FUENTE: La Vanguardia
Una mujer de Hamburgo que murió de esclerosis múltiple a los 36 años ha permitido identificar una proteína que está en el origen de entre el 20% y el 40% de casos de la enfermedad. Según resultados presentados esta semana en la revista Science Translational Medicine, la proteína forma parte de la microbiota intestinal humana y, en algunas personas, induce al sistema inmunitario a atacar el sistema nervioso por error.
“El próximo año tenemos previsto iniciar el ensayo clínico de un tratamiento para reeducar el sistema inmunitario de manera que se vuelva tolerante a la proteína que hemos identificado. Si el tratamiento es eficaz, podría detener la progresión de la enfermedad en los casos en que está involucrada esta proteína”, declara Mireia Sospedra, inmunóloga barcelonesa afiliada al hospital Universitario de Zurich (Suiza) y directora de la investigación. La primera autora del trabajo, que ha realizado la mayor parte de los experimentos, es Raquel Planas, otra inmunóloga catalana –concretamente, de Cardedeu- afiliada al hospital suizo.
Además de abrir una nueva vía de tratamiento, la investigación supone un avance en la comprensión de la esclerosis múltipleporque muestra cómo la microbiota intestinal puede tener un papel en su inicio. Una vez identificada una proteína de la microbiota que interviene en una parte de los casos, un próximo reto será identificar otras proteínas que expliquen el resto de casos y que permitan desarrollar tratamientos para ellos, señala Sospedra.
La enfermedad se caracteriza por una destrucción progresiva de la mielina, es decir, la sustancia que recubre las extensiones de las neuronas (o axones) y permite la transmisión de los impulsos nerviosos. Su causa se desconoce, aunque se sabe que tener antecedentes familiares es un factor de riesgo, al igual que el tabaquismo y algunas infecciones víricas. No existe un tratamiento curativo, pero sí los hay para frenar la progresión de la enfermedad, acelerar el regreso a la normalidad tras un brote y aliviar los síntomas.
“En el pasado nos hemos fijado mucho en las proteínas de la mielina que son atacadas por el sistema inmunitario”, explica Sospedra. Pero, para atacar la mielina, las células inmunitarias deben ser activadas antes por proteínas de otros órganos. Esto es lo que llevó al grupo de la Universidad de Zurich a buscarlas en la microbiota intestinal después de que otros investigadores hayan observado diferencias entre la microbiota de las personas con esclerosis múltiple y la de la población sana.
La clave fue la paciente de Hamburgo, que falleció en el 2008 cinco años después del diagnóstico –lo cual es excepcional- y cuyo cerebro pudo ser examinado tras la muerte. La investigación –en la que también ha participado el Centre d’Esclerosi Múltiple del hospital Vall d’Hebron- reveló que la paciente tenía una gran cantidad de células inmunitarias activadas contra una proteína concreta. Concretamente, contra una enzima llamada GDP-L fucosa sintasa, que está producida por varias especies de bacterias de la microbiota intestinal. En un análisis posterior de muestras de 31 pacientes con esclerosis múltiple, se vio que 12 de ellos (el 39%) tenían células inmunitarias activadas contra esta enzima en el sistema nervioso.
“Pensamos que las células inmunitarias son activadas en el intestino y después migran al cerebro”, explica Sospedra.
El tratamiento para reeducar las células inmunitarias se basa en extraer sangre de los pacientes, modificar los glóbulos rojos en el laboratorio y volverlos a transfundir. La modificación consiste en añadir fragmentos de la proteína problemática a los glóbulos rojos. De este modo, cuando los glóbulos rojos llegan al final de su vida útil y son destruidos, el sistema inmunitario interpreta que los fragmentos de proteína que presentan forman parte del propio organismo y que no deben atacarlos.
“Intentamos enseñar al sistema inmunitario a tolerar proteínas implicadas en la esclerosis múltiple aprovechando el mecanismo natural que tiene el cuerpo humano para reciclar células muertas”, explica la investigadora.
Esta estrategia se está ensayando ya en un ensayo clínico de fase 1 con diez pacientes en el hospital Universitario de Zurich. En el ensayo, iniciado antes de identificar el papel de la enzima de la microbiota en la esclerosis múltiple, se han utilizado proteínas de la mielina atacadas por el sistema inmunitario. Los resultados obtenidos hasta ahora indican que la terapia es segura.
El próximo año está previsto iniciar un ensayo de fase 2, con un número más amplio de pacientes. En este nuevo ensayo, “incluiremos también la proteína que hemos identificado ahora”, declara Sospedra. “No sabemos aún si será eficaz”, advierte. “Pero, si lo es, el hecho de que sea segura nos hace pensar que se podría administrar desde las primeras fases de la enfermedad sin temor a efectos secundarios graves”.