FUENTE: IM Farmacias
Fuera del vientre materno la capacidad de autodefensa de la piel del bebé es escasa y, por tanto, propensa a sufrir irritaciones. En los primeros meses de vida, y más que nunca, "la piel forma la única capa protectora frente al mundo exterior y esta función no se desarrolla del todo hasta cumplir los cinco años. Por eso es sumamente importante cuidarla, protegerla y no cargarla con sustancias sintéticas o perfumes artificiales", nos recuerdan los expertos de Weleda.
La higiene correcta, el cuidado de la piel -en especial si es atópica o seborreica- y la protección al sol, serán fundamentales a partir de los primeros días de vida. Y la farmacia un punto de venta y consejo primordial.
Dermatitis atópica (DA) o eccema
Un 20% de los recién nacidos tiene la piel atópica. Esta enfermedad cutánea se manifiesta en forma de rojeces e in‑ amación. Puede ser de origen hereditario, ya que los padres con dermatitis atópica suelen ser propensos a tener hijos con eczema. Aparece dentro del primer año de vida, a partir de los dos o tres meses de edad, y puede durar hasta que el niño alcanza la adolescencia o edad adulta. Se observa en el rostro, tórax anterior y cara externa de las extremidades.
Como consejos generales, hay que evitar la utilización de lana y tejidos sintéticos y optar por los de algodón. Asimismo, es conveniente un aclarado extra a la hora de lavar la ropa para que no queden restos de jabón y no utilizar suavizantes textiles. También es adecuado vigilar la temperatura ambiental, que debe ser estable entre los 18 y los 23 ºC y sin cambios bruscos.
En cuanto a los productos utilizados, hay que evitar el uso de jabones comunes, espumas y baños muy prolongados. Y recomendar dermocosméticos específicos e caces para la prevención de los molestos brotes y el mantenimiento en buen estado de la piel del bebé.
Dermatitis seborreica y costra láctea
Suele aparecer durante las primeras semanas de vida en el cuero cabelludo y las cejas, aunque en ocasiones también se da en los pliegues de las piernas, el cuello, la cara o detrás de las orejas. Esta reacción se debe a que las glándulas sebáceas producen sebo en exceso. Comienza con una erupción, aparecen ciertas rojeces y posteriormente se acaba creando una costra con escamas, en ningún caso infecciosa ni grave.
Si se observa dermatitis seborreica en la cabeza del pequeño no hay que temer lavar su cabello, sino todo lo contrario, es preferible lavarlo con más frecuencia. Eso sí, con un champú suave que ayudará a que la costra láctea desaparezca.
En este caso hay que dejar actuar unos minutos, y a continuación, pasar un cepillo de cerdas finas y suaves para ayudar a retirar las pieles muertas. Por último, es necesario aclarar la zona con agua para eliminar el exceso de producto.
Al sol: poco tiempo y bien protegidos
La protección al sol del bebé es extremadamente importante. Hay que recordar a padres y cuidadores que los efectos nocivos de la sobreexposición solar son acumulativos e irreparables. Debido a la fragilidad de la piel, los bebés menores de seis meses no deberían exponerse al sol, y hasta los 12 meses lo deberían hacer lo menos posible. En esta etapa la piel tiene menor tasa de melanina, y, por tanto, menos protección natural.
Ello implica que las quemaduras solares pueden producirse con una rapidez extrema. Los protectores solares para el bebé han sido formulados teniendo en cuenta su fragilidad y características, de ahí la importancia de su recomendación. Para su correcto funcionamiento hay que aplicarlos en cantidad generosa y repartirlos uniformemente sobre la piel media hora antes de la exposición al sol y no olvidarnos nunca de las manos, empeines y plantas de los pies, orejas y axilas.