Fuente: ABC
El pasado verano, un estudio publicado en la revista «Human Reproduction» alertó de un declive lento pero constante en la calidad del semen de los varones del mundo Occidental. Un deterioro sostenido que, además, no parece que vaya a remitir en un futuro próximo. Pero, ¿a qué obedece este descenso en la calidad, así como en la cantidad, de los espermatozoides? Pues según las evidencias acumuladas, al tabaquismo, a la contaminación y al aumento en las tasas de sobrepeso y obesidad consecuente con la cada vez más común ‘dieta Occidental’. Entonces, y de manera similar a como sucedería al dejar de fumar y reducir la polución atmosférica, ¿puede esperarse que los cambios ‘adecuados’ en la dieta también mejorarían la calidad del semen? Pues sí. De hecho, un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad Rovira i Virgili en Reus (Tarragona) mejora la cantidad y motilidad de los espermatozoides humanos.
Como explica Albert Salas-Huetos, director de esta investigación presentada en el marco la XXXIV Reunión Anual de la Sociedad Europea de Embriología y Reproducción Humana (ESHRE) que se está celebrando en Barcelona, «nuestro trabajo muestra el papel beneficioso del consumo continuado de nueces sobre la calidad del esperma y evidencia la necesidad de una mayor investigación para el establecimiento de recomendaciones dietéticas específicas para los varones».
Mayor cantidad y calidad
Para llevar a cabo el estudio, los autores contaron con la participación de 119 varones con edades comprendidas entre los 18 y los 35 años y completamente sanos a los que, tras analizar sus muestras de sangre y esperma, se solicitó que siguieran con su dieta Occidental ‘típica’ durante un periodo de 14 semanas. Pero con una salvedad: la mitad de los participantes tuvieron que suplementar su dieta con el consumo diario de una mezcla de 60 gramos de almendras, avellanas y/o nueces.
Concluidos los 3,5 meses de estudio, los autores volvieron a evaluar tanto la sangre como el esperma –recuento, vitalidad, motilidad y morfología de los espermatozoides, así como diversos factores moleculares como la fragmentación del ADN espermático– de los participantes. ¿Y qué pasó? Pues que la suplementación de la dieta con frutos secos conllevó un incremento el 16% en el recuento de espermatozoides y unas mejoras del 4%, 6% y 1% en, respectivamente, la vitalidad, motilidad y morfología de estos espermatozoides. Unos parámetros que, como recuerdan los autores, «se encuentran directamente asociados con la fertilidad masculina».
Las nueces reducen los niveles de fragmentación del ADN espermático y, por ende, mejoran en el recuento, motilidad y morfología de los espermatozoides
Es más; el consumo de frutos secos también conllevó una reducción significativa de los niveles de fragmentación del ADN espermático, parámetro estrechamente relacionado con la infertilidad masculina. De hecho, como destacan los autores, «este cambio en los niveles de fragmentación de ADN de los gametos explicaría, cuando menos parcialmente, las mejoras en el recuento, motilidad y morfología de los espermatozoides».
En definitiva, los resultados refuerzan las evidencias que muestran que las dietas ricas en ácidos omega-3, antioxidantes –entre otros, las vitaminas C y E, el selenio y el zinc– y los folatos mejoran la calidad del semen humano. Y es que las nueces son unos alimentos muy ricos en estos nutrientes y en otros muchos productos fitoquímicos.
Hay que comer bien
Por tanto, y en el caso de los varones que, ya sea de forma natural o mediante técnicas de fertilización in vitro (FIV), quieran concebir un bebé, ¿puede asegurarse que añadir nueces a su alimentación mejorará sus probabilidades de éxito? Pues, al menos por el momento, no.
Como concluye Albert Salas-Huetos, «todavía no podemos afirmarlo basándonos únicamente en los resultados de nuestro trabajo. Pero cada vez es mayor el número de evidencias que sugieren que los cambios en los estilos de vida, caso del seguimiento de un patrón de alimentación saludable, podrían ayudar en la concepción. Y, evidentemente, las nueces son un componente clave de la saludable dieta Mediterránea».