Un reciente estudio español ha demostrado que seguir la dieta mediterránea, enriquecida con pistachos y aceite, reduce un 30% las posibilidades de padecer diabetes gestacional

FUENTE: La Razón

En silencio y a gran velocidad. Así se propaga, de la mano de la obesidad, la diabetes, considerada ya una peligrosa epidemia. Los datos publicados el 14 de noviembre, Día Mundial de la Diabetes, no dejan lugar a dudas:415 millones de personas en todo el mundo padecen esta patología, cifra que se eleva hasta casi los seis millones de afectados en nuestro país, lo que equivale al 14% de la población. «La diabetes mellitus es una epidemia de nuestro tiempo y España no se queda atrás, pues contamos con 5.303.314 afectados con esta patología, de los que el 43% está sin diagnosticar. A esto se suma que se detectan unos 1.100 casos nuevos de diabetes tipo 1 anualmente», detalla Alfonso Valle Muñoz, miembro del Grupo de Trabajo de Diabetes de la Sociedad Española de Cardiología, quien advierte de que «la prevalencia en Europa supera actualmente el 8% y alcanzará el 9,5% en el año 2030». De hecho, es la patología crónica más prevalente en España en las mujeres y se trata de la cuarta causa de mortalidad actual entre las féminas españolas, según datos de la Federación Española de Diabetes, FEDE.

En el tablero de la enfermedad juegan un papel decisivo varias piezas, como la herencia, la edad, el estilo de vida y la alimentación. Este último es el peón más determinante, capaz de revertir, incluso, el avance de la patología. «El 80% de los diabéticos son tipo 2 asociados a la obesidad. En estas personas la enfermedad se podría haber prevenido o retrasado su aparición a edades mayores de 65 años con una dieta saludable y una vida activa con ejercicio diario», asegura Susana Monereo, directora de la Unidad de Endocrinología y Nutrición de Vithas Internacional. En esta misma línea se posiciona Alfonso Calle, jefe del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Clínico San Carlos, de Madrid, quien recuerda que «diferentes estudios han demostrado que con cambios en la alimentación, particularmente mayor adherencia a la dieta mediterránea, y realizando actividad física de forma regular, se puede reducir la aparición de la diabetes en un 30-50% de los casos».

Investigación

Prueba de cómo influye la alimentación en el desarrollo de esta patología es ladiabetes gestacional, aquella que se diagnostica por primera vez durante el embarazo, aunque no significa que siga presente después de dar a luz. Sin embargo, se trata de una amenaza grave tanto para la salud de la mujer como para el feto. Para prevenirla, la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición, SEEN, confirma que «llevar una alimentación sana, a base del patrón de la dieta mediterránea, es fundamental, así como practicar ejercicio moderado».

En este sentido, un grupo de profesionales del Instituto de Investigación Sanitaria del Hospital Clínico San Carlos y del Centro de Investigación Biomédica en Red de Diabetes y Enfermedades Metabólicas Asociadas (Ciberdem) ha demostrado hace pocas semanas que el consumo de la dieta mediterránea, enriquecida con aceite de oliva virgen y frutos secos (en concreto pistachos) durante el embarazo reduce en un 30% el riesgo de padecer diabetes gestacional. «Tanto los frutos secos, especialmente el pistacho, como el aceite de oliva virgen extra tienen efectos directos favorables metabólicos, antiinflamatorios, inmunitarios, antitrombóticos etc. Pero tan importante es lo que se come, como en lugar de qué se come. Las mujeres que disponen de aceite de oliva virgen extra y lo utilizan como única fuente de grasa para cocinar, consumen más sofritos caseros y menos comerciales, y más verduras y ensaladas. Y las féminas que toman pistachos a diario ingieren menor número de snacks comerciales u otros aperitivos ricos en grasas trans», explica Calle, quien también es investigador de Ciberdem.

