FUENTE: El Mundo
El Comité Científico Asesor en Radiofrecuencias y Salud (CCARS) ha presentado este martes un informe que recoge todas las evidencias en la materia de los campos electromagnéticos y su incidencia en la salud de los humanos. Su director científico, el epidemiólogo Francisco Vargas, ha aprovechado para hacer una llamada a la "tranquilidad" a raíz del alarmismo que genera el tema en la sociedad.
La nueva versión del estudio ha sido presentada por el Secretario de Estado para la Sociedad de la Información y la Agenda Digital, José María Lassalle. Se trata de una revisión de trabajos anteriores del CCARS que ha puesto el foco sobre fenómenos tecnológicos que no habían sido incluidos previamente. El 4G, los escáneres de los aeropuertos o la compatibilidad de los móviles con implantes como marcapasos han sido revisados. Las conclusiones son las mismas que con otras tecnologías: no hay motivos para la preocupación.
"No hay evidencias", ha sido una de las frases más utilizadas por Vargas en la presentación. Con ella, el miembro del CCARS ha descartado que exista ninguna prueba del posible daño que pueden producir en el organismo tanto los teléfonos móviles como los electrodomésticos o las propias antenas. Todo ello después de que "algunas fundaciones hayan transmitido el miedo a las redes inalámbricas y hayan hecho campañas para retirar móviles y ordenadores de las escuelas, cuando no hay ningún motivo para hacerlo", ha asegurado.
Con el 4G, por ejemplo, Vargas ha recalcado que "los nuevos estudios demuestran que los límites de exposición [a estos campos] están muy por debajo de lo que se considera seguro, por lo que no hay razón para reducirlos, algo que sólo generaría más impacto ambiental", en su opinión.
Pero precisamente las antenas son uno de los motivos de preocupación principales entre las personas críticas con la pujanza de los dispositivos que emiten campos electromagnéticos. "Pero nosotros no somos antiantenas ni proantenas. Este estudio ha recogido todas las sensibilidades, por lo que es independiente, objetivo y coherente", ha añadido Vargas.
El CCARS presume de ser un órgano independiente cuya dirección fue asumida en 2016 por el Colegio Oficial de Ingenieros de Telecomunicación. La Ley de Telecomunicaciones, de reciente cuño, exige la creación de un órgano asesor en esta disciplina. De momento no existe, por lo que el CCARS ha asumido ese papel de asesor oficioso del Gobierno español.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), incluyó en 2011 a las ondas electromagnéticas en el grupo 2B de la clasificación de elementos cancerígenos. En esta categoría entra todo aquello que es "posiblemente cancerígeno". Esa decisión resucitó el debate sobre los dispositivos que emiten ondas y su posible limitación.
Vargas ha descartado que se haya encontrado cualquier relación entre móviles y cáncer: "Los estudios bien diseñados y las tendencias de tumores a lo largo del tiempo arrojan unas conclusiones claras. No hay motivo de preocupación". Vargas apuesta por el incremento de financiación para poder dar a conocer a la sociedad el alcance de la ciencia. "Las campañas de información ayudarían a reducir la incertidumbre sobre las ondas", ha valorado.
El CCARS ha dedicado un apartado de su informe a la hipersensibilidad electromagnética, una supuesta enfermedad producida por los campos electromagnéticos y que provoca mareos, vómitos y malestar general entre quienes lo sufren. La evidencia científica, sin embargo, apunta a que estos síntomas no tienen nada que ver con los campos. "Tendrías que subirte a una antena durante horas para sentir un dolor de cabeza", ha asegurado Vargas.
En España, existen numerosas asociaciones que agrupan a afectados por la hipersensibilidad electromagnética, como Electro y Químico Sensibles por la Salud o la Plataforma Estatal Contra la Contaminación Electromagnética, que piden la reducción de las ondas y la creación de 'zonas blancas' libres de las mismas. Vargas ha recordado que "todos estamos expuestos a los campos electromagnéticos porque la Tierra los emite de forma natural".