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Un incremento de más del 20% en lo que va de siglo y se espera otro incremento igual para los próximos diez años. En nuestro país más de 400.000 personas viven con discapacidad tras sufrirlo. El gasto asociado a esta enfermedad ronda el 4% del presupuesto destinado a Sanidad.
De acuerdo con los datos presentados por el INE correspondientes al año 2014, en la Comunidad Valenciana se produjeron 11.930 altas hospitales por ictus. El número total de estancias hospitalarias fue de 114.012 días, siendo 24.288 las estancias referidas a pacientes que estuvieron entre 31 días a 6 meses ingresados en el hospital.
De las 11.930 altas hospitalarias y de acuerdo con numerosos estudios, un 68% de los pacientes presentan secuelas importantes al alta hospitalaria. En consecuencia, 8.112 personas en la Comunitat Valenciana necesitaron ese año recursos de rehabilitación que disminuyeran o eliminaran sus déficits funcionales.
Estas cifras ponen de manifiesto el alcance y la gravedad del ictus, que algunos califican ya como la enfermedad del siglo XXI. Nos encontramos ante una sociedad cada vez más envejecida y la edad es uno de los principales riesgos para padecer esta enfermedad, al igual que el estrés y un estilo de vida sedentaria que provoca sobrepeso.
Pero no todo son malas noticias. Muchos de los factores de riesgo que provocan el ictus son evitables y están en nuestras manos poder controlarlos. Por eso es fundamental promover políticas que promocionen hábitos de vida saludables, ejercicio físico y el control de la tensión arterial, entre otras cuestiones. Si lo hacemos, no sólo mejoraremos nuestra salud, sino evitaremos un gasto a la Sanidad, condición necesaria si queremos sostenerla a lo largo del tiempo. La Sanidad no es gratuita, cuesta 60.000 millones de euros a todos los españoles.
Otra buena noticia sobre el ictus es el descenso de la mortalidad. A principios de este siglo, el 33% de las personas que lo sufría fallecía; actualmente este porcentaje ha disminuido al 10%. Sin embargo, la prevalencia de la enfermedad nos obliga a pensar más allá de la fase aguda, pues aunque en la mayoría de los casos se salve al paciente, más del 50% necesita rehabilitación. No olvidemos que el ictus es la primera causa de discapacidad en España.
Varios estudios argumentan que una rehabilitación intensiva y temprana, desde el momento en que el paciente está estable, produce importantes resultados. Más del 60% de los pacientes recuperará su independencia o tendrá cuidados mínimos, evitando una severa dependencia, si llevamos a cabo una rehabilitación adecuada. Hacer las cosas mal, es decir, no evitar la dependencia por falta de rehabilitación supone no sólo un grave problema para el afectado y su familia, sino un coste añadido para el sistema. En este caso con cargo a la Ley de Dependencia a lo largo de los 15 años de promedio de vida más allá del Ictus.
En definitiva, el ictus supone un grave problema que debemos atacar desde todos los frentes. Promoción de la salud, fase aguda, post aguda y cronicidad. Hacerlo no sólo es nuestra obligación para disminuir las consecuencias de la enfermedad e incrementar la salud y calidad de vida, sino que al hacerlo también dibujamos un camino por el que debe transitar nuestro Sistema Nacional de Salud.