Fuente: ABC
La menopausia, esto es, la interrupción definitiva de la menstruación una vez alcanzada la mediana edad, constituye una etapa en la vida de la mujer caracterizada por una menor producción de hormonas femeninas, fundamentalmente de estrógenos. Y dado que este menor nivel de estrógenos se asocia con la aparición de síntomas muy molestos, caso de los sofocos o las migrañas, muchas mujeres optan por recibir un tratamiento para ‘subsanarlo’. Se trata de la ‘terapia hormonal sustitutiva’ (THS), cuya idoneidad sigue siendo objeto de un acalorado debate entre los científicos. No en vano, algunos estudios han alertado de que la THS se asocia a un mayor riesgo de enfermedades tan graves y letales como el ictus y algunos tipos de cáncer. Pero, ¿no hay una alternativa menos ‘controvertida’ que la THS para paliar los sofocos? Pues es posible que sí. Y es que investigadores de la Universidad de Washington en Seattle (EE.UU.) han descubierto el interruptor cerebral para estos sofocos.
Concretamente, el estudio, publicado en la revista «Cell Reports», muestra que las neuronas denominadas ‘Kiss1’ del hipotálamo, implicadas en el control de la temperatura corporal, parecen ser el vínculo entre las fluctuaciones de las hormonas sexuales y los sofocos característicos de la menopausia. De hecho, la activación de estas Kiss1 desencadena la aparición de múltiples sofocos en los modelos animales –ratones.
Como explica Christopher Johnson, co-autor de la investigación, «dado que, por una parte, estas neuronas Kiss1 se encuentran presentes en los humanos y, por otra, las funciones que realizan en los humanos y ratones son hasta donde sabemos similares, nuestros resultados nos ofrecen una evidencia específica sobre cómo se generan los sofocos».
Interruptor cerebral
Para llevar a cabo el estudio, los autores utilizaron un modelo animal –ratones machos y hembras– al que manipularon genéticamente y administraron un virus capaz de actuar sobre las neuronas Kiss1. Y lo que vieron es que la activación de estas neuronas conllevaba una rápida elevación de la temperatura de la piel seguida de una brusca caída de la temperatura corporal. O lo que es lo mismo, un sofoco. Tanto en las hembras como en los machos.
Pero aún hay más. Con objeto de simular el descenso en la liberación de hormonas sexuales asociado a la menopausia, los autores cogieron los ratones hembra y les extrajeron sus ovarios. ¿Y qué pasó? Pues que activadas las neuronas Kiss1, los sofocos volvieron. Y con muchísima más intensidad.
Como indica Richard Palmiter, director de la investigación, «es posible que, en las hembras, el llevar la cría a término pueda requerir una capacidad para modular la temperatura corporal que se encuentra relacionada con, y a la vez separada de, la temperatura corporal circadiana».
Entonces, el circuito neuronal Kiss1, ¿es una vía independiente que asocia la temperatura corporal al sistema reproductivo o es solo una parte más de la larga red de circuitos neuronales encargados de regular la temperatura? Pues la verdad es que, como reconocen los propios autores, no se sabe. Hay que seguir investigando.
Como refiere Christopher Johnson, «si bien los sofocos en humanos suelen estar acompañados de un distrés emocional o fisiológico que resulta difícil de reproducir en un estudio con ratones, estos resultados nos dan la oportunidad de considerar cómo las neuronas Kiss1 pueden unirse a los sistemas que mantienen nuestro cuerpo funcionando normalmente incluso fuera de los estados hormonales alterados que acompañan a los sofocos».
Sea como fuere, lo que parece claro es que estas neuronas son las responsables de poner en marcha los sofocos y, por tanto, se presentan como una nueva diana neurológica –que no hormonal, tal y como sucede con la THS– para el diseño de fármacos dirigidos a prevenir estos sofocos. De hecho, ya se está llevando a cabo un ensayo clínico europeo al respecto.
Sofocos masculinos
Los sofocos en los seres humanos son una consecuencia directa de una caída brusca en los niveles de hormonas sexuales. Es decir, no son exclusivos de la menopausia. De hecho, es bien sabido que los varones que reciben terapia hormonal para el tratamiento de su cáncer de próstata también padecen sofocos. Y es que este tratamiento hormonal no es sino una ‘terapia supresora de andrógenos’, cuyo objetivo es disminuir los niveles de hormonas sexuales masculinas –o ‘andrógenos’, muy especialmente la testosterona– que ‘alimentan’ a las células del cáncer de próstata.
Como concluye Stephanie Padilla, co-autora de la investigación, «los estados hormonales que dan lugar a la aparición de sofocos, caso de los que tienen lugar en la menopausia y en el tratamiento del cáncer de próstata, son realmente muy complejos. Y en este contexto, nuestro trabajo, en el que hemos sido de generar de forma fiable una respuesta fisiológica tan robusta mediante la manipulación de un grupo de neuronas sensibles a las hormonas sexuales en una región específica del cerebro, valida los resultados de una década de investigación llevada a cabo por grupos de científicos dedicados a analizar este fenómeno».