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Picor en la garganta, rubor, náuseas, vómitos... son los principales síntomas de intoxicación por consumir atún adulterado. El fraude, que le ha valido a España un toque de atención por parte de la Unión Europea, ha provocado desde enero cuatro brotes de intoxicación por histamina en la provincia de Alicante, con nueve afectados, según datos proporcionados por la Conselleria de Sanidad. En toda la Comunidad Valenciana se han registrado 9 brotes, con 16 intoxicados. Ninguno de los afectados ha tenido que ser hospitalizado, puntualizan desde Sanidad.
El origen de estas intoxicaciones está en el uso de conservantes no autorizados para hacer pasar por fresco atún que en un principio iba a ser utilizado para la conserva. Este pescado se congela a -9 grados, cuando la temperatura óptima de conservación para el que se vende fresco es de -18. «El atún congelado a una menor temperatura es apto para el consumo humano, el problema es su aspecto, ya que la carne adquiere un aspecto marrón», señalan expertos consultados por este periódico. Con el objetivo de recuperar el rojo intenso que caracteriza el atún fresco, algunas empresas recurren a aditivos vegetales hechos a base de remolacha o de apio. Estos conservantes están relacionados también con la presencia de histamina en cantidades elevadas, una sustancia que ya se encuentra en el pescado en el que hayan crecido bacterias por efecto de la mala conservación. Estos microorganismos, que no se eliminan con el calor ni con otras técnicas de cocción, pueden desencadenar una reacción alérgica que generalmente no reviste gravedad.
El pasado mes de septiembre, Bruselas dio un toque de atención a España tras detectarse 150 casos de intoxicación en varios países de la Unión.
Pese a esta alerta, en la Comunidad este año no se están llevando a cabo inspecciones por parte de la Conselleria de Sanidad en las pescaderías, según se recoge en el Plan de Control Oficial de la Cadena Alimentaria de la Comunidad Valenciana, 2017 y confirman fuentes de Salud Pública. Estas fuentes atribuyen esta situación a la falta de inspectores y sostienen que, aunque se mantienen las revisiones en las lonjas y las empresas mayoristas, el control de las pescaderías de menor tamaño también es importante de cara a detectar posibles fraudes con el uso de aditivos que no están autorizados. Según señalan desde la Conselleria de Sanidad, en el sector de la pesca este año se han programado 1.046 inspecciones, «en las que se verifica el cumplimiento de la normativa en cuanto a instalaciones, sistemas de autocontrol que deben implantar los operadores económicos, inspección de los productos de la pesca que se manipulan, transforman, almacenan y venden, en las lonjas, industrias de transformación, mercados mayoristas, almacenes, y pescaderías de grandes superficies». Asimismo, añaden desde el departamento de Carmen Montón, «se ha planificado la toma de 945 muestras de productos de la pesca, en distintos tipos de establecimientos, para verificar el cumplimiento de la normativa a nivel microbiológico y químico».
El pasado 27 de septiembre, el Ministerio de Sanidad confirmó la intoxicación en lo que va de año de 154 personas en España por consumir atún adulterado. La Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aecosan) informó entonces de que a lo largo de 2017 ha gestionado 15 alertas por presencia de altas concentraciones de histamina en el atún. Según este organismo, dependiente del Ministerio de Sanidad, la intoxicación por atún con histamina no ha supuesto un riesgo grave para la salud de los afectados, aunque ha matizado que sí podría implicar «un fraude comercial o una inadecuada manipulación del producto».
La intoxicación por histamina se caracteriza por dolor de garganta, rubor, sudor facial, náusea, vómitos, cefaleas y eritema cutáneo.
Detectar atún fraudulento no es sencillo, señalan los expertos, ya que el aspecto es muy similar al del pescado fresco y su sabor también. Sólo quienes están muy acostumbrados a comer atún pueden llegar a diferenciarlo. No obstante, dan algunas claves. «Lo que más nos debe hacer sospechar es el precio. Si en una pescadería el atún está a 30 euros el kilo y en otro establecimiento los vemos a 18 euros, con un aspecto rojo y brillante, hay que sospechar inmediatamente».
Los aditivos de origen vegetal no son los únicos que emplea la industria para dar mejor aspecto al pescado. Existen otros muchos conservantes que sí están autorizados, y que deben figurar en el etiquetado del pescado, aunque expertos en salud pública creen que en un futuro también se prohibirá su uso.
Actualmente los españoles consumen tres kilos de atún cada año, lo que supone seis veces más cantidad que la media mundial. Su demanda va además al alza, con el tirón que está experimentando la cocina asiática en todo el mundo.