FUENTE: La Razón
A hora todos tenemos los ojos puestos en él, pero lo cierto es que el profesor Enjuanes estudia los coronavirus desde hace nada menos que 35 años de los 40 que lleva dedicado a la Virología. Conoce bien los tres mortales para el hombre: SARS, MERS y el temido SARS-CoV-2, «sobre todo a los dos primeros», dice, y es gracias a la experiencia de todo este tiempo en estos virus que sus investigaciones en el Centro Nacional de Biotecnología, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CNB-CSIC), junto a Isabel Sola, son una de las grandes esperanzas contra el Covid-19.
-¿Podría explicarnos en qué se basa la vacuna en la que trabajan?
-Se deriva del propio virus. Ya en el 2000 diseñamos un sistema para poder modificar el virus eliminando genes responsables de su virulencia porque, cuando se hace esto, el virus se atenúa y es candidato a la vacuna. Ese año hicimos por primera vez en el mundo un virus que podíamos modificar cambiándole uno a uno todos sus genes. Es decir, habíamos generado un replicón RNA, un trozo del genoma del virus que se amplifi ca y multiplica por mil o 10.000 veces la dosis génica que codifi ca la proteína que induce protección y, sin embargo, no se puede transmitir, por tanto no se puede diseminar y por eso es seguro.
-La forma de administración de la misma también es diferente...
-Dirigimos la vacuna allí donde hace falta: la entrada del virus en el cuerpo es por las vías respiratorias, y la inmunidad en mucosas no se induce como la interna, la que va repartiendo la sangre por órganos internos. Hay que estimular el sistema inmune justo en esa mucosa respiratoria. Por eso la vacuna la administramos intranasalmente, porque la idea es que vaya a las vías respiratorias y el pulmón y allí induzca esta inmunidad que protege esas áreas. Esta inmunidad no se induce bien si se administra intramuscularmente, por un pinchazo en el brazo, por ejemplo, porque la respuesta en mucosas está compartimentalizada, que quiere decir que si inmunizas la del ojo derecho no se inmuniza la del izquierdo.
-Es, además, la única que se basa en el propio virus. ¿Qué supone eso?
-Que nosotros sepamos sí. Eso tiene grandes ventajas y algún inconveniente. La ventaja es que expresa muchas proteínas del virus y todas ellas pueden ser inmunogénicas y contribuir a la protección. Llevamos varias proteínas virales que inducen protección mediada bien por anticuerpos, bien por linfocitos T, que son esenciales para eliminar células del organismo infectadas por el virus. Esto es muy importante. La otra cosa es la estrategia para la administración con un spray intranasal, para inducir una inmunidad local en mucosas. Los inconvenientes son que la vacuna es un poco más compleja que otras, es menos conocida porque es más original y, a la hora de que fuera aprobada por las agencias que regulan la administración de los medicamentos siempre cuesta un poco más cuando un producto es totalmente nuevo que cuando ya se ha usado anteriormente.
-Al usar el virus completo van más despacio pero su protección es más compleja. ¿Qué efectividad tendrá?
-Es así en principio, precisamente porque al producir la inmunidad localmente ésta puede ser de mayor intensidad y de más larga duración. Mientras la sistémica puede durar 30 años, la de las mucosas lo hace uno, dos, tres años, pero no más. Entonces, si no es de una gran intensidad no es efectiva. Por tanto, es importante que una vacuna de las características de la nuestra exprese los antígenos productores precisamente en las mucosas respiratorias, que se amplifique ahí. Es decir, que si nosotros damos una dosis de 100 ésta se pueda multiplicar por mil para que se amplifique mucho la cantidad de antígeno que se produce. Esto no lo tienen otras vacunas, también basadas en moléculas de RNA pero que no se amplifican, y eso hace que no suelan ser efectivas con una sola dosis, sino que se tienen que administrar tres o incluso más para que la inmunidad que inducen sea suficientemente alta. Esperamos que, aunque vayamos más lento, tenga una mayor potencia y de una inmunidad más fuerte y de más larga duración con una sola dosis. Pero que en ningún caso tanto como la sistémica.
-La pregunta del millón: ¿para cuándo podrá estar disponible su vacuna?
-Ya tenemos casi el prototipo construido porque estamos siguiendo nuestra experiencia con el MERS que vimos que daba una protección del 100% en modelos animales experimentales. Lo tendremos, en el peor de los casos en septiembre. Posteriormente, ya estamos preparados para hacer los ensayos en modelos animales (ratones transgénicos que hemos humanizado para ser susceptibles al virus); si no hay efectos secundarios negativos y la protección es buena, lo cual es altamente probable, pasaríamos hacia finales de año a hacer evaluaciones en monos macacos. Y, si todo va bien, los primeros meses de 2021 haríamos los ensayos clínicos en humanos fase 1, 2 y 3 que se extenderían a lo largo del año que viene. Si todo fuera perfecto, para el próximo invierno podríamos tener un producto ya casi listo.