Una vez que aparece la diabetes o que comienzan a asomar los primeros síntomas de su posible desarrollo, la alimentación es determinante para prevenir y controlar la enfermedad. Sin embargo, todavía existen dudas acerca de cómo llevar a cabo esta alimentación específica para tratar esta patología, pues, según la Fundación para la Diabetes, no consiste sólamente en consumir alimentos saludables, sino también en controlar la forma de comer: «Las personas que siguen tratamiento con insulina o medicación oral que pueda dar lugar a hipoglucemias deberán prestar especial atención a su dieta, manteniendo cantidades de hidratos de carbono similares en cada una de las comidas del día. Con ello, se evitarán desequilibrios que puedan causar hipoglucemia o hiperglucemia».

Por lo demás, el secreto está en llevar una dieta tan sana como la de cualquier otra persona, «y eso se traduce en que debe ser variada, equilibrada, rica en productos vegetales, legumbres, frutas, frutos secos, cereales integrales, pescados, carnes magras y aves y aceite de oliva virgen», apunta Monereo. Sin embargo, lo cierto es que las últimas investigaciones destacan el papel fundamental que juegan algunos alimentos en particular, tal y como ocurre con las legumbres o las nueces.

Más consumo de legumbres

Después de más de cuatro años de seguimiento, científicos españoles del Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición (Ciberobn) lograron demostrar a mediados de este año que el consumo de legumbres, especialmente las lentejas, se asocia con un menor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. Los efectos beneficiosos de las legumbres para prevenir esta patología se pueden explicar a través de su composición nutricional, «ya que tienen grandes cantidades de potasio y magnesio, los cuales se han asociado de forma inversa con la diabetes en grandes estudios. Además, contienen importantes cantidades de polifenoles, como el ácido fenólico y los flavonoides, los cuales poseen propiedades antioxidantes y anti-inflamatorias», asegura Nerea Becerra-Tomás, investigadora de la Unidad de Nutrición Humana de la Universitat Rovira i Virgili (Tarragona) y encargada de liderar el estudio. Pero eso no es todo, ya que las legumbres también destacan por su alto contenido en fibra, algo fundamental, pues se ha asociado a una mayor saciedad, un mejor control del peso corporal y de los niveles de glucosa en sangre. «Esta última característica va relacionada con otro posible mecanismo protector frente a la diabetes: el índice glucémico, ya que las legumbres están consideradas como un alimento con bajo índice glucémico, es decir, generan una elevación de los niveles de glucosa en sangre lentos y progresivos. En consecuencia, tras su ingesta se produce una mitigación de la secreción de insulina por parte de las células beta-pancreáticas», detalla Jordi Salas-Salvadó, investigador principal del Ciberobn y jefe de la Unidad de Nutrición y jefe clínico del Hospital Universitario Sant Joan de Reus.

Además de las legumbres, los frutos secos son el otro gran aliado para prevenir y atajar la diabetes. «En el año 2013, una investigación publicada en el ‘‘Journal of Nutrition’’ evidenció que la ingesta de dos porciones (30 gramos por porción) de nueces a la semana se asocia con una reducción del 21% del riesgo de sufrir diabetes de tipo 2 en mujeres, gracias a su alto contenido en ácidos grasos poliinsaturados, que ayudaría a reducir la resistencia a la insulina y el riesgo de desarrollar la enfermedad», recuerda Cristina Lafuente, dietista-nutricionista del centro Alimmenta. En este sentido, la investigación científica ha probado que una dieta rica en ácidos grasos omega-3 podría reducir la probabilidad de tener diabetes tipo 2 debido a su efecto antioxidante y anti-inflamatorio «y las nueces son el único fruto seco con una cantidad significativa de ácido alfa-linolénico (AAL), los ácidos grasos omega-3 de origen vegetal, sin olvidar su aporte en fibra y ácido fólico, además de algunos de sus componentes, como el magnesio, que pueden disminuir la resistencia a la insulina, lo que convierte a este fruto seco en un ingrediente perfecto a añadir en la dieta para prevenir o controlar la diabetes», destaca Lafuente, quien matiza que «un puñado de nueces al día, unas siete piezas, es la porción recomendada para obtener estos beneficios».

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