El calor puede agravar algunos problemas circulatorios, entre los que se incluyen las varices, que se forman cuando no existe un retorno correcto de la sangre desde diferentes partes del cuerpo al corazón, dando lugar a la insuficiencia venosa y originando una dilatación anormal de una vena que deriva en diversos síntomas y problemas.
Cabe señalar que el sistema circulatorio está compuesto de venas y arterias que juegan un papel fundamental, puesto que transportan la sangre desde el corazón al resto del cuerpo (arterias) y desde los diferentes órganos de vuelta al corazón (venas). El retorno de la sangre se debe a la acción de las válvulas que están situadas en las paredes de las venas, ya que, con su forma semilunar, impiden el retroceso de la sangre y permiten el flujo de esta hacia el corazón.
En ocasiones, las venas pueden tener un daño en las válvulas que impide que cierren correctamente. Sumado al calor, las piernas pierden elasticidad, dilatándose y favoreciendo la separación de las válvulas. Esto tiene como consecuencia que la sangre se acumule, lo que se manifiesta en la formación de varices. Estas pueden darse en diferentes partes del cuerpo como en las piernas (varices propiamente dichas) y la zona anal(hemorroides).
Varices en las piernas
Las personas que tienen varices suelen experimentar pesadez, dolor de piernas, hormigueo, hinchazón, calambres y venas varicosas. En concreto, las venas varicosas están presentes en aproximadamente un tercio de la población mundial entre 18 y 64 años, con una prevalencia que aumenta durante el embarazo hasta un 72%.
Para asegurar la circulación de la sangre en las piernas, hay dos sistemas que permiten el flujo de sangre en dirección ascendente al corazón. El primer sistema se basa en las válvulas, mientras que el segundo sistema está formado por los músculos. Al encontrarse las venas entre los músculos, con cada paso se produce una contracción muscular que las comprime, dando lugar a un movimiento ascendente de la sangre. Sin embargo, el sistema de válvulas pierde eficacia durante el verano impidiendo la correcta circulación de la sangre.
Además del calor, existen otros factores de riesgo para la aparición de las varices como el sexo (las mujeres tienen mayor riesgo respecto a los hombres), la edad (a mayor edad, mayor riesgo), la obesidad, el sedentarismo, permanecer muchas horas de pie, el embarazo y algunos medicamentos (como por ejemplo los anticonceptivos orales).
Aunque hay factores sobre los que se pueden actuar para mejorar las varices como, por ejemplo:
Actualmente se utiliza la terapia compresiva basada en las medias de compresión. Hay diferentes longitudes dependiendo de las necesidades de la persona. Algunas se colocan desde el tobillo al muslo y otras solamente hasta la rodilla. Se deben utilizar desde primera hora de la mañana y con una duración máxima de 3 a 6 meses. Además, según la compresión podemos encontrar estos tipos:
El médico prescribirá unas medias de compresión según las necesidades de la persona.
Hemorroides
Popularmente conocidas como almorranas, las hemorroides son en realidad dilataciones a modo de nódulos varicosos de las venas del plexo hemorroidal, que contiene un conjunto de venas y arterias pequeñas que irrigan con sangre la zona anal y que, cuando se dilatan, incrementan su volumen. Esto da lugar a las hemorroides que, son comunes durante el embarazo, el estreñimiento crónico, la diarrea o por envejecimiento.
Sin embargo, no todas las hemorroides son iguales, ya que varían según sus síntomas y su localización (internas o externas). Las internas generalmente se detectan cuando percibimos sangrados en las deposiciones y no se pueden observar, ya que se prolapsan a través del ano. Tienen un menor número de fibras nerviosas por lo que el dolor no es significativo. Según el prolapso, se distinguen diferentes grados:
En cambio, las hemorroides externas están alrededor del año y son fácilmente detectables ya que el paciente siente dolor al estar cubiertas por un mayor número de fibras sensitivas.
No siempre es posible prevenir las hemorroides ya que existen factores hereditarios. Sin embargo, se pueden evitar siguiendo las siguientes medidas:
A lo largo del embarazo, se deben seguir exclusivamente las medidas higiénico-dietéticas y durante la lactancia, además, se pueden utilizar los productos astringentes y vasoprotectores, aunque, se recomienda consultar con el médico ante cualquier duda.
Tratamiento para las alteraciones vasculares
En concreto, el tratamiento farmacológico para las hemorroides se basa en el uso de analgésicos y antiinflamatorios para paliar los síntomas, así como la aplicación de fármacos de forma localizada (vía tópica) con el uso de pomadas. Existe una amplia gama de tratamientos tópicos y muchos están compuestos por la combinación de los siguientes ingredientes:
Para el tratamiento de la mejora del edema, sensación de pesadez y otros síntomas asociados a la IVC, se indican los fármacos venotónicos que engloban:
Además, entre las plantas medicinales con mayor evidencia científica para el tratamiento de problemas venosos, destacan el castaño de indias, el rusco y la centella asiática. Especialmente estos dos primeros con efectividad en varices y hemorroides principalmente por las propiedades venotónicas, vasoconstrictoras, vasoprotectoras y antiedematosas. A continuación, se detalla sobre estas plantas medicinales:
Junto a las mencionadas anteriormente, existen otras drogas vegetales que también tienen propiedades beneficiosas para varices y hemorroides, que se resumen a continuación:
La fitoterapia ha demostrado ser un tratamiento efectivo en trastornos hemorroidales y varicosos. Es por ello por lo que los tratamientos fitoterápicos, junto con un cambio en el estilo de vida y la incorporación de las medidas higiénico dietéticas mencionadas, son una forma de mejorar las varices desarrolladas. Sumado a que el farmacéutico es el profesional sanitario ligado por su experiencia y conocimiento en fitoterapia es quien recomendará con mayor seguridad en relación con las plantas medicinales.