FUENTE: El Mundo
Parecían haber muerto. Retirados del mercado por sus efectos secundarios, eran fármacos proscritos, condenados a dormir el sueño eterno en un almacén. Pero están logrando volver a la vida y aspiran a protagonizar un nuevo esplendor. En la jerga farmacológica se les conoce como medicamentos rescatados, porque se redimieron con un nuevo uso cuando su destino era caer en el olvido. Aún no son muchos, pero podrían multiplicarse gracias a las nuevas tendencias de la investigación.
El más conocido de esta nómina es, sin duda, la talidomida. El fármaco cuya historia cambió el devenir de la farmacología clínica y provocó que los controles de seguridad de los medicamentos se endurecieran no fue, sin embargo, eliminado, borrado del mapa tras la catástrofe que provocó entre finales de los 50 y principios de los 60. Sigue utilizándose hoy en día, aunque bajo estrictas normas de seguridad.
Pocos años después de que se retirara del mercado por sus graves efectos teratogénicos -nacieron más de 12.000 niños con graves malformaciones congénitas debido a su uso- un médico israelí descubrió casi por casualidad que las lesiones inflamatorias que padecían algunos de sus pacientes con lepra mejoraban significativamente al tomar el fármaco. Comenzaba así la rehabilitación del medicamento, que décadas después dio un nuevo salto al hallarse su posible utilidad frente a algunos tumores. "En 1994 se describieron por primera vez sus propiedades antiangiogénicas, lo que propició su uso en algunos tipos de cáncer. Los primeros resultados favorables se obtuvieron en mieloma múltiple y, de hecho, la Agencia Europea del Medicamento autorizó en 2008 el uso del fármaco en algunos de estos pacientes", apunta Javier García Pellicer, jefe de sección del servicio de Farmacia Hospitalaria del Hospital Universitario La Fe de Valencia y miembro de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria.
Además, la talidomida también consiguió después una autorización de uso compasivo para otros trastornos, como la enfermedad injerto contra huésped, enfermedad de Crohn o algunos tipos de artritis, entre otras indicaciones. Eso sí, su rescate está condicionado a una serie de normas; y quienes lo utilizan deben seguir un estricto protocolo que garantice su seguridad.
"Todo tratamiento con talidomida está totalmente contraindicado en mujeres embarazadas y debe ir acompañado por un programa de prevención de embarazoen todos los pacientes, tanto si son de sexo femenino o masculino, entre otros requisitos", añade García Pellicer.
A la lista de medicamentos zombis también podría unirse próximamente rimonabant, un fármaco que se presentó en 2006 como una gran promesa contra la obesidad pero que finalmente vio frustrada su fulgurante carrera debido a sus efectos secundarios. El que estaba llamado a ser una importante arma farmacológica para combatir el sobrepeso tuvo que ser retirado del mercado apenas tres años después de su autorización por los trastornos psiquiátricos graves que se asociaron a su consumo. Rimonabant ayudaba a adelgazar, pero aumentaba el riesgo de depresión, alteraciones psiquiátricas y también de suicidio, por lo que su autorización se revocó.
Sin embargo, el fármaco podría resucitar de la mano de investigadores españoles. Un equipo de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona está estudiando su efectividad para el síndrome del cromosoma X frágil, una de las causas más frecuentes de discapacidad intelectual.
Muchos de los síntomas de este trastorno, como los problemas cognitivos o la alteración de la plasticidad neuronal, explica Andrés Ozaita, líder del proyecto, se deben a un funcionamiento anormal del sistema endocanabinoide, una red de receptores neuronales que regula los procesos de recompensa, aprendizaje y memoria. Rimonabant puede ser útil para actuar sobre algunos rasgos del síndrome, explica, porque "permite modular el receptor principal de ese sistema (CB1) y bloquearlo sólo parcialmente". Los resultados preliminares de la investigación, realizada en ratones, son muy prometedores y no dan muestra de efectos adversos similares a los que provocaron la retirada del fármaco, ya que las dosis que se están evaluando son 30 veces menores que las originales.
También cisaprida, un medicamento indicado para el tratamiento del reflujo gastroesofágico cuya comercialización se suspendió en Europa en 2004 podría iniciar una nueva vida pronto, apunta García Pellicer. Caído en desgracia por los trastornos del ritmo cardiaco que se ligaron a su uso, su redención podría propiciarla un ensayo clínico que evalúa actualmente si puede ser útil en casos de esclerosis múltiple.
La búsqueda de nuevos medicamentos ya no sólo se basa en el desarrollo de nuevas moléculas. Cada vez es más habitual revisar lo ya disponible, husmear en los desvanes de las compañías farmacéuticas en busca de oportunidades de negocio, de nuevos usos para medicamentos viejos o desestimados por algún motivo. "El reposicionamiento de fármacos es una tendencia que está ganando mucho interés en los últimos años porque ahora disponemos de herramientas que permiten realizar modelos de predicción", explica Jordi Mestres, coordinador del grupo de investigación en Farmacología de Sistemas del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM), quien subraya que el big data y los nuevos métodos computacionales están abriendo vías de descubrimiento de fármacos que antes no podían explorarse, por falta de capacidad y medios.
"Por ejemplo hay plataformas informáticas en las que a partir de las características de una molécula se puede predecir el perfil de su target incluso antes de que sea sintetizada", añade el investigador, cuyo laboratorio generó la spin-off Chemotargets, todo un referente en software de predicción de farmacología y seguridad de moléculas.
El proceso, simplificándolo mucho, puede parecerse al que se ve en las series de detectives, cuando a partir de una pista se intenta localizar al culpable cruzando millones de datos.
"Se pueden buscar tanto nuevas aplicaciones de fármacos ya existentes como posibles moléculas que sirvan para enfermedades que no tienen ningún tratamiento aceptable", apunta Raúl Insa, CEO de Som Biotech, una empresa de reposicionamiento de fármacos afincada en Barcelona y especializada en enfermedades raras relacionadas con el sistema nervioso central. La compañía, nacida en 2009, ya ha conseguido reconvertir un fármaco aprobado para el Parkinson (tolcapone) como un nuevo tratamiento para la amiloidosis por transtiretina, una enfermedad rara que afecta principalmente al sistema nervioso y al tejido muscular cardiaco.
El medicamento, cuya licencia se ha vendido a una compañía farmacéutica estadounidense para que realice las últimas fases de investigación necesarias para su llegada al mercado, ha mostrado ser cuatro veces más eficaz que las líneas terapéuticas existentes hasta ahora. También han alcanzado la fase II las investigaciones con bevantolol, un betabloqueante retirado en casi todo el mundo -aunque no por razones de seguridad-, que ha mostrado una gran efectividad en el tratamiento de la enfermedad de Huntington, entre otras. "Hoy en día, un tercio de las nuevas terapias aprobadas por la Agencia Estadounidense del Medicamento (FDA) ya son fármacos reposicionados", comenta Insa. Esta estrategia, subraya, no sólo permite reducir los tiempos para que un fármaco llegue al mercado, sino también disminuir los costes de desarrollo y los riesgos totales, ya que parte de la investigación necesaria ya se ha hecho previamente.
La mayoría de los fármacos que se reposicionan no provienen de productos retirados del mercado, sino de formulaciones comercializadas para las que se intenta encontrar una nueva indicación. Pero la búsqueda es incesante. "Hay casi 10.000 compuestos farmacológicos aptos para su administración en humanos", concluye Insa. "Es un desván muy grande en el que podemos encontrar tesoros".