FUENTE: Las Provincias
No hace falta insistir una vez más en la necesidad de aplicarse protección antes de exponerse al sol (en este mismo espacio lo hemos explicado en varias ocasiones). Sin embargo, y a pesar de la insistencia de los especialistas y los medios de comunicación, muchas personas aún no son conscientes de que no basta únicamente con hacerlo cuando vamos a la playa o la piscina y en los meses de verano. Proteger la piel, especialmente para los que vivimos en el Mediterráneo, es una tarea de 365 días al año.
Dentro de esa labor, muchas mujeres recurren a los maquillajes con factor de protección por considerarlos más rápidos y cómodos que aplicarse varias cremas con diferentes finalidades y confían en ellos su protección. Una idea que, aunque con buena intención, no es del todo correcta, pues los factores de protección de estos cosméticos son muy bajos (entre siete y ocho generalmente) e insuficientes en un área geográfica como la nuestra. Así pues, aunque nuestra base de maquillaje añada protección solar deberíamos seguir usando una crema específica debajo del mismo.
«El maquillaje contiene muy poquita protección, la cual se va perdiendo a lo largo de las horas, por lo que para que nos protegiera bien tendríamos que aplicarnos muchas veces al día», explica María Luisa Bertomeu, vocal de Dermofarmacia del Colegio Oficial de Farmacéuticos, quien recomienda que si utilizamos primero una y luego otra ambas tengan la misma textura. «De esta forma se fusionarán y actuarán mejor». Para aplicarla, Bertomeu aconseja: «Sobre la piel limpia, hidratarla (algunas protectoras contienen también hidratación), protegerla y luego el maquillaje».
Otra opción válida para quienes no quieran ponerse tantas capas pero sí deseen mejorar su aspecto es la crema protectora con color. La hay con diferentes factores (8, 15, 30 y 50+), tonos y composiciones. Así, se puede encontrar en forma compacta, que se aplica con una esponjita similar a la del maquillaje; fluida, que es la alternativa más común; y la presentación quizá más novedosa, en forma de brocha, similar a las que se utilizan para aplicar polvos pero con una composición incorporada que incluye la protección solar. Como balance común subrayaremos que todas ellas resguardan de una forma más intensa y la clave está en saber elegir bien.
«Cualquier formato protege, pero a mí personalmente me gusta más el fluido porque en ciudad nos puede durar todo el día», señala la farmacéutica, quien en cualquier caso aclara: «Lo mejor es asesorarse y preguntar qué nos va mejor para nuestro tipo de piel. Por ejemplo, a las personas con una piel mixta o atópica, que sufra reacciones, les va muy bien el compacto, mientras que a quienes tienen la piel seca les recomendaremos la crema, o si sufren acné, una marca que incluya más aceites. Hay que saber que no todo sirve para todo el mundo».
Otro factor que se debe tener en cuenta a la hora de elegir la protección solar, bien tenga color o no, es el tipo de filtros que la componen. Los hay químicos o físicos. Los primeros (y simplificando mucho), reaccionan con la exposición al sol creando una reacción química que nos protege de la radiación. Los segundos están hechos con minerales y lo que hacen es reflejar los rayos ultravioleta. Estos últimos, al ser naturales, son los recomendados para quienes padecen alergias o para los bebés y también para el medio ambiente, pues no contaminan al mezclarse con el agua.
«Es importante, además, que la gente tenga en cuenta que hay medicamentos que son fotosensibles, como los anticonceptivos, el ibuprofeno o algunos antibióticos, y que en caso de tomarlos es aún más importante protegerse», concluye Bertomeu.