FUENTE: Levante
España está en plena epidemia de paperas y la Comunitat Valenciana no está siendo ajena al alto volumen de casos registrados en un año que, además, se prevé especialmente virulento. De enero hasta principios de abril se han notificado en las tres provincias 923 casos, doblando los 507 registros de todo el año 2016. La enfermedad, sin embargo, no está siendo solo cosas de niños: buena parte de los contagiados son jóvenes que fueron vacunados convenientemente en su día y que no deberían aparecer en las listas.
Detrás de este repunte de casos en jóvenes -de 23 a 25 años y de 34 a 35 años- está la baja eficacia de la vacuna que recibieron en su día, ya fuera en su primera dosis establecida a los 15 meses de edad o la segunda, la de refuerzo, que en 1994 se ponía a los 11 años de edad (ahora se pone entre los 3 y 4 años).
Según la Dirección General de Salud Pública, en los años 90 se comercializó una vacuna contra las paperas que utilizaba un tipo de cepa concreta, la Rubini, tras retirar una anterior por sus efectos secundarios. En 1998 dos brotes de paperas, uno en Manacor y otro en Almoradí encendieron las alarmas ya que la gran mayoría de afectados habían sido vacunados. Tras poner en cuestión su efectividad, las autoridades sanitarias decidieron retirar este tipo de vacuna a partir de 1999. De la protección esperada, la cepa «solo resultó ser efectiva al 50 %», según apuntó ayer el presidente de la Asociación Española de Vacunología, Amós José García.
Sin embargo todos aquellos que la recibieron como primera o segunda dosis no quedaron bien inmunizados por lo que, pese a estar vacunados, podrían contagiarse si entran en contacto con algún enfermo de paperas: «los hijos de la Rubini».
La epidemia y su afección a estos grupos de nacidos entre 1983 y 1984 y finales de 1992 y finales de 1993 ya se ha dejado notar en las consultas de los médicos de cabecera valencianos. «Se ha notado y es llamativo porque no esperas ver a un joven de 20 o 30 años con paperas», asegura Aurelio Duque, presidente de la Sociedad Valenciana de Medicina Familiar y Comunitaria (Svmfic).
«Preguntas primero si están vacunados y hasta las madres lo corroboran pero está la posibilidad de que estén entre los inmunizados con esta vacuna que fue poco eficaz en su día», abunda. Con todo, el médico recuerda que las paperas (o parotiditis) no es una enfermedad grave aunque sí muy contagiosa a través de la saliva. El principal síntoma es la inflamación de las glándulas parótidas en el extremo de las mandíbulas, malestar general, fiebre y dolor de cabeza. Además, superarla de adulto no tiene mayores complicaciones a sufrirla siendo un niño. «Una de las complicaciones que pueden ser graves es la afección a la función reproductiva de los hombres pero esto, cuando sucedía, porque ahora no se ve, se daba en niños, al estar menos formado el tejido gonadal», explica Duque.
Para aquellos que pudieran haber sido inmunizados con estas vacunas poco efectivas, el médico recomienda que no se expongan a focos de infección y, si hay dudas, acudir a su médico de cabecera «y confirmar con el carné de vacunaciones si efectivamente recibieron este tipo de vacuna ineficaz por si estuviera indicado tomar alguna otra medida».
Los «hijos de la Rubini» por esta vacuna de los años 90 no son, sin embargo, los únicos vacunados que aún así, terminan pasando la enfermedad. Según el último informe oficial de la Conselleria de Sanidad sobre la parotiditis, en 2015 hubo un alto porcentaje de afectados de entre 20 y 24 años que, en principio, podría haber quedado mal inmunizados, pero también muchos niños de 1 a 14 años.
Ahí entra en juego tanto la posibilidad de que los niños no hayan sido vacunados por olvido o decisión de sus progenitores o, simplemente, que aún con la vacuna puesta hayan enfermado. De hecho, hay estudios que constatan que la vacuna contra las paperas incluida en la triple vírica (rubeola, sarampión y parotiditis) «es la menos efectiva de las tres», según García «aunque los niños vacunados que enferman de paperas lo hacen de forma muy leve, nada que ver con no haber recibido esta dosis, añadió. Los especialistas, con todo, llaman a la calma y recuerdan la necesidad de seguir apostando por vacunar a los niños. «Gracias a la generalización de esta vacuna se ha logrado que deje de ser una enfermedad endémica y de tener los miles y miles de casos que había», apunta García.