FUENTE: La Razón
Investigadores del Incliva y la Universidad de Valencia (UV) recomiendan a las personas mayores no solo caminar a diario, sino realizar ejercicio físico aeróbico y una dieta rica en proteínas para prevenir la fragilidad del anciano y la pérdida de masa muscular (sarcopenia) y envejecer de forma saludable.
Así lo ha concluido el Grupo de Investigación del Envejecimiento del Incliva y la citada Universidad que dirige el catedrático José Viña tras revisar las estrategias terapéuticas publicadas y cuyos resultados han sido publicados en la revista internacional «Free Radical Biology and Medicine».
La catedrática de la UV María del Carmen Gómez explicó que «el envejecimiento demográfico es uno de los retos más serios a los que se enfrenta el sistema sanitario español».
En este sentido, añadió que las personas mayores tienen un mayor riesgo de sufrir fragilidad y sarcopenia, desarrollando discapacidades ligadas a ellas. «Ambas son, además, dos fuentes predictoras de morbilidad y muerte y por el momento no existe aún una estrategia para tratar al anciano cuando las padece».
Según la investigadora, una de las líneas de investigación que desarrolla su grupo es estudiar cómo prevenir y revertir las enfermedades derivadas de cumplir años.
Asimismo, el análisis aborda las relaciones de la fragilidad y la sarcopenia con el estrés oxidativo y las posibles intervenciones terapéuticas para prevenirlos o tratarlos, considerando especialmente relevante el deterioro del sistema nervioso y la respuesta a la síntesis de proteínas, en el envejecimiento muscular.
En cuanto al ejercicio físico, puntualizó que el tiempo dedicado a la actividad física disminuye progresivamente a medida que envejecemos. Solo del 28 al 34 por ciento de los adultos mayores de 65 años participan en alguna actividad física de tiempo libre. «Nunca es demasiado tarde para volverse físicamente activo. Incluso las personas que antes eran sedentarias y comienzan a realizar ejercicio físico a los 85 años experimentan una esperanza de vida tres años más larga, en comparación con las personas sedentarias».
La investigadora concluye que desde su grupo proponen el entrenamiento físico como un fármaco para los ancianos.