Se puede activar y desactivar a voluntad y evitar así la compulsión

FUENTE: La Razón

 

Investigadores suizos han identificado el circuito cerebral de la adicción a las drogas, que es el que controla este comportamiento compulsivo. Se trata de una región del cerebro que se extiende desde la corteza orbitofrontal, relacionada con la toma de decisiones, hasta el cuerpo estriado, implicado en el sistema de recompensa, el conjunto de mecanismos neuronales que asocia ciertas experiencias con una sensación de placer.

Los investigadores han podido establecer que activando o desactivando a voluntad este circuito cerebral, es posible estimular o detener este comportamiento compulsivo. Los resultados se publican en la revista Nature.

Mediante experimentos con ratones de laboratorio genéticamente idénticos, los investigadores de la Universidad de Ginebra observaron diferencias significativas en los cerebros de los roedores en función de si eran dependientes o eran adictos, informa Tendencias 21.

La adicción es una enfermedad que evoluciona en etapas: primero la exposición a la sustancia, luego el consumo controlado, finalmente el consumo compulsivo, que empuja a la persona a tomar una sustancia adictiva a pesar de muchos efectos negativos en su vida (deudas, aislamiento social, prisión, etc.). Según las estimaciones clínicas, solo uno de cada cinco personas pasa del uso controlado al uso compulsivo.

Los investigadores recalcan la importancia de diferenciar dependencia de adicción, dos conceptos que comúnmente se confunden, pero que realmente son diferentes: mientras que la dependencia es considerada como un patrón habitual de conducta, la adicción es una enfermedad crónica que impide a una persona dejar de consumir una sustancia, a pesar de las consecuencias negativas que tiene sobre su salud física o mental.

«Hoy en día, todavía no sabemos por qué una persona se vuelve adicta a las drogas mientras que otra no, pero gracias a este estudio, sabemos cuáles son las diferencias en la función cerebral entre estas dos categorías», explica Christian Lüscher, uno de los investigadores, en un comunicado.

“La dependencia no conduce necesariamente a la adicción, a la necesidad compulsiva de consumir. Por ejemplo, todos se vuelven dependientes a la heroína desde las primeras inyecciones, pero no todos la consumen de manera compulsiva», añade Lüscher.

Indagando en el cerebro

La cuestión que se plantearon los investigadores fue determinar qué es lo que pasa en el cerebro de alguien que pasa de la dependencia a la adicción y entra en un bucle psicológico que le impide escapar del consumo compulsivo.

Descubrieron que en los consumidores adictos, se fortalece el circuito cerebral que conecta el área de toma de decisiones con el sistema de recompensas. Y no sólo eso: también observaron que, al disminuir la actividad de este circuito, los ratones compulsivos lograron controlarse y, a la inversa, al estimularlo, volvían a ser adictos.

Todo el descubrimiento se produjo con un original experimento. En primer lugar, permitieron a los ratones estimular a voluntad su sistema cerebral de recompensa, que se activa por el uso de drogas y causa placer. Así consiguieron que los ratones recurrieran a este recurso ocasionalmente, lo que equivale al consumo controlado de drogas.

Pero luego añadieron una dificultad: en otro momento del experimento, aplicaron una ligera descarga eléctrica a los ratones cuando activaban el sistema de recompensa, para observar qué pasaba. Esta situación sería el equivalente de la adicción: se trataba de ver si los ratones seguían estimulando el sistema de recompensa o desistían al ver el efecto negativo (la descarga eléctrica).

Lo que comprobaron fue que el 40 por ciento de las ratones dejó de activar el sistema de recompensa y que el 60 por ciento continuó obteniendo placer, a pesar de la descarga eléctrica que le suponía.

Circuito activado

Como durante todo el experimento los investigadores podían observar la actividad cerebral de los ratones, descubrieron que el circuito cerebral de la adicción estaba mucho más activo en los ratones que seguían estimulando el sistema de recompensa, a pesar de la descarga eléctrica que recibían.

Y para confirmar la relación entre este circuito y la adicción, los investigadores aumentaron artificialmente la actividad neuronal de estas regiones cerebrales en los ratones que habían renunciado a seguir activando el sistema de recompensa, y descubrieron que a continuación pasaban a ser adictos. Y, al revés, cuando disminuyeron artificialmente la actividad neuronal en el circuito cerebral, los ratones que estaban adictos dejaron de estimular el sistema de recompensa.

Como todos los ratones estudiados en este experimento son genéticamente idénticos, los investigadores se preguntan qué marca la diferencia en la actividad cerebral de este circuito entre ratones que controlan el consumo de placer y los que sucumben a la adicción.

Se formulan varias hipótesis, como las contribuciones epigenéticas basadas en las experiencias de vida que hacen que cada ser vivo sea único e influya en el funcionamiento de sus genes y cerebro. Ahora que ya se conoce el circuito que causa la adicción, los investigadores se proponen averiguar qué causa la interrupción de este circuito que impide la adicción.

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