FUENTE: EfeSalud
El frenillo sublingual es una membrana situada bajo la lengua. La anquiloglosia o lengua anclada ocurre cuando el frenillo lingual es anormalmente corto y poco elástico y puede restringir algunos movimientos de esta.
Según la Asociación Española de Pediatría (AEP) esta patología afecta a entre el 1,7% y 4,8% de los neonatos siendo tres veces más frecuente en los niños que en las niñas. Como consecuencia, los recién nacidos tienen problemas en la lactanciaal tener dificultad en la movilidad lingual y no poder succionar adecuadamente.
La AEP indica que hay diferentes tipos de frenillo sublingual. El más común es el que llega hasta la punta de la lengua. También existe el frenillo submucoso, que no se ve a simple vista, pero ancla la lengua al suelo de la boca dándole una forma de cuchara.
El cirujano pediátrico y responsable de la Unidad de Pediatría del Hospital Vithas Málaga y Vithas Xanit Internacional, Juan Pérez, aconseja tratar esta patología lo antes posible para evitar cualquier futuro problema derivado de la anquiloglosia.
“Frenillo sublingual tenemos todos, pero hay un tipo de frenillo que ancla más la lengua e impide la correcta succión y la dicción posterior”, explica el doctor Pérez a EFEsalud. Ese anclaje, dependiendo del grado, impide la movilización perfecta de la lengua.
El tamaño lingual se hereda, aunque el cirujano pediátrico indica que esta patología no tiene por qué ser hereditaria. Sin embargo, en algunas ocasiones el frenillo patológicamente es más grueso y corto provocando un mayor anclaje.
¿Cómo se trata la anquiloglosia?
La solución a la anquiloglosia es quirúrgica. Aunque, según apunta el doctor, lo primero es valorar el grado de anclaje que sufre el bebé.
“Por mi experiencia, siempre aconsejo que cuando se tiene frenillo, sea de un grado u otro, hay que cortarlo”, indica Pérez. Este insiste en que es necesario darle a esta patología la importancia que realmente tiene y más cuando “es fácil de diagnosticar y tratar”.
El procedimiento se denomina frenulotomía. Consiste en cortar el frenillo con bisturí o tijeras (cirugía convencional) o láser. “Es un procedimiento muy sencillo, técnicamente es un corte”, indica el doctor. Los resultados son inmediatos.
Algo a tener en cuenta es que la solución es la misma independientemente de la edad del bebé, pero la forma de proceder no. “En un lactante se puede hacer con un tipo de anestesia, que suele ser local, pero a partir de los 10 meses al niño hay que anestesiarlo”, explica Pérez.
Para evitar el dolor, al bebé se le pone un spray en la zona sublingual. Si el niño es más mayor (entre 10-12 meses), es necesario que vaya a quirófano y utilizar anestesia inhalatoria. Por eso, el doctor Juan Pérez recomienda realizar la cirugía cuanto antes.
Consecuencias en los niños
En algunas ocasiones, según indica la Asociación Española de Pediatría, puede no existir ninguna consecuencia porque los bebés pueden amamantar bien por la elasticidad del frenillo o las características de la boca. Otras veces, sin embargo, presentan muchos problemas:
El doctor Pérez indica que a parte de los problemas de succión del bebé derivados de la limitación en los movimientos de la lengua, a largo plazo también puede haber problemas en la dicción.
“La lengua anclada impide que esta suba totalmente al paladar y que no se escape aire por los lados. La erre cuando se escapa el aire ya no es erre”, ejemplifica el pediatra.
En estos casos, Pérez explica que la frenulotomía resuelve el problema del frenillo, pero es necesaria una rehabilitación posterior con logopedas.
Consecuencias en la madre
El cirujano pediátrico indica que los bebés, al principio, siempre tienen problemas de inadaptación.
“Los bebés tienen que adaptarse a la succión, que es un mecanismo reflejo, a la forma del pezón o al cansancio de la lactancia”, explica. A veces, esos problemas son provocados por el frenillo y repercuten directamente en la madre.
Entre los diferentes problemas que sufren las madres que amamantan la AEP destaca: