FUENTE: La Razón
La doctora Clotilde Vázquez, jefa del departamento de Endocrinología y Nutrición de los hospitales universitarios Fundación Jiménez Díaz, Rey Juan Carlos, Infanta Elena y General de Villalba de Madrid, es autora del libro ‘Klimaterio. Historia de mujeres y hormonas’, en el que analiza los componentes hormonales, psicológicos, sociales y de salud de la menopausia, un periodo por el que algunas mujeres “transitan con problemas, sufrimiento y, demasiadas veces, también incomprensión”. Aquí, responde diez preguntas sobre esta etapa tan importante para la salud femenina:
Yo diría que existe una inhibición por parte de las mujeres. Y creo que la causa es que hablar abiertamente de la menopausia sigue vinculado a la idea de “ya estoy mayor, me hago ‘invisible’, lo voy a pasar mal…” En la mayoría de las mujeres resuena la experiencia de sus madres, tías… como un período difícil, con muchos cambios visibles que a veces son “humillantes” o feos: los sofocos, el aumento de peso, perder la cintura, cambios de talla de ropa, caída del cabello, cambios en el estado emocional, dificultad para dormir…
2 ¿Cómo influye la aparición de la menopausia en la salud de la mujer? ¿Cuáles son los cambios más drásticos que se producen?
Depende mucho del estado previo metabólico y de salud de la mujer pero, sobre todo, de la velocidad del descenso en la producción de estrógenos y progesterona por parte del ovario, con la correspondiente elevación de dos hormonas hipofisarias, la FSH y la LH. Cuanto más brusco sea el cese, mayor repercusión emocional, sofocos, insomnio… a corto plazo y consecuencias a medio plazo a nivel cardiovascular, óseo, sobre la piel, cabello, acúmulo de grasa central, alteración del epitelio vaginal, incontinencia y síntomas en la esfera sexual. Algunas mujeres con exceso de grasa se “defienden” del cese de la función ovárica porque el tejido adiposo subcutáneo sintetiza “estrona”, un estrógeno débil que, en cierto modo, atenúa el déficit estrogénico. Otras, la minoría, tienen una transición suave y pocos síntomas.
En conjunto, el climaterio, que equivale a lo que también llamamos “peri-menopausia”, es un período que puede empezar antes del cese de las reglas, de grandes cambios para las mujeres, en el que es muy aconsejable el asesoramiento para conocer objetivamente la situación ginecológica, metabólica y endocrinológica y hacer un seguimiento.
3 ¿Y a nivel psicológico? ¿Qué consecuencias suele tener en las mujeres?
Más adelante, si se van imponiendo síntomas como ganancia de peso, pérdida de cabello, sofocos frecuentes, sequedad de piel y vaginal, aparición de arrugas, etc, las mujeres van experimentando un cierto rechazo y falta de autoestima, que hay que intentar atajar. Muchas dicen que se han vuelto invisibles, se sienten envejecidas y más feas, que no sienten atracción por sus parejas (ausencia de libido)… En definitiva, que de repente, a una edad en la que son activas y se sentían jóvenes, bajan varios escalones en su calidad de vida.
4 ¿El hecho de tener enfermedades crónicas de base, como diabetes, cáncer de mama o hipertensión, puede influir en el desarrollo de la menopausia en la mujer?
Por supuesto. En el caso de la diabetes, puede desencadenarse una inestabilidad mayor en el control glucémico, además de una mayor elevación del colesterol y la tensión arterial que, junto a la frecuente ganancia de grasa, empeoran el riesgo cardiovascular. Por eso creo que cuando una mujer ya padece una enfermedad crónica que afecta al metabolismo o al sistema cardiovascular, es más importante tener un asesoramiento global y no “despachar” el asunto pensando que un tratamiento hormonal sustitutivo es un riesgo añadido, porque puede ser todo lo contrario. Conviene recordar que, a partir de la menopausia, la primera causa de muerte de una mujer es la cardiovascular, y si se padece diabetes, hipertensión, y dislipemia, ese riesgo se quintuplica, por lo que hay que tomar muy en serio la menopausia.
