FUENTE: Correo Farmacéutico
¿Qué diferencias hay entre el ácido hialurónico y los retinoides?
El ácido hialurónico, un glicosaminoglicano lineal constituido por largas cadenas de azúcares formadas por N-acetil-glucosamina y ácido glucurónico, es uno de los activos más utilizados en cosmética. Se encuentra de forma natural en la piel y las mucosas y lo sintetizan las células del organismo –en la epidermis, los queratinocitos, y en la dermis, los fibroblastos–.
En la dermis, forma parte de la matriz extracelular, es decir, el espacio que hay entre las células, y sirve para darle sostén y consistencia y, por su capacidad de atrapar agua, mantiene la piel hidratada. Según se envejece, los fibroblastos van reduciendo su funcionamiento y, destaca Elia Roó, dermatóloga y miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), “también disminuye la síntesis de ácido hialurónico”.
Durante el envejecimiento, su pérdida dará lugar a una piel deshidratada, “pero también a un tejido que no puede estirarse y luego volver a su estado inicial sin tener finas arrugas”, añaden desde el Departamento Médico del laboratorio cosmético Teoxane.
Muchos tipos de ácido hialurónico
María Jesús Lucero, profesora titular de Dermofarmacia de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Sevilla, insiste en que no todos los ácido hialurónicos son iguales, lo que repercute en su manejo en el ámbito de la cosmética. “Se le atribuye la misma denominación con independencia del número de veces que se repita la unidad básica; es decir, siempre se hablará de ácido hialurónico con independencia de si lleva 2, 3 o 1.000 unidades de ácido glucurónico y N-acetil-D-glucosamina”, apunta.
Así, dependiendo del número veces que se repita la unidad, “la molécula será más o menos larga y, en consecuencia, tendrá más o menos peso molecular. Esto está directamente relacionado con su capacidad de penetración a través del estrato córneo”.
La portavoz de la AEDV comenta que el hialurónico para aplicación tópica se utiliza en forma de sal, hialuronato, y su peso molecular influye en la capacidad de penetración. “Es una molécula de gran tamaño, por lo que no puede penetrar en profundidad. Actúa en la capa más superficial, el estrato córneo, como humectante debido a su capacidad de retener agua, favoreciendo la hidratación de la piel, creando una barrera o película protectora transparente (efecto filmógeno no oclusivo), que mejora la protección de la piel frente a sustancias nocivas, y evitando la pérdida de agua o deshidratación”, apunta. Con esto se consigue que la piel se alise y se suavice, “reduciendo su aspereza y sequedad”.
El de bajo peso molecular (ácido hialurónico fragmentado) penetra en las capas más profundas de la epidermis y mejora su elasticidad y “tiene la capacidad de regular la proliferación de queratinocitos e incrementar el grosor epidérmico”. Para Lucero, tal vez también puede tener acción en la dermis y su función “podría ser la recuperación del ácido hialurónico presente en la matriz extracelular”.
Según la funcionalidad
Según la profesora de la Universidad de Sevilla, cualquier molécula de ácido hialurónico o de sus derivados son eficaces cuando se incorporan a los productos cosméticos y la diferencia entre ellos está en la función que se persigue. “Actualmente, los laboratorios cosméticos incorporan diferentes moléculas de ácido hialurónico; por ejemplo, de alto, medio y bajo peso molecular, con el fin de tener diferentes funciones”, añade.
La experta recuerda que “si buscamos en Cosmetic ingredient database (CosIng) la palabra Hyaluronic acid aparece en cuarenta registros de diferentes derivados, desde sales sódicas, hidrolizados, acetilados, con ácidos grasos hasta con polímeros con enlaces cruzados (cross polymer)”.
Desde su punto de vista, uno de los derivados que puede ser más eficaz es la nanopartícula de oro de ácido hialurónico, formada por ácido hialurónico, tioetilamina y oro coloidal. Su gran bondad es “su elevada capacidad de penetración, que puede llegar a la dermis y favorecer la recuperación del ácido hialurónico presente en la matriz celular de la dermis”.
El Departamento Médico de Teoxane también destaca las variaciones que se producen en función del proceso de fabricación de cada laboratorio, aunque en la literatura al respeto “se definen ciertas características específicas para un relleno dérmico ideal” con hialurónico:
Según Teoxane, unas propiedades reológicas “adecuadas” son la clave para lograr el resultado estético deseado, natural y duradero. En especial, el relleno debe ser indetectable: “Realmente los pacientes desean rejuvenecerse, librarse de las arrugas, pero también desean y esperan obtener los resultados más naturales posibles, independientemente de la expresión facial que puedan tener”.
Por lo tanto, el relleno debe ser resistente a las restricciones y presiones (internas y externas), “pero también debe poder adaptarse a todos los movimientos faciales de manera similar al tejido propio”.
‘Red preservada’
Teoxane comenta su experiencia con la fabricación especial y patentada de un ácido hialurónico sintetizado a través de una red preservada. “Basándonos en nuestro conocimiento sobre el ácido y la reacción de la reticulación, creamos el proceso de red preservada para proteger mejor la longitud de sus cadenas de la degradación y optimizar el grado de reticulación”.
De esta manera, “las interacciones móviles naturales dentro de las cadenas de ácido hialurónico contribuyen a crear una red 3D que se refuerza con puntos de anclaje empleando solo cantidades limitadas de BDDE (1,9-4%)”. Los geles producidos son resistentes, en lugar de ser tan estáticos. “Es importante tener en cuenta que en nuestra dermis, el ácido hialurónico natural es muy dinámico; de hecho, la red 3D de ácido hialurónico está estabilizada por enlaces naturales y móviles”.
Cuando se aplica una presión al gel, las cadenas se pueden mover, lo que hace que el ácido hialurónico sea muy dinámico. “Esto es de crucial importancia para nuestra dermis, porque, además de mantener la arquitectura y el volumen del tejido, el ácido hialurónico y su capacidad de adaptación permiten que la piel joven vuelva a un estado de reposo (después de una sonrisa o cualquier movimiento facial) sin crear arrugas y pliegues”, apuntan.
La importancia del colágeno
El colágeno es la proteína principal del tejido conectivo y constituye alrededor del 25-35% del total de las proteínas del organismo. Es el componente mayor de la fascia, tendones, huesos, y piel. Se han identificado y descrito al menos 30 genes asociados al colágeno. Estos genes se combinan para formar al menos 20 fibras diferentes de colágeno, de los cuales los más comunes son el I, el II y el III.
La piel tiene alrededor de 14 tipos distintos responsables de la tensión cutánea. “El 80% es colágeno tipo I responsable de la fuerza tensil y el 15% colágeno tipo III, más asociado con la elasticidad. Con el envejecimiento, el colágeno se fragmenta, se desordena y se dispersa, constituyendo uno de los factores principales asociados al envejecimiento cutáneo”, apunta Elia Roó.
No obstante, matiza Lucero, el ácido hialurónico es un glucosaminoglicano y no está relacionado con el colágeno, “salvo porque forman la matriz extracelular de la dermis junto con los proteoglicanos y el resto de las fibras, elásticas y reticulares”. Por su parte, el colágeno es una fibra que se sintetiza en el fibroblasto activado “y en presencia de 3 aminoácidos: glicina, prolina e hidroxiprolina”.