FUENTE: La Razón
Este elevado número de personas enganchadas al tabaco se entiende porque dejar de fumar resulta difícil generalmente. De hecho, existen estudios que afirman que el 50% de quienes dejan de fumar vuelven a engancharse a los cigarrillos. Pero, por otra parte, existe también un importante número de personas que no tienen voluntad de dejar de fumar. ¿Qué se puede hacer para mejorar la salud o reducir el daño que provoca el cigarrillo a este importante grupo?
«El objetivo siempre es que el fumador deje de fumar, pero por desgracia es muy difícil y hay que introducir otras alternativas para conseguirlo o para reducir los daños del tabaquismo», defiende el doctor Antonio Sierra, catedrático de Medicina Preventiva de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y exviceconsejero de Salud Pública del Gobierno canario. Sierra cifra en el 35% el número total de fumadores que no quieren dejar de fumar.
Medidas insuficientes
Por lo general, el colectivo médico insiste en la importancia de dejar de fumar, que es la tendencia que siguen las políticas antitabaco en España y en otros muchos países. Éstas se basan en la prevención y en la cesación. Sin embargo, el doctor Sierra defiende que este método no termina de dar los resultados esperados. «Cada vez se hace más evidente la necesidad de abordar el problema del tabaquismo desde otro enfoque. Hay que encontrar un método que permita introducir medidas complementarias para reducir el número de fumadores o los daños de fumar», explica.
El catedrático concede, asimismo, que ha habido una caída de fumadores en nuestro país como consecuencia de la crisis económica, las medidas restrictivas de publicidad de uso del tabaco y las medidas fiscales que gravan el producto y que, según sus propias palabras, hay que seguir implementando en el futuro. No obstante, considera que «no son suficientes». En España, el 46% de los hombres y el 35,8% de las mujeres declaran haber consumido tabaco en el último año.
En total, el 34% de los españoles encuestados consume tabaco de forma diaria –un 3,2% más que en 2015– según la encuesta Edades publicada recientemente por el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social. En cuanto a métodos alternativos, alrededor de 450.000 personas utilizan cigarrillos electrónicos en España.
Tanto el citado departamento ministerial como las diferentes comunidades autónomas no apoyan ninguno de los métodos alternativos al tabaco tradicional existentes actualmente. Todas estas administraciones advierten de la existencia de riesgos para la salud en los productos alternativos y desaconsejan su uso al no estar exentos de riesgos para la salud. Por el contrario, países como Reino Unido apoyan su utilización para la reducción de daños.
Debate riguroso
«El compromiso de los médicos deber ser intentar por todos los medios que la gente deje de fumar, pero lamentablemente hay un colectivo numeroso con el que no lo vamos a conseguir porque no quieren o no pueden, afirma el doctor Sierra. Según declara el propio especialista, «es fundamental que se evalúen estos productos alternativos y hay que rechazar las presiones por parte del propio Ministerio de Sanidad y los grupos antitabáquicos que pretenden evitar que se hable de estos temas en un contexto riguroso y constructivo al considerarlo una amenaza, cuando precisamente estas herramientas pueden suponer una verdadera ayuda».
Por el contrario, organismos internacionales de Reino Unido y Estado Unidos entienden que, para los que no van a dejar de fumar, hay que apoyarse en productos alternativos que sin ser inocuos, demuestran tener un importante potencial de reducción del daño. Concretamente, en Reino Unido. Las estrategias de reducción del daño en el tabaquismo representan un complemento muy potente a las políticas existentes de prevención. Éstas se basan precisamente en la introducción de alternativas de nicotina como los vaporizadores o los dispositivos de calentamiento de tabaco, entre otros. Además, los últimos datos del Ministerio de Sanidad británico, presentados en la Cámara de los Comunes, asocian a los vapeadores con mayores tasas de abandono del cigarrillo y aseguran más de 20.000 casos de éxito cada año.
La Organización Mundial de la Salud calcula que el coste de las enfermedades relacionadas con fumar es de mil millones de dólares anuales en el mundo. Por su parte, el doctor Antonio Sierra asegura que al año hay 50.000 muertes directas por fumar en España, unos 135 muertos al día. Sin embargo, defiende que no se deben al tabaco ni a la nicotina que éste contiene, sino al humo. «Hay un documento del Ministerio que dice que la nicotina crea la dependencia y el humo destruye el organismo», comenta.
El humo
Con esta teoría se explica que el problema del tabaquismo y las enfermedades derivadas del mismo están en el humo. Cuando los fumadores encienden y queman un cigarrillo se exponen a una gran cantidad de sustancias tóxicas que se producen por la combustión y entra en el organismo con la aspiración del humo.
De hecho, los científicos y médicos participantes en el Tobacco Harm Reduction Summit Spain –el primer congreso sobre la reducción de daños del tabaquismo que se celebra en España y que tuvo lugar en el mes de septiembre pasado–, se centraron en hacer entender esta idea. Inciden, asimismo, en que el peligro de fumar no está en la nicotina, sino en la combustión, que es la causante de la mayoría de sustancias tóxicas. Aseguran que la nicotina no es cancerígena, aunque reconocen que sí adictiva. De este modo, la enfermedad llega por los componentes dañinos en el humo que se producen por la combustión del cigarrillo.
El Comité de Ciencia y Tecnología del Parlamento de Westminster también publicó un informe en el que revisa los estudios realizados hasta la fecha y señala que los cigarrillos electrónicos son un 95% menos nocivos. Con este argumento insta al Gobierno del Reino Unido a implementar una regulación basada en las evidencias científicas.
Revisión científica
Recientemente, el Gobierno británico ha respondido favorablemente a las recomendaciones del Legislativo y ha mostrado su apoyo a continuar la revisión científica de los cigarrillos electrónicos y productos de tabaco calentado y compartir la información con el público.
Así, con los métodos alternativos que no utilizan combustión los componentes dañinos se reducen significativamente, lo que puede ser una solución para aquellos fumadores que no quieren dejarlo o no pueden.
Componente psicológico
Por esta razón, mantiene que en muchas ocasiones fallan a la hora de calmar la dependencia los productos sustitutivos de nicotina como los parches o los chicles. Las circunstancias mencionadas lo explican. «Lo que se trata con los cigarrillos electrónicos es que cuando un fumador que ha intentado dejar de fumar y no puede, se pase a estos modelos. O aquellos que no quieren dejar de fumar, así no pierden el componente psicológico pero reducen el daño», sentencia.
Las claves
Países como Reino Unido o Estados Unidos apuestan por alternativas que, sin ser inocuas, representan una gran oportunidad para reducir el daño de aquellos que no quieren dejar de fumar.
La prevención y la cesación son los ejes de la estrategia contra el tabaquismo en España. Sin embargo, la realidad es que este método no termina de dar los resultados esperados.