FUENTE: La Razón
Los antibióticos son fármacos que han contribuido significativamente al progreso de la terapéutica médica y han evitado muchas muertes prematuras secundarias a infecciones bacterianas desde que empezaron a usarse en la segunda y tercera década del siglo XX. Sin embargo, en los últimos años está aumentando la aparición de microorganismos resistentes a estos compuestos. Esto tiene extraordinarias implicaciones clínicas en el tratamiento de enfermedades transmisibles enormemente prevalentes y potencialmente graves. Mediante diversas estrategias de mutación o transferencia de material genético entre especies bacterianas (inactivación, modificación de diana o alteración de la permeabilidad), las bacterias están consiguiendo desarrollar mecanismos (hidrolisis, modificaciones no hidrolíticas, mutaciones genéticas, adquisiciones genéticas, modificación de la membrana celular, expulsión de antibiótico, etc.) para evitar los efectos de las moléculas con capacidad bacteriostática o bactericida. Consecuentemente, nos enfrentamos a un creciente problema de falta de opciones cuando se trata de encontrar el medicamento adecuado para persona con una infección y, especialmente, cuando es grave y pone en riesgo la vida.
Aunque la resistencia de las bacterias a los antibióticos es un fenómeno natural, hay factores que están acelerando el proceso. Fundamentalmente, el uso indebido de estos medicamentos en el ser humano y en animales es responsable de el incremento reciente de esta crisis.
¿Cómo nos afecta?
España es uno de los países más gravemente afectados por esta crisis de resistencia bacteriana a microorganismos. Cada vez hay menos opciones para tratar neumonías bacterianas, tuberculosis, gonorrea o, incluso, las enfermedades infecciosas de transmisión alimentaria.
Nuestro país tiene un alto consumo de antibióticos, tanto en humanos como para el ganado. Y como en todos los países en los que es posible adquirir antibióticos sin receta médica para uso humano o veterinario, las resistencias aparecen con gran frecuencia y aumentan rápidamente.
Según datos de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps), en España se producen infecciones graves como consecuencia de la resistencia antibióticos en unos cuatro millones de personas. Este problema, además, causaría unos 2.800 fallecimientos al año. Para situarlo en contexto, estas consecuencias son mayores de las ocasionadas por la gripe, la tuberculosis y el sida juntos, según estima el European CDC.
Si el problema no se controla, de aquí al año 2050 la Aemps y la Sociedad Española de Microbiología Clínica proyectan una mortalidad derivada de las bacterias multirresistentes de un millón de personas, lo que superaría el número de muertes producidas por el cáncer. Por ello, el Ministerio de Sanidad lanzó el Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN), prolongado hasta 2021
¿Qué se puede hacer?
Como respuesta al tremendo reto que supone el problema y dada la necesidad de complementar y reforzar el PRAN, se creó el Grupo Multidisciplinar para el Abordaje de las Resistencias Antimicrobianas, formado por profesionales de sociedades científicas con experiencia en el manejo de la infección y en la gestión del sistema nacional de salud. Durante el tercer cuatrimestre de 2019, elaboramos, con el respaldo de la farmacéutica Shionogi, un documento con diez recomendaciones que contribuyan a luchar contra las resistencias antimicrobianas, que son las siguientes:
1. Elaborar y disponer de informes de consumo de antibióticos y resistencias antimicrobianas. Para ello es necesario disponer de datos de consumo y de la resistencia antimicrobiana en tiempo real y que sean homogéneos, comparables y compartidos entre hospitales, comunidades autónomas e incluso entre países. Esto permitirá elaborar mapas anuales a nivel de CC AA y nacional. Además, recomendamos implementar sistemas de información adecuados, que permitan la interoperabilidad y la elaboración de una respuesta conjunta.
2. Definir e implementar indicadores en todos los centros sanitarios, lo que implica la identificación de indicadores de recursos humanos, tecnológicos, materiales, financieros, de procesos y de resultados en los hospitales y las comunidades, que permitan medir la efectividad de las iniciativas frente a la resistencia a antimicrobianos.
3. Mejorar las estructuras informáticas de los centros sanitarios, de manera que se asegure un abordaje completo del paciente infeccioso sin los silos de información, conocimiento y práctica que existen en la actualidad. De hecho, la falta de compartición de datos del paciente dificulta el diagnóstico y la toma de decisiones.
4. Redefinir el proceso asistencial del tratamiento del paciente infeccioso, de manera que se evite la variabilidad no justificada en calidad y resultados en las personas con infecciones microbianas.
5. Desarrollar redes de laboratorios o de hospitales con servicio de microbiología 24/7 que den apoyo a todos los centros, de manera que no se produzcan retrasos diagnósticos y se evite la alta utilización de antibióticos de amplio espectro, lo que favorece la aparición de las resistencias antimicrobianas.
6. Promover la I+D+i para asegurar la disponibilidad de nuevos antibióticos y el control de la diseminación y aparición de nuevas resistencias antimicrobianas. La creación de redes para el desarrollo de medicamentos innovadores permitirá reducir las amenazas para la salud.
7. Crear guías de tratamiento antibiótico para estandarizar la prescripción de antibióticos disminuye los errores de diagnóstico y que se construyan y actualicen para conseguir una visión global del tratamiento de personas con infecciones microbianas. Para ello, se podrían emplear los informes de consumo de antibióticos y de resistencia antimicrobiana.
8. Diseñar y poner en marcha un sistema de reconocimientos a nivel de comunidad autónoma que motiven y visibilicen a aquellos centros que desarrollen iniciativas interesantes contra la resistencia antimicrobiana.
9. Reforzar la difusión de los resultados de las iniciativas por el uso adecuado de los antibióticos, por ejemplo, en boletines informativos de las CC AA.
10. Lanzar campañas de concienciación social y programas de educación. Esto implica intensificar las campañas de prevención del PRAN para evitar la infección; comunicar que la reducción del autoconsumo de antibióticos minimiza la aparición de resistencias antimicrobianas y promover programas educativos entre sectores concretos de la población (escuelas infantiles, institutos de secundaria y universidades).