FUENTE: La Vanguardia
Los tratamientos oncológicos no agravan la Covid. Todos se pueden seguir sin más riesgos que los que tiene toda la población en general ante el coronavirus. Es la principal conclusión de un estudio aún abierto en el que han participado varios hospitales catalanes, como Vall d’Hebron, el Clínic y el ICO.
La cohorte de pacientes que han participado para dilucidar estos temores que crecieron durante los primeros meses de pandemia es importante: 890 personas con diversos tumores y tratamientos. Los resultados se han publicado en la revista Cancer Discovery.
“Hubo mucha especulación sobre qué podía pasar y se impuso la máxima prudencia. La mayoría de servicios de oncología aplicaron la norma de mantener solo los tratamientos que podían tener un claro beneficio para ese paciente: Cuando no se podía demorar porque era vital, también aquellos que sabemos que podrían ser definitivamente curativos y los potencialmente más eficaces”, resume Juan Aguilar, oncólogo de Vall d’Hebron y uno de los participantes en el estudio que ha dirigido el Imperial College de Londres.
La primera duda que asaltó a los oncólogos fue ante la quimioterapia, que debilita el sistema inmunitario. Ese efecto en una infección hizo temer que mantenerla supusiera un riesgo añadido para la respuesta de sus pacientes ante el virus. Pero no ha sido así. También con las inmunoterapias: a medida que se iba conociendo la tormenta inmunitaria que se producía en los pacientes de Covid que acababan siendo los más graves, el miedo fue que el tratamiento oncológico que tantos pacientes siguen favoreciera esa reacción y agravara a quienes contrajeran el coronavirus. Tampoco fue así. Y el desmentido se ha repetido de igual modo en los tratamientos celulares dirigidos.
El estudio está abierto, “y ahora queremos analizar por subgrupos. Por ejemplo en cáncer de mama, por si hubiera algún elemento protector”, señala Aguilar.
Los factores de riesgo para que la Covid sea más grave son los mismos que para el resto de la población sin cáncer: ser hombre, mayor de 65 años y tener otras enfermedades a la vez.
La sociedad europea de Oncología, la ESMO, publicó ayer sus recomendaciones sobre el tema, en total sintonía con este estudio. Alienta a los oncólogos a no interrumpir los tratamientos que puedan tener impacto en la supervivencia general. Y animan a no etiquetar a sus pacientes de cáncer como personas vulnerables a la infección. Porque no hay evidencia de tal cosa. Y, en cambio, “las implicaciones han sido importantes, porque se han retrasado o interrumpido durante meses tratamientos y creo que veremos el impacto de este enfoque excesivamente preventivo en un futuro próximo”, dice en un comunicado Gioseppe Curigliano, oncólogo del Instituto Europeo de Oncología de Milán.
A la espera de esa evaluación, hospitales como Vall d’Hebron reconocen que algunos hábitos adquiridos en plena emergencia se quedan y suponen mejoras para los pacientes. Por ejemplo, ante el enorme miedo a ir al hospital, empezaron con visitas telemáticas. “Y muchas visitas de control en personas que ya han terminado el tratamiento suponían dos horas de espera para que te dijeran que todo estaba bien. Intentamos ahora que no pase y que las analíticas puedan hacerse en atención primaria, al lado de casa y la confirmación de ‘todo está bien, por teléfono”, indica Aguilar. Han ganado agilidad y los pacientes han ahorrado muchos desplazamientos que ahora parecen inútiles.
También ha mejorado la atención paliativa en casa. Al verse obligados a no ingresar en el hospital, el sistema se ha engrasado notablemente y son muchos los pacientes que usan dispositivos para el control de dolor en sus domicilios y bajo control de los equipos de PADES, sin necesidad de pasar para cada cosa por el hospital. El sistema sanitario parece fiarse más de sí mismo.