-¿Y podremos producir en España su vacuna? Porque no hay plantas de vacunas humanas en el país...
-Tanto el Ministerio de Ciencia como el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) han formado un consorcio, liderado por el CSIC, y en este participan distintas compañías. Hay una española y dos extranjeras (una belga y una francesa-hungara) de primera línea en cuestión de competitividad. La colaboración y complementariedad de estas compañías pueden facilitar mucho el proceso desde el punto de vista tecnológico como de inversión para desarrollarla. Un detalle muy importante es que una extranjera que va a participar con toda seguridad, probablemente promocionaría la construcción de una fábrica de vacunas aquí. No es que se hiciese desde cero, sino que, asociada a una que ya esté con experiencia, que la tenemos en España para salud animal, se extendería esta fábrica haciendo un montaje con nueva tecnología que permitiría hacer el escalado de la producción.
-¿Se hará entonces aquí?
-Esa es la intención, al menos, para las tres vacunas que se investigan en España y van más avanzadas. Igual el primer lote hay que hacerlo fuera, pero la intención es que, definitivamente, se haga aquí.
-¿Y está ya cerrado el acuerdo?
-Está muy avanzado, hemos tenido varias reuniones. Le puedo adelantar que esta semana hay una reunión en Madrid en el CSIC para ir organizándolo todo, dar forma jurídica, etc. y que todos se conozcan. Como decía, está liderado por el CSIC, fundamentalmente por Jesús Marco, vicepresidente de Ciencia y Tecnología, y vamos lentamente pero con paso seguro porque hay muy buen entendimiento.
-¿Qué opinión le merecen los proyectos que están más desarrollados?
-Todas las vacunas hacen falta. Unas porque son más sencillas y se pueden aprobar con mayor rapidez (y estamos en un momento de urgencia), pero la propia sencillez les lleva a ser menos potentes. Tanto la china de Cansino como la de Oxford están basadas en la aplicación de un vector viral (un adenovirus, que son virus muy complejos a los que se les han eliminado los genes que inducen patogenicidad) y se conoce desde hace tiempo. En el caso de la vacuna china yo creo que ha cometido un error garrafal –que me sorprende, porque yo esto lo sabía desde hace, no exagero, 15 o 20 años–, y es que la han basado en un adenovirus humano, el 5, y el fracaso está siendo que cuando la administran muchas personas ya han sido infectadas por ese virus y neutralizan la vacuna, por tanto es poco efectiva. Los de Oxford han usado un adenovirus de macacos y parece que funciona bien. Estos adenovirus tienen también la ventaja de que se replican con títulos muy altos y por tanto suelen tener una potencia bastante alta. La mayor limitación que le veo es que la vía de administración es intramuscular. Funcionan algo porque son muy potentes y algo llega a las mucosas para poder inducir una inmunidad local. Ocurre parecido con la vacuna, también muy potente, incluso más que las basadas en adenovirus, que está haciendo aquí el grupo de Mariano Esteban basada en el de la viruela, que es potentísimo y se multiplica muy bien, induce una gran respuesta. Estas vacunas tienen la ventaja de que se basan en vectores virales que son conocidos, ya se sabe mucho de su seguridad y su diseño es muy rápido. La americana de Moderna es también muy sencilla con componentes químicamente definidos, eso es muy apreciado, no se replica, está basada en un RNA pequeño que expresa la proteína que induce anticuerpos neutralizantes pero, en contraste a la nuestra, este RNA no se amplifica. Entonces es segura, porque no se puede replicar, no está basada en un virus, con lo cual tiene una gran tendencia a ser más inocua, pero no suele bastar con una dosis.
En propias carnes
A finales de marzo saltó la noticia de que el profesor Enjuanes estaba en cuarentena porque tenía el Covid-19. «Sí, bueno, esto nunca se sabe a ciencia cierta, lo que no hay duda es que di positivo por PCR. Siempre estuve asintomático, estas cosas pueden ser un positivo real o no por muchas razones porque he trabajado casi toda mi vida en coronavirus y entonces tenemos una cierta inmunidad de linfocitos T, preferentemente, que nos puede proteger. Entonces el virus entra y lo vences enseguida, con lo cual no te da tiempo a producir anticuerpos, por lo que yo no he podido confirmar que realmente haya estado infectado, he sido totalmente asintomático», cuenta.