FUENTE: IM Farmacias
Cada 12 de marzo se celebra el Día Mundial del Glaucoma, con el objetivo de informar, prevenir y diagnosticar precozmente, sobre un grupo de enfermedades que tienen en común estar generadas por una neuropatía óptica asociada a pérdida de visión. Se estima que es la segunda causa de ceguera del mundo; que afecta a más de 60 millones de personas en todo el planeta; y que, según países, entre el 50% y el 90% de las personas afectadas no está diagnosticada. Y es que el glaucoma no produce sintomatología hasta que se degrada un 40% del nervio óptico, aumentando el riesgo de ceguera si no se controla eficazmente, pues una vez que se ha perdido parte de la visión, esta es irreversible.
En este punto, si bien el glaucoma, en la actualidad, es incurable, y en caso de que fracasen los tratamientos farmacológicos se puede recurrir a otras opciones como tratamientos quirúrgicos mediante láser y, en última opción, a una intervención quirúrgica para retirar parte de tejido, la realidad es que desde hace varias décadas existen medicamentos que contribuyen a controlar su evolución y que han experimentado grandes avances.
Tratamientos farmacológicos y papel asistencial del farmacéutico
Partiendo de que cuanto mayor es el daño del nervio óptico mayor es la pérdida de campo visual y que el objetivo de los tratamientos se sitúa en reducir en un 30% la presión intraocular, existen diferentes alternativas para afrontar esta situación, resultando muy eficaz, por ejemplo, el uso en colirios de los análogos de la postaglandina o los betabloqueantes, incorporados a la farmacología clínica hace ahora más de 20 años.
En consecuencia, y teniendo en cuenta que la mayoría de estos medicamentos son de dispensación extrahospitalaria, nos encontramos ante una dolencia en la que red de 22.000 farmacias comunitarias y los 52.000 farmacéuticos que desarrollan su labor sanitaria a través de ella son un activo que puede facilitar asesoramiento y asistencia a los pacientes de glaucoma, fundamentalmente, a través de dos vías.
La primera de ellas es actuando como un agente de salud pública que favorece la detección y el diagnóstico precoz. Para ello, por ejemplo, ante cualquier cambio brusco en la visión o cualquier otra alerta vinculada con la salud ocular, el farmacéutico deberá derivar al paciente hacia un médico, ya sea de atención primaria o un oftalmólogo, para establecer un diagnóstico y tratamiento adecuados.
La otra vía es contribuyendo a mejorar los resultados del tratamiento farmacoterapéutico. En concreto, cuando el farmacéutico dispense un medicamento para el tratamiento del glaucoma deberá asegurarse de que el paciente conoce el método para su correcta administración y uso, por tratarse de colirios de aplicación en los ojos. Entre los consejos y recomendaciones que puede efectuar se encuentra el evitar el uso de los mismos junto a la utilización de determinadas lentes de contacto blandas; establecer rutinas de aplicación de los colirios; o dejar un intervalo de entre 10 y 15 minutos entre la aplicación de distintos tratamientos en el mismo ojo.
En todo caso, una de las claves para controlar eficazmente el glaucoma es la adherencia a los tratamientos. Y es que se estima que una de cada tres personas a las que se les prescriben gotas oftálmicas para el tratamiento del glaucoma no las usan apropiadamente durante el primer año. De ahí que el farmacéutico comunitario tenga por delante una importante labor de educación sanitaria de los pacientes con glaucoma.
Punto farmacológico 140
Con el fin de promover una mayor sensibilidad ante la relevancia del glaucoma y fomentar su diagnóstico precoz y mejorar su tratamiento, el Consejo General de Colegios Farmacéuticos ha publicado el Punto Farmacológico 140, que incluye una profunda revisión, entre otros aspectos, sobre el estado actual de la terapéutica farmacológica, y el importante papel que el farmacéutico puede desarrollar en la asistencia sanitaria de los pacientes con glaucoma.