FUENTE: 20 Minutos
El potasio (K) es uno minerales más abundantes en nuestro cuerpo, un electrólito indispensable para la salud humana. Entre sus funciones más importantes se encuentran las de ayudar a la función de los nervios, a la contracción de los músculos, a que el ritmo cardiaco se mantenga constante, a la circulación de los nutrientes de las células y expulsar los desechos de éstas (equilibrio osmótico), a regular el nivel de agua en el organismo o incluso a disminuir los efectos negativos del sodio sobre la presión arterial o intervenir en el metabolismo de los aminoácidos y los hidratos de carbono.
Para que estas funciones se llevan a cabo de manera óptima, los niveles de potasio en sangre tienen que estar entre 3,5 a 5,3 mEq/L, y para mantenerlo se recomienda ingerir un mínimo de 3,5 gramos al día para adultos, cinco en el caso de las mujeres durante la lactancia. Alcanzar esta cifra es fácil si llevamos una dieta equilibrada rica en frutas y verduras -como hojas verdes, uvas, tubérculos, plátanos o cítricos- frutos secos, lácteos, carnes y pescados.
El potasio se absorbe mayoritariamente en el intestino y se expulsa lo que sobra por la orina, por lo que, si algunos de estos mecanismos no funcionan bien o llevamos una dieta muy pobre, podemos encontrarnos con déficit o exceso de potasio en el organismo. En ambos casos, es peligroso para la salud.
¿Qué pasa si tenemos déficit potasio?
El déficit de potasio, conocido como hipopotasemia o hipokalemia, puede estar causado por una dieta pobre o a trastornos alimenticios, pero no es lo habitual. Lo más normal es que este déficit se deba a diarreas o vómitos persistentes, al uso de laxantes o diuréticos, a una enfermedad renal o suprarrenal crónica que provoque que se expulse más potasio del que sería necesario, como síndrome de Cushing, o al tratamiento con algunos medicamentos, como como la insulina, el albuterol y la terbutalina.
Un déficit leve no se notará, pero si este se prolonga en el tiempo o si el déficit es muy grande, la hipopotasemia se manifestará en con los siguientes síntomas:
La hipopotasemia se diagnostica a través de un análisis de sangre (a veces va acompañada de hipomagnesemia, o déficit de potasio), pero antes de pautar un suplemento, hay que determinar la causa a través de un análisis de orina e incluso de un electrocardiograma. Por lo general, el tratamiento consiste en pautar suplementos de potasio, pero si es muy grave, provoca arritmias o estos suplementos no son suficientes, puede ser necesario administrarlo por vía intravenosa.
En caso de que el déficit se presente por la toma de diuréticos prescritos por un médico, se podrán administrar diuréticos ahorradores de potasio, como la amilorida, la eplerenona, la espironolactona o el triamtereno.
Los peligros del exceso de potasio
El potasio en exceso -la hiperpotasemia o hiperkalemia- puede resultar tóxico para el organismo, por lo que, si los valores de este mineral superan los 5 mmol/L, tendríamos que corregirlos para evitar alteraciones graves en los riñones y el corazón.
Al igual que ocurre con la hipopotasemia, es raro que la hiperpotasemia se deba a un exceso de este mineral en la dieta. Lo más habitual es que se deba a una disminución de la eliminación de potasio por la orina y, muy excepcionalmente, a la liberación excesiva de potasio desde las células.
Estas alteraciones pueden deberse a:
La hiperpotasemia puede llegar a ser muy peligrosa, de hecho, es la grave de las alteraciones electrolíticas, pues si está por encima de 6 mEq/l se considera grave y puede incluso provocar arritmias ventriculares fatales. Y es que, el mayor peligro del exceso de potasio en sangre son las alteraciones cardiacas, arritmias malignas con cambios en el electrocardiograma. También puede producir náuseas, vómitos, dificultad para respirar y confusión, así como debilidad muscular, parestesias y, en situaciones muy graves, parálisis incluso respiratoria.
El tratamiento de esta grave afección es más complejo que el de la hipopotasemia, sobre todo cuando se trata de casos graves, pues la atención médica deber ser inmediata. En estos casos, suelen administrarse sueros con glucosa e insulina y diuréticos para eliminar rápidamente el potasio.
El siguiente paso será localizar la causa y tratarla. En el caso de que la causa sean medicamentos, se deberá buscar una alternativa o ajustar las dosis. También se pueden administrar fármacos destinados a rebajar la absorción de potasio en el intestino y, además, se recomendará a los pacientes dietas pobres en potasio.