El autismo o trastorno del espectro autista (TEA) es una condición neurobiológica que afecta al funcionamiento personal tanto en la comunicación e interacción social como en la flexibilidad del comportamiento y del pensamiento. En ciertas ocasiones y según la persona, puede estar afectado por discapacidad intelectual, trastornos del lenguaje o problemas de salud mental. Por tanto, este conjunto de alteraciones afecta al desarrollo de la persona de forma individual y puede tener unas capacidades y competencias cognitivas y del comportamiento únicas.
A nivel físico, no hay un rasgo físico y diferenciador, ya que solo afecta a las competencias cognitivas de la persona y su comportamiento. Además, por lo general, más frecuente en niños respecto a las niñas.
Existen ciertos indicios que pueden indicar que el niño o niña pueda tener autismo. No obstante, siempre será necesario realizar una evaluación especializada para asegurar que se trata de este trastorno. Asimismo, se debe tener en cuenta que las señales pueden aparecer en diferentes momentos y también puede haber variabilidad entre niñas y niñas.
Antes de los 12 meses, es posible que el niño tenga un escaso contacto ocular, no muestre anticipación cuando se le va a coger en brazos, irritabilidad emocional y falta de interés en juegos interactivos sencillos como son las cosquillas. A los 12 meses, por lo general se inician balbuceos y emitir palabras sencillas seguido de gestos como gesticular con la mano indicando “adiós”. En este caso, hay ausencia o escasos elementos.
Por otro lado, entre los 12 y 18 meses, todavía hay ausencia o una respuesta limitada de respuesta al propio nombre, no mira donde se señala, no muestra objetos ni señala para pedir cosas. También rechaza ciertos estímulos auditivos.
Más adelante, entre los 18 y los 24 meses, retraso en el desarrollo del lenguaje y no imitan los gestos de los adultos. Sumado a esto, no muestran interés en las relaciones con otros niños mientras que realizan actividades y juegos con sus propias normas y de forma repetitiva.
Todas las personas afectadas pueden presentar dificultad para comunicarse con otras personas y para expresarse.
Con respecto a la comunicación, por norma general:
Por otro lado, las expresiones corporales pueden ayudar de las siguientes formas:
Sumado a lo anterior, las relaciones sociales pueden resultar complicadas para las personas con TEA especialmente a la hora de desenvolverse en distintas situaciones sociales. Entre sus características están:
Las personas con TEA presentan ciertas fortalezas que les hace extraordinarios como:
Detallistas y meticulosos.
Todas las personas se comunican con otras, aunque las personas con TEA puede que no todas lo hagan de la manera tradicional que sería con el lenguaje oral. Existen sistemas alternativos y/o aumentativos de comunicación que sirven como recurso de apoyo. Además, las personas con TEA pueden tener alteraciones en las habilidades para comunicarse especialmente para la comunicación recíproca.
El TEA y la discapacidad intelectual no siempre están asociados, es decir, no todas las personas tienen discapacidad intelectual por lo que no se debe hacer extensible a todas las personas con el trastorno.
Principalmente este bulo se debe a la presencia del excipiente timerosal utilizado con conservante en la vacuna triple vírica (sarampión, paperas y rubeola). Sin embargo, tras numerosas investigaciones a gran escala y a nivel mundial al respecto, se ha demostrado que no existe una conexión entre el TEA y las vacunas.