Una vacuna probada en ratones reduce la acumulación de los dos tipos de proteínas tóxicas asociadas con la enfermedad de Alzheimer, tau y beta-amiloide

FUENTE: ABC

 

Una vacuna de ADN administrada en la piel desencadena una respuesta inmune que reduce la acumulación de tau y beta-amiloide, las dos proteínas tóxicas relacionadas con la enfermedad de Alzheimer. Aunque el estudio se ha llevado en ratones, los resultados, que se publican en «Alzheimer's Research and Therapy», podrían allanar el camino para un ensayo clínico en humanos, ya que la vacuna no desencadena una inflamación cerebral severa que los tratamientos con anticuerpos anteriores previos en algunos pacientes.

«Este trabajo es la culminación de una década de investigación que ha demostrado repetidamente que esta vacuna puede atacar de manera efectiva y segura en modelos animales lo que creemos que puede causar la enfermedad de Alzheimer», destaca Roger Rosenberg, director fundador del Centro de Enfermedad de Alzheimer en Utah (EE.UU.). «Creo que estamos mucho más cerca de probar esta terapia en personas».

En concreto, la investigación demuestra cómo una vacuna que contiene ADN que codifica un segmento de beta-amiloide también reduce la presencia de tau en ratones diseñados para tener la enfermedad de Alzheimer. Además, la vacuna provoca una respuesta inmune diferente que puede ser segura para los humanos. Dos estudios previos del laboratorio de Rosenberg mostraron respuestas inmunes similares en conejos y monos.

Por ello, la vacuna se encuentra en la reducida lista de tratamientos prometedores de anticuerpos dirigidos a la protección contra ambos tipos de proteínas que destruyen las células cerebrales a medida que se propagan en placas y ovillos mortales en los cerebros de los pacientes con alzhéimer.

A pesar de que las investigaciones previas habían establecido que los anticuerpos reducen significativamente la acumulación de amiloide en el cerebro, el equipo de Rosenberg necesitaba encontrar una forma segura de introducirlos en el cuerpo. Algunos ensayos con vacunas similares resultaron prometedores a principios de la década de 2000, pero cuando se probó en humanos, causó inflamación cerebral en algunos pacientes.

La idea de Rosenberg fue comenzar con el ADN codificado para amiloide e inyectarlo en la piel en lugar del músculo, con el objetivo de producir un tipo diferente de respuesta inmune. Las células cutáneas inyectadas forman una cadena de tres moléculas de beta-amiloide (Aβ42), y el cuerpo responde produciendo anticuerpos que inhiben la acumulación de amiloide e indirectamente también de tau.

En este último estudio, que consta de cuatro cohortes de entre 15 y 24 ratones cada uno, se muestra que la vacuna provocó una reducción del 40% en beta-amiloide y de hasta el 50% en tau, sin que se generara una respuesta inmune adversa. Los investigadores creen que, si el amiloide y el tau son la causa de la enfermedad de Alzheimer, lograr estas reducciones en los humanos podría tener un importante valor terapéutico.

«Si la aparición de la enfermedad pudiera retrasarse incluso cinco años, sería un paso enorme para los pacientes y sus familias», señala Doris Lambracht-Washington, autora principal del estudio. «El número de casos de demencia podría reducirse a la mitad», añade.

La enfermedad de Alzheimer se caracteriza por un deterioro progresivo del cerebro a medida que las neuronas se destruyen. Es la demencia más frecuente y la sufren más de 700.000 personas en España. Si nada cambia en 2050 se duplicarán los casos. No existe un tratamiento eficaz, aunque se están investigando y probando varios anticuerpos y otras terapias en ensayos clínicos para atacar las placas de amiloide y los ovillos de tau, característicos de la enfermedad. Una estrategia, que aún se está probando para los beneficios clínicos, consiste en producir los anticuerpos en el laboratorio e inyectarlos en el cuerpo, una técnica denominada inmunización pasiva.

La estrategia más adecuada para combatir el alzhéimer, señala Rosenberg, sería permitir que el cuerpo produzca sus propios anticuerpos a través de la inmunización activa, si es que se puede hacer de manera segura. Entre las ventajas, la vacuna sería más accesible y menos costosa. También produce una variedad más amplia de tipos de anticuerpos que los anticuerpos preformados que contienen solo un anticuerpo específico, explica.

El estudio es la última contribución a décadas de investigación centrada en eliminar las proteínas tóxicas con la esperanza de prevenir o retardar la progresión de la enfermedad de Alzheimer. Los científicos también han estado tratando de desarrollar un método para diagnosticar la enfermedad en su etapa más temprana, de modo que se pueda administrar una terapia de avanzada antes de que el cerebro se deteriore.

El campo avanzó significativamente a principios de este año cuando los científicos de UT Southwestern descubrieron un "Big Bang" de la enfermedad de Alzheimer, el punto preciso en el cual una molécula de tau saludable se vuelve dañina pero aún no ha formado ovillos en el cerebro. Los hallazgos ofrecen una nueva estrategia para detectar la enfermedad devastadora antes de que se desarrolle y ha generado un esfuerzo para desarrollar tratamientos que estabilicen las proteínas tau antes de que cambien de forma

Los investigadores también están trabajando para crear una prueba de líquido cefalorraquídeo que pueda detectar tau anormal antes de que aparezcan los síntomas, prueba que sería una herramienta importante para identificar a las personas candidatas a recibir las vacunas que aún no han mostrado síntomas, pero sí presentan niveles más altos de tau y amiloide almacenados en el cerebro.

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