FUENTE: Correo Farmacéutico
Entre el 79 y el 90 por ciento de los productos de uso diario que se encuentran dentro de las bolsas o estuches de maquillaje contienen una importante carga bacteriana. Esta es la principal conclusión arrojada por una investigación dirigida por los doctores Amreen Bashir y Peter Lambert, de la Facultad de Ciencias de la Vida y la Salud de la Universidad de Aston, en Birmingham (Reino Unido), y publicada en el Journal of Applied Microbiology.
El objetivo de este estudio microbiológico fue analizar la naturaleza y el alcance de la contaminación microbiana en cinco categorías de productos cosméticos: barra de labios, brillo o gloss labial, delineadores, máscara de pestañas y esponjas utilizadas para aplicar la base de maquillaje y difuminar los productos del contouring (técnica de definición y realce del contorno facial). Se trata, por cierto, de la primera investigación que incluye a este tipo de esponjas en concreto, un producto cosmético muy popular tal y como demuestran los 6,5 millones de unidades vendidas en todo el mundo, según refleja el estudio.
De infecciones cutáneas a problemas sistémicos
Los productos analizados procedían de donaciones de usuarios y el análisis del contenido en estos microorganismos se determinó mediante cultivo bacteriano.
Los resultados revelaron la presencia en nueve de cada diez cosméticos de bacterias que pueden producir desde infecciones cutáneas a patologías sistémicas si se usan cerca de la boca o los ojos o si penetran en alguna herida de la piel. Concretamente, en todos los tipos de productos se detectó la presencia de Staphylococus aureus, Escherichia coli y Citrobacter freundii, todas ellas patógenos que presentan un riesgo importante para la salud y son potencialmente mortales.
Respecto a las consecuencias que puede producir el contacto con la contaminación bacteriana contenida en estos estos productos, Cristina Eguren, miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) y dermatóloga de la clínica Eguren (www.dermatologiayesteticaeguren.es), explica que “bacterias como E.coli o S. aureus son microorganismos que pueden llegar a infectar heridas o encontrar vías de entrada a la piel e infectarla. Esa infección que producen puede ser de distinto tipo: localizada y leve; localizada, pero más profunda, y grave. También puede llegar, en el caso de personas con el sistema inmunológico debilitado, a extenderse y producir una sepsis o infección generalizada”.
El ‘top’ de la carga bacteriana
La presencia de estos microorganismos es especialmente significativa en las esponjas de maquillaje, ya que el estudio demostró que eran con diferencia los productos que registraban los niveles más altos de bacterias potencialmente dañinas (entre 10 2 y 10 3 unidades formadoras de colonias –CFU– por ml). La principal razón de esta importante carga bacteriana es la falta de higiene: el 93 por ciento de las esponjas analizadas no se habían lavado nunca, a pesar de que más de dos tercios de ellas (el 64 por ciento) se habían caído al suelo en algún momento durante su uso. A ello hay que unir el hecho de que se suelen guardar húmedas, lo que favorece la proliferación de bacterias dañinas y las convierte en productos especialmente susceptibles a este tipo de contaminación.
En su comentario a los resultados de la investigación, Bashir, que es profesora en Ciencias Biomédicas en la Universidad de Aston, declaró que la malas prácticas de los usuarios en lo que a la higiene de estos productos cosméticos se refiere, especialmente en el caso de las esponjas de maquillaje, resulta muy preocupante, sobre todo teniendo en cuenta que algunas de las bacterias encontradas, como la E. coli, están relacionadas con la contaminación fecal, “de ahí la necesidad de concienciar tanto a los consumidores como a la industria del maquillaje en general sobre aspectos como la necesidad de limpiar regularmente esta esponjas o los riesgos que tiene utilizar el maquillaje más allá de su fecha de caducidad”.
En este sentido, Cristina Carvajal, ingeniera química, máster en Cosmetología y Dermofarmacia y la autora del blog Cosméticos al desnudo, comenta respecto a las evidencias arrojadas por este estudio que “siempre hay que tener presente que cualquier esponja, ya sea de limpieza facial o utilizada para aplicar y difuminar el maquillaje, supone un potencial foco de bacterias. Lo importante es mantenerlas limpias pero, sobre todo, secarlas completamente antes de guardarlas, ya que la humedad es un potente caldo de cultivo para los microorganismos”.
En la misma línea, Eguren recomienda lavar este tipo de productos una vez a la semana, “y, también, renovar estas esponjas, como media, una vez al mes”.
Gesto cotidiano, riesgo inconsciente
Para los autores de la investigación, el contacto con estos niveles significativos de contaminación microbiana y de otros microorganismos patógenos durante el uso cotidiano de los productos cosméticos no sólo supone un riesgo potencial para la salud de los consumidores del que éstos no son conscientes sino que también pone en evidencia la necesidad de una mayor información y educación al respecto, que pasa porque los fabricantes se aseguren de que tanto las fechas de caducidad como los requisitos de limpieza de estos productos se reflejen de forma clara y destacada en el empaquetado, de manera que los usuarios puedan identificar los símbolos utilizados para ello.
Asimismo, según destacan Bashir y Lambert, las guías de la Unión Europea al respecto exigen el cumplimiento estricto por parte de las marcas de maquillaje de los estándares de higiene en la fabricación y establecen, en el caso concreto de la E. coli, la exigencia de que no se encuentre ningún tipo de concentración de esta bacteria en los nuevos productos cosméticos. Sin embargo, tal y como señalan los autores, estas exigencias contrastan con lo limitado de la protección que se asegura al usuario en lo que se refiere a los riesgos de contaminación bacteriana de los cosméticos una vez abiertos y en uso.
Otra cuestión planteada por los investigadores es que, en el caso concreto de los usuarios del Reino Unido, la entrada en vigor del Brexit podría traer consigo un riesgo aún mayor en este sentido, ya que esta nueva circunstancia supone dejar de estar protegidos por las regulaciones de la UE sobre estos productos y favorecer la adquisición de cosméticos procedentes de países como Estados Unidos, en los que los cosméticos no están sometidos a requisitos reglamentarios en lo que respecta a la notificación de la fecha de caducidad en el empaquetado, por ejemplo.