos sanguíneos, y aumenta el riesgo de que se desencadene un infarto de miocardio
Estos efectos son tan importantes y rápidos que en Colorado se constató una disminución del 20% de las llamadas a ambulancias cuando este estado aprobó su ley antitabaco (en todos los lugares públicos excepto los casinos, que estaban exentos). Dos años después, cuando la ley se amplió a los casinos, las llamadas a ambulancias se redujeron también un 20% en estos lugares, con lo que se igualaron al resto del estado. Y no solo eso. Las hospitalizaciones por asma y otras enfermedades pulmonares también disminuyeron.
Al igual que los científicos, los medios de comunicación, los ciudadanos y los responsables de las políticas públicas tienen que ver la situación en perspectiva, no tratar de encontrar fallos en los estudios analizándolos por separado. Todos los estudios tienen cierto grado de incertidumbre. La verdadera pregunta es: ¿encajan las piezas entre sí?
En el caso del humo ambiental de tabaco, la respuesta es que sí. Las leyes antitabaco salvan vidas, y lo consiguen con rapidez.