Son varios los factores a considerar cuando de protegerse frente al sol se trata. La actividad que se va a realizar o el tipo de piel son algunos de ellos

Cerrar los ojos y dejar que un rayito de sol bañe la cara. Esa sensación de calidez que se crea forma parte de los pequeños placeres que alegran el día a uno. Más allá del bienestar mental, el sol también aporta beneficios físicos. En este sentido, el 80% de la vitamina D que llega al cuerpo es gracias a la exposición solar. Se trata de una hormona que interviene en numerosas funciones del organismo, actuando a nivel musculoesquelético, cardiovascular e inmune.

Sin embargo, son de sobra conocidos los serios problemas de salud que pueden conllevar las radiaciones UVB y UVA sin la debida protección: desde manchas hasta cuadros clínicos más graves como el cáncer de piel. No obstante, nunca está de más recordar ante la llegada del buen tiempo todo lo que hay que tener en cuenta a la hora de defenderse del sol. “Por un lado, sería interesante conocer cuál es nuestro fototipo de piel y ver el alcance que la radiación solar puede tener en generar un daño sobre ella para aprender a protegerla mejor”, indica a CuídatePlus Laura del Horno Plaza, técnica de prevención de la salud de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC).

La experta resalta que, por otro lado, es importante saber cuál es el índice de radiación del sitio en el que se habita o en el que se vaya a estar expuesto (por ejemplo, en un viaje a la playa o a la montaña): “Las zonas tropicales tienen mayor intensidad de radiación, así como las zonas de mayor altitud”. Asimismo, es necesario proteger la piel de la radiación usando protectores solares con alto FPS, sin olvidar las medidas de protección físicas, como ropa apropiada, gorras o sombreros y gafas de sol homologadas para proteger los ojos.

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