El caso del cáncer de mama es muy distinto. Habitualmente, tras la extirpación del tumor, se utilizan tratamientos antiestrogénicos durante varios años para evitar las recidivas. Esto ha salvado muchas vidas, pero el efecto secundario de esa “castración bioquímica” es una menopausia muy sintomática. Aquí de nuevo es muy importante que la pueda comprender lo que le sucede, ser evaluada en todas las repercusiones cardiovasculares, metabólicas, ponderales, psicológicas, sexuales… y recibir una respuesta conveniente, en ausencia de estrógenos. La escucha y el relato solvente de la explicación de sus síntomas es ya un elemento terapéutico potente. Y a partir de ahí, se buscan alternativas para mejorar la calidad de vida y los riesgos de la falta de estrógenos.
5 Cada vez vivimos más y con mejor calidad de vida. ¿La llegada de la menopausia también se está retrasando?
6 ¿Es aconsejable acudir a un especialista antes incluso de la llegada de los primeros síntomas de la menopausia para comenzar a controlar la situación? ¿Podría ser beneficioso ese control precoz?
Sin angustiarse ni medicalizar la situación, creo firmemente que cuando se comienza a tener “desarreglos” en la menstruación o se inician síntomas compatibles con menopausia, es útil acudir a una consulta para evaluar la situación, analizar el escenario objetivo en el que está la mujer y acordar un planteamiento a corto y medio plazo.
7 Ante la aparición de los primeros síntomas de la menopausia, ¿en qué consiste el tratamiento integral?
Además de los síntomas de origen hormonal, pueden aparecer sangrados abundantes, miomas u otros problemas ginecológicos, además de la importancia de la prevención del cáncer de mama, útero y ovario. Por eso es crucial la colaboración entre Ginecología, Endocrinología y a veces otras especialidades. El papel de los médicos de familia puede ser integrar y acoger los diferentes problemas que puedan surgir, dando un seguimiento más cercano.
8 Habitualmente se piensa que los “achaques” propios de la menopausia hay que “aguantarlos” porque es lo que toca, pero, ¿cómo se puede llevar este cambio natural de la forma más saludable posible?
La cuestión no es aguantar o no. Es saber que en la menopausia hay un cese de producción de hormonas que puede producir síntomas y consecuencias para la salud a corto, medio y largo plazo. La clave es estudiar todos los aspectos, realizar las mediciones pertinentes y, una vez objetivada la situación, tener un diagnóstico y un tratamiento hormonal, si procede. Y siempre a las dosis personalizadas para no caer en una hiperestrogenización que conllevaría incrementar el riesgo de cáncer hormono dependiente.
9 Tradicionalmente se optaba por hormonar a la mujer. ¿A qué tipo de tratamiento se da prioridad actualmente?
Eso fue así hasta que, hace casi 20 años, dos estudios epidemiológicos muy importantes, dieron la voz de alarma de un incremento en el cáncer de mama, lo que supuso una interrupción casi total en los tratamientos sustitutivos. Esos estudios han sido muy matizados y contrarrestados por otros. La mayor crítica a esos resultados es que la edad de las mujeres era avanzada y las dosis de tratamiento no estaban individualizadas. Eso nos enseñó la importancia de un tratamiento precoz, para evitar que el endotelio degenere, y a las dosis mínimas que sustituyan una función ovárica de una mujer de 50, y no de 30 años en pleno funcionamiento de la glándula, evitando así una hiperestrogenizacion.
Actualmente, la Sociedad Internacional de Menopausia sienta claramente las indicaciones y contraindicaciones del tratamiento hormonal sustitutivo, y recomienda iniciarlo en lo que llama el periodo ventana, precozmente, cuando es más eficaz la prevención cardiovascular, ósea y metabólica.
10 ¿Cuáles son las principales novedades en cuanto al abordaje de la menopausia? ¿Qué es lo que más ha cambiado en los últimos años?
Ha cambiado poco, pero otra vez vuelve a tener protagonismo este importante período en la salud de la mujer. Hay que tomárselo muy en serio y fundamentar las decisiones de proponer un tratamiento hormonal o desaconsejarlo, siempre con seguimiento y flexibilidad, respondiendo a cada momento vital y biológico.
Las mayores novedades están surgiendo por la aparición de tratamientos con hormonas “bioidénticas”, prescritas mediante formulas magistrales. En principio es muy atractiva la idea de una mayor personalización, y la oferta de preparados que contengan a su vez otros principios activos como melatonina, hormonas suprarrenales…. Pero de momento no hay suficiente evidencia de su superioridad frente a los preparados clásicos, aunque yo soy partidaria de incrementar los estudios e investigar las posibilidades que ofrece.