FUENTE: Levante
Si pensamos en una persona con autismo nos viene directamente a la mente la imagen de un niño que apenas se relaciona con las demás personas, que es muy repetitivo en sus conductas y que apenas es cariñoso con sus familiares. Pero este trastorno puede tener miles de variantes y grados. Además, no sólo hay niños con autismo, también hay personas adultas con autismo.
Como reina una imagen generalmente errónea o insuficiente sobre este trastorno, el presidente de la Asociación Española de Profesionales del Autismo (AETAPI), Marcos Zamora, aclara cuáles son las dudas más frecuentes sobre lo que se conoce como los 'Trastornos del Espectro Autista' (TEA):
El autismo no es una enfermedad, aunque en muchas ocasiones puede verse asociado a diferentes tipos de trastornos (neurológicos, fisiológicos, mentales, entre otros), que acentúan las dificultades que la persona puede sufrir en relación a su adaptación y participación social.
Se trata de una condición que afecta al modo en el que una persona ve el mundo, procesa la información y actúa recíprocamente con otras personas. A estas personas les resulta difícil entender las relaciones sociales, comunicarse y actuar de forma imaginativa. Aunque un grupo de personas con TEA tiene dificultades de aprendizaje, otros tienen capacidades intelectuales iguales o superiores a la media.
En la actualidad, el autismo se define como un trastorno del desarrollo que se caracteriza, de forma genérica, por: unas alteraciones en las competencias sociales, que dificultan el establecimiento de relaciones interpersonales y la participación social; por alteraciones en las habilidades de comunicación verbal y no verbal, asociadas frecuentemente a problemas, por la capacidad de expresarse, comunicarse socialmente y compartir sus pensamientos y emociones; y a un ámbito muy restringido de intereses y actividades, que se traduce en comportamientos repetitivos, así como en conductas perseverantes que implican dificultades para afrontar los cambios, y ajustarse de forma flexible a lo que la situación requiere.
Parece claro que hay fundamentos genéticos en el autismo, pero, contrariamente a lo que ocurre, por ejemplo, con otras alteraciones que presentan una base genética claramente identificada, como el Síndrome de Down, no puede establecerse que sean los mismos en todos los casos. Parecen que existen diferentes genes implicados en diferentes tipos de Autismo y que todo esto se ve afectado por factores ambientales que alteran la genética.
La mayoría de las personas con TEA (más de las tres cuartas partes) tienen asociada una discapacidad intelectual de severidad variable y, también con cierta frecuencia, presentan uno o varios trastornos asociados, que complican su adaptación social e interfieren en su desarrollo personal. Sin embargo, hay algunas personas con TEA que no presentan una discapacidad intelectual asociada, y tienen un funcionamiento intelectual que se sitúa en la media de la población, o es superior a la misma. Este es el caso de las personas con Síndrome de Asperger
Hasta ahora la evidencia científica dice que a partir de los 18 meses, si bien no hay un indicador médico-biológico, ni un marcador físico en los niños con autismo. Todo lo que se puede identificar es a través de la observación de la conducta, viendo cómo el niño se comunica, y cuáles son las dificultades de interacción con iguales y adultos, además de la ausencia de gestos. Por ejemplo, son niños que tienen una limitación a la hora de señalar para pedir algo, o no responder cuando es llamado por su nombre.
El no mirar a los demás de forma adecuada y no desarrollar la atención conjunta, que el niño tenga dificultad para atender a lo mismo que el adulto, como cuando se le señala una avión y esperamos que él niño mire donde le señalamos. El juego es más repetitivo en estos casos y estereotipado, no el juego simbólico que caracteriza a los niños a esa edad. Y luego hay menor interés en las acciones de otros niños, no son capaces de interesarse por lo que hacen otros niños, se entretienen solos con acciones repetitivas, y desde esa etapa presentan dificultades en las habilidades de imitación.
La atención temprana es la mejor herramienta para mejorar la calidad de vida y el desarrollo de estas personas, de forma que se minimizan todas las barreras sociales y comunicativas que el trastorno presenta. Además, a lo largo de la vida son vitales las intervenciones psicoeducativas en sus habilidades sociales y comunicativas, no sólo desde la escuela, sino también desde casa.
Debe desterrarse la falsa creencia de que las personas con autismo sólo pueden vivir o desarrollarse en centros segregados, sin relación con el resto de las personas, no con la intención de marginarlas, sino de protegerlas. Esto en ningún caso debe ser así. Al contrario, la inclusión social es una de las claves para lograr una mejora de la calidad de vida de las personas con TEA y un factor esencial para incrementar sus capacidades de adaptación, su desarrollo personal y su calidad de vida.
Aunque han surgido un sinfín de remedios o terapias alternativas, ninguna ha demostrado científicamente tener impacto sobre los TEA.
Hay diferentes grados. Entonces lógicamente dependiendo del grado tendrán mas necesidades de apoyo y de intervención, y más o menos problemas a la hora de minimizar barreras. Hay parte de intervención que se orienta a intentar desarrollar al máximo estas habilidades sociales y comunicativas. Pero el grado de adaptación no depende tanto de las capacidad de la persona sino de las oportunidades que tenga en el entorno y lo que éste le pueda ofrecer y cómo le comprenda y pueda adaptarse a sus dificultades.