La hipertensión, también conocida como tensión arterial alta o elevada, es un trastorno en el que los vasos sanguíneos tienen una tensión persistentemente alta, lo que puede hacer que llegue a dañarlos. La tensión arterial es la fuerza que ejerce la sangre contra las paredes de los vasos (arterias) al ser bombeada por el corazón. Cuanto más alta es la tensión, más esfuerzo tiene que realizar el corazón para bombear. La presión máxima se obtiene en cada contracción del corazón y la mínima, con cada relajación.
Por qué es peligrosa
La hipertensión supone una mayor resistencia para el corazón, que responde aumentando su masa muscular para hacer frente a ese sobreesfuerzo. Este incremento de la masa muscular acaba siendo perjudicial porque no viene acompañado de un aumento equivalente del riego sanguíneo y puede producir insuficiencia coronaria y angina de pecho. Además, el músculo cardiaco se vuelve más irritable y se producen más arritmias.
Pero no solo eso. La hipertensión propicia otros trastornos como la arterioesclerosis y fenómenos de trombosis, que pueden producir infarto de miocardio o infarto cerebral. En el peor de los casos, la hipertensión arterial puede reblandecer las paredes de la aorta y provocar su dilatación o rotura, lo que inevitablemente causa la muerte.
Además, es muy importante tener en cuenta que, en aquellos pacientes que ya han tenido un problema cardiovascular, la hipertensión puede intensificar el daño.
Otros efectos
La hipertensión, aparte de los graves trastornos mencionados, también puede influir en otros puntos importante de nuestro cuerpo. Así, el cerebro se ve directamente afectado por la hipertensión. Cuando las arterias se vuelven rígidas y estrechas, el riego sanguíneo resulta insuficiente y provoca la aparición de infartos cerebrales. La elevación de la presión arterial también puede causar la rotura de una arteria y ocasionar una hemorragia cerebral.
La hipertensión causa rigidez en las arterias que suministran la sangre a los riñones. Pero también perjudica al propio riñón, lo que puede desembocar en una insuficiencia renal que incluso requiera diálisis. Por otro lado, si el riñón resulta dañado se puede producir un aumento de la presión arterial.
Niveles normales de presión arterial
Tratamiento y prevención
El mejor tratamiento de la hipertensión es una buena prevención que evite su aparición. Para ello es fundamental seguir un estilo de vida cardiosaludable:
Tratamiento farmacológico. El hipertenso no puede conformarse con las recomendaciones anteriores, ya que es posible que deba seguir un tratamiento farmacológico. Los resultados no siempre reflejan una reducción inmediata de la presión arterial, así que es necesario esperar un poco antes de plantearle al médico un cambio
de medicación.
Los pacientes que siguen un tratamiento antihipertensivo deben tener en cuenta estos consejos: