FUENTE: La Vanguardia
Operan unas 250 caderas al año. Antes lo hacían a hombres y mujeres mayores, muy por encima de los 65 años. Ahora, el 40% tienen entre 40 y 50 años y pocos están dispuestos a no volver a correr o a jugar a su deporte favorito, aunque necesiten llevar una prótesis total que supla la cabeza del fémur y su encaje en la pelvis. Así que en la unidad de cirugía de la cadera de Vall d’Hebron se enfrentan a un público cada vez más exigente al que hay que devolver una nueva articulación con la que recuperar la normalidad, lo antes posible y que no se note. Y para eso hay que utilizar técnicas poco invasivas, de las que uno se recupere pronto y donde caben pocos fallos.
“Pero formarse en este tipo de técnicas obliga a realizar muchas operaciones antes, un centenar al menos”, explica el responsable de la unidad Alejandro Hernández, cuyo equipo se ha formado durante años con traumatólogos especializados de otros países. “Y un centenar de intervenciones exige mucho tiempo. Es difícil convertirse así en un cirujano experto y no todos los hospitales pueden enviar a sus médicos fuera”. Por eso han ideado una herramienta de aprendizaje para sus colegas “y para cualquier traumatólogo en cualquier parte del mundo”, que les permita abreviar ese aprendizaje: realidad virtual, imágenes inmersivas que muestran todo lo que ocurre en una operación real, una realidad observable desde cualquier ángulo porque se ha grabado con seis cámaras para abarcar los 360 grados, y tantas veces como se quiera. Bastan unas gafas de realidad virtual y un móvil con conexión a internet. La clase está colgada en YouTube.
La técnica que explican, mejor, que muestran, es una forma de acceder a la cadera separando dos músculos para sustituir la articulación e insertar un nuevo trozo de fémur y sin romper tendones, como sí ocurre en el método clásico. El problema es que hay muy poco espacio para operar y para maniobrar con los separadores de los músculos, las sierras, las prótesis. Y los encajes que deben funcionar al milímetro. “Apenas 8 centímetros”.
Es el peaje para ganar seguridad y tiempo: que las piernas queden perfectamente alineadas y con la misma largura, que los tendones estén intactos por lo que la recuperación será mucho más rápida, que la estancia en el hospital sea corta reduciendo riesgos y que el paciente vuelva al uso normal de su pierna. A todos sus usos, incluido correr.
“Y tan poco espacio para actuar exige una coordinación perfecta en el quirófano. Es como una coreografía. Todos nos vamos moviendo alrededor del paciente, todo ha de estar dispuesto en el sitio adecuado. Y eso se aprende viendo todo lo que ocurre, los 360 grados. Por eso las imágenes inmersivas son una herramienta tan útil para el traumatólogo que quiere formarse en una técnica de este tipo”, describe el traumatólogo Víctor Barro, de quien partió la idea de explotar la realidad virtual para formar a colegas.
Se trata de una técnica poco invasiva, de las que uno se recupera pronto y donde caben pocos fallos
El vídeo está disponible en YouTube, es gratis, y se ha financiado con fondos procedentes de los cursos que cada año ofrece Vall d’Hebron a traumatólogos. Anualmente, los expertos en cadera del hospital ofrecen esos cursillos a otros especialistas que aprenden especialmente sobre cadáveres. “Es caro y para un número muy limitado”, explica Hernández. La nueva herramienta multiplica las posibilidades y cambia el panorama para hospitales con pocos recursos.
Los planes de los traumatólogos ya van más allá de lo que han conseguido hacer realidad. ¿Por qué no imágenes inmersivas para los pacientes? “Queremos extenderlo a otras partes del proceso, para que el paciente pueda conocer exactamente todo lo que va a pasar desde que llega al hospital hasta que se va a casa y empieza a caminar: las pruebas, los consejos para ponerse en marcha, el quirófano ...”, explica Víctor Barro. Esa información que ahora se da en una sesión de grupo en un auditorio y con diapositivas, y que pronto se podría repasar tantas veces como se quisiera con las gafas y el móvil, tiene un impacto notable en la reducción de la angustia y en la buena rehabilitación.
¿También la operación? “Muchos pacientes nos confiesan que ya han visto operaciones de cadera en internet”, cuenta Alejandro Hernández. “Y muchos reconocen que se han asustado. Por eso la filmación de la operación en sí es un material pensado para los cirujanos, no para los pacientes. Pero la realidad virtual es una herramienta que tenemos que explotar para ayudar en la preparación de a operación, la visita al fisioterapeuta, el uso correcto de las muletas para subir escaleras... Hay mucha información que redunda en la calidad asistencial, en la disminución de la angustia y en la recuperación”, concreta el traumatólogo.
Pero los planes siguen mucho más allá. En el quirófano son conscientes de una amplia gama de tecnologías que serán asistentes de precisión. Como las de realidad aumentada que permitirían, por ejemplo, comprobar en hologramas la colocación real de las piezas, invisibles, en cambio, a través de los 8 centímetros abiertos en el cuerpo del paciente. “Pero esto es mucho más caro”, apuntan, realistas pero sin renunciar a que los recursos visuales existentes en el mercado se cuelen entre sierras y bisturís.