Si para algo no sirve el confinamiento, el estado de alarma y los decretos es para detener al cáncer. Cuando esta enfermedad prende en una célula, su avance es implacable. Identificar lo antes posible su presencia eleva las posibilidades de curarse; de hecho, se calcula que un 60% de las curaciones en cáncer se producen en los estadios iniciales de la enfermedad.
Con esa premisa, un consorcio científico estadounidense y británico ha desarrollado un test que detecta en una muestra de sangre si una persona está o no libre de cáncer, y en caso de tener un tumor, el órgano donde se localiza.
La prueba, según revela un estudio publicado hoy en Annals of Oncology, obtiene una tasa de falsos positivos del 0,7%, lo que significa que en menos del 1% de casos se cometería el error de indicar la presencia de cáncer en alguien que no lo sufre. Como escriben los autores en el estudio, con el cribado actual (sangre en heces) del cáncer de colon, por cada persona en la que se detecta el tumor, habría entre 22 y 27 personas que se diagnostican erróneamente.
Para el autor principal del trabajo, Michael Seiden, presidente de la red nacional US Oncology, el estudio demuestra que el test cumple los "requisitos fundamentales" para dar lugar a un análisis de sangre de detección temprana del cáncer, "aplicable a la población general".
La detección del cáncer a través del plasma es una aspiración de la medicina desde que se supo que los tumores liberan material genético en la sangre, el ADN libre de células. De hecho, la llamada "biopsia líquida" consiste en encontrar mutaciones en ese ADN circulante que aporten información sobre el tumor sin necesidad de realizar una prueba invasiva.
Con este nuevo test, los investigadores en lugar de centrarse en las mutaciones lo han hecho en los cambios químicos del ADN tumoral (la metilación). Para ello han utilizado tecnología desarrollada por la empresa californiana GRAIL, centrada en el análisis genómico tumoral, así como datos del Atlas del Genoma libre de células circulantes, un proyecto multicéntrico que recopila el ADN de los diferentes tipos de cáncer en sangre.
En total, el estudio ha partido de muestras de 6.689 participantes (2.482 con cáncer, y 4.207 sin tumores), de los que finalmente se establecieron dos grupos, para en una primera fase identificar las marcas de los tumores en sangre y en una segunda, la validación de lo que se había hallado. El análisis de sangre se dirige a más de un millón de los 30 puntos o lugares de metilación que se calculan en el genoma humano.
Los resultados de esos análisis mostraron que además de determinar la presencia del cáncer, el test mostraba con una precisión del 93% en qué tejido había aparecido, aunque ésta variaba dependiendo del tipo de tumor y del estadio en que estuviese.
Así, 12 tipos de cáncer a menudo tan letales como el de estómago, hígado, vías biliares, esófago, cabeza y cuello, pulmón, ovario, colon, ano, páncreas y vejiga, y linfoma, se detectaban, globalmente, con una fiabilidad del 67,3% en los estadios clínicos I, II y III.
La diferencia entre tumores -es llamativo, por ejemplo, que el cáncer de próstata se detecte peor que otros en las fases iniciales- puede deberse, según apunta a este periódico Seiden, "a que algunos tumores tienen una mayor fracción tumoral (proporción entre células tumorales circulantes y normales). También es probable que algunos de los tumores seleccionados sean más invasivos, aunque esto aún no se ha demostrado".
No obstante, advierte que esto no es un estudio de detección, sino de validación de la sensibilidad de la prueba sobre personas en las que se sabía que tenían cáncer. "Aún necesita más investigación para completar la validación de la prueba", escribe en un email.
Jesús García-Foncillas, director del Departamento de Oncología Médica del Hospital Fundación Jiménez Díaz, de Madrid, e investigador en el consorcio del Atlas del Genoma del Cáncer (TCGA), destaca del hallazgo que "abre una puerta de gran valor para plantear que en algunos tumores donde no tenemos una prueba de detección clara, como el de páncreas, el test alcanza un nivel de sensibilidad en el estadio I y II del 60-80%". También plantea que podría ser útil en el cáncer de ovario, donde la sensibilidad (tomando todos los estadios) se cifra en el estudio en un 96%. Con todo, considera que hay que realizar estudios más amplios con este test.
En ello coincide otro experto en este campo, Rafael López, jefe de Oncología Médica del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela, que incluso considera que este tipo de pruebas en un futuro podrían reforzar los actuales cribados de mama, cuello uterino y de colon, e impulsar los más dudosos de próstata y pulmón. El especialista añade un dato: "Para detectar un cáncer hoy en día se calcula que se necesita un cm3 de tumor, el equivalente a mil millones de células. Si pudiésemos hacerlo con 100.000 o 500.000 células, aumentaríamos la tasa de curación exponencialmente en muchos tipos de cáncer".
Ambos consideran que esta estrategia de búsqueda de metilación puede tener mayor recorrido en la biopsia líquida, pero que todavía faltan años para que un test como este llegue a la clínica. En concreto, García-Foncillas aduce que para poder utilizarse este test en el entorno clínico sería necesario simplificar la metodología del estudio. "Es poco realista, porque necesita de equipos de laboratorio entrenados en análisis de metilación, en secuenciación masiva y en análisis bioinformático; tres pilares que no son nada fáciles de hallar en el mundo hospitalario".