Enero es época de propósitos para el año que ya está en marcha, y seguro que en muchas listas de buenas intenciones está la de dejar de fumar. Abandonar el consumo de tabaco es una buena decisión para la salud, pero conlleva una gran dificultad, ya que la nicotina es una de las sustancias más adictivas. La dependencia del tabaco —en mayor o menor intensidad— afecta al 95% de los consumidores de esta sustancia.
De acuerdo con el Ministerio de Sanidad, el consumo de tabaco incrementa en un 70% el riesgo de morir prematuramente por diversas enfermedades derivadas del tabaquismo. Este mayor riesgo es directamente proporcional al tiempo que se lleva fumando, a la cantidad de cigarrillos que se fuman a diario, a la profundidad de la inhalación del humo y al contenido en nicotina y alquitrán de la marca fumada.
A continuación, enumeramos los efectos nocivos que tiene el tabaco sobre el organismo, los beneficios de dejar de fumar y el papel fundamental de la Farmacia Comunitaria en la cesación tabáquica.
Según la OMS, el tabaquismo es un trastorno mental y del comportamiento que supone la primera causa aislada de enfermedad evitable, invalidez y muerte prematura en el mundo desarrollado.
Datos de la OMS indican que el tabaco mata cada año a más de 7 millones de personas, de las cuales más de 6 millones son consumidores directos y alrededor de 890.000 son no fumadores expuestos al humo. Se estima que el tabaquismo reduce una media de 22 años la esperanza de vida de una persona y que es responsable de cerca del 40% de las muertes prematuras en hombres de entre 37 y 70 años, y del 15% en las mujeres.
Según la Encuesta Nacional de Salud de 2017 llevada a cabo por el Ministerio de Sanidad, el 22,1% de la población de más de 15 años afirma fumar a diario y el 2,3% concluye ser fumador ocasional. En España, el tabaquismo llega a causar más de 50.000 muertes anuales, siendo el porcentaje de fumadores del 25,6% en hombres y del 18,8% en mujeres.
Algunas de las patologías con las que se asocia el consumo de tabaco son: cáncer (de pulmón, boca, garganta, laringe, esófago, vejiga, páncreas, estómago, riñón y cérvix); enfermedades respiratorias (enfermedad pulmonar obstructiva crónica, asma, neumonía); cardiopatías isquémicas (infarto de miocardio); hiperacidez gástrica; accidente cerebrovascular (ictus) o problemas en el desarrollo neonatal durante la gestación.
El tabaquismo es responsable de:
Más del 90% de los casos de bronquitis.
El 95% de los casos de cáncer de pulmón.
El 30% de todas las cardiopatías coronarias.
Los efectos nocivos del tabaco afectan también a los fumadores pasivos, aquellas personas que no fuman, pero inhalan el aire contaminado por el tabaco. Estos riesgos son especialmente significativos en el caso de mujeres embarazadas y niños.
- En el caso de sufrir problemas alérgicos, cardiovasculares o asma, estos se pueden ver agravados.
- Pueden llegar a sufrir las mismas enfermedades de pulmón y corazón que los fumadores.
- Durante el embarazo, aumenta el riesgo de aborto espontáneo, de nacimiento prematuro o de bajo peso al nacer.
- En niños, la exposición al humo del tabaco aumenta el riesgo de muerte súbita del lactante e incrementa el riesgo de infecciones respiratorias, asma, neumonía y otitis.
El humo del tabaco tiene aproximadamente 5.000 productos químicos y, de ellos, más de 200 son tóxicos y más de 70 se han identificado como cancerígenos. Contiene sustancias perjudiciales para la salud como alquitrán, arsénico, cadmio, níquel, formaldehido, amoniaco, acetona, cianuro de hidrógeno, metanol, monóxido de carbono, polonio, etc.
La nicotina es su principal sustancia adictiva, la cual interviene en la liberación de neurotransmisores como la noradrenalina y la dopamina y produce efectos placenteros que incitan a un consumo continuado. Por lo tanto, el tabaquismo es considerado un trastorno adictivo.
Desde el mismo momento en que deja de fumar comienza a disminuir el riesgo de padecer todas las enfermedades derivadas del consumo de tabaco. Los efectos positivos de dejar de fumar son apreciables desde las primeras semanas.
- Mejora de la respiración y forma física.
- Aumento de la energía.
- Aumento del sentido del gusto y el olfato.
- Mejora de la vida sexual.
- Mayor libertad, al dejar de lado una conducta adictiva.
- Aumento de la calidad de vida.
- Mejor aspecto de la piel, más limpia y oxigenada.
- Dientes más blancos y sanos.
El tabaquismo es una conducta compleja en la que intervienen componentes adictivos y que suele asociarse a tareas habituales de la vida diaria, como: tomar un café, cenar con amigos, una pausa en el trabajo, etc. Todo ello hace que dejar de fumar no sea una tarea fácil y que pueda ir acompañada de las dificultades propias del síndrome de abstinencia (ansiedad, irritabilidad, cansancio, aumento del apetito, insomnio, cefaleas, etc.).
Una vez se reconoce la adicción y se desea dejar de fumar, lo más conveniente es buscar ayuda de un profesional de la salud. Cuando un fumador intenta abandonar el tabaquismo por su cuenta, las posibilidades de éxito se cifran entre un 5 a 8%. En cambio, este porcentaje aumenta cuando se acompaña de un tratamiento farmacológico adecuado y el apoyo de un profesional sanitario.
El farmacéutico, como profesional sanitario más accesible a la población puede concienciar, apoyar y ayudar al fumador en el abandono del consumo de tabaco mediante el servicio de cesación tabáquica. Este servicio contribuye a la concienciación de las personas fumadoras que aún no están decididas a abandonar el tabaco y, además, ayuda a aquellos pacientes que desean cesar el tabaquismo, pero necesitan ayuda profesional. En el último caso, el farmacéutico realizará entrevistas periódicas y proporcionará toda la información necesaria sobre el tratamiento farmacológico, así como consejo farmacéutico mediante otras herramientas y motivación. El servicio se basa en un plan de atención personalizada y continuada del paciente.