FUENTE: EFE Salud
La pandemia ha puesto de relieve el papel fundamental que juegan la ciencia y la investigación en nuestras vidas. Por ello, el monográfico del mes de noviembre de El Bisturí se ha centrado en conocer cuál es la situación de la investigación en España, de qué manera ha afectado la crisis sanitaria y cómo evitar la llamada “fuga de cerebros“.
Salomé Prat, integrante de la Junta de Gobierno de la Confederación de Sociedades Científicas de España (COSCE) y miembro del Centro Nacional de Biotecnología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), considera que la pandemia ha puesto sobre la mesa las deficiencias de la investigación científica española. Uno de los principales problemas es la financiación. “Los científicos reciben su sueldo, pero no reciben financiación estable para realizar su trabajo”, denuncia Prat. Esta financiación se obtiene a partir de proyectos competitivos a los que, además, se le dedican pocos fondos del Estado.
Aunque el presupuesto dedicado a la ciencia ha aumentado, España aún está lejos de otros países como Alemania que invierte el 3 % de su producto interior bruto (PIB) en investigación. “Lamentablemente ha tenido que venir una pandemia para que se valore la labor científica”, lamenta.
Para Prat, la investigación y todo lo referente al desarrollo de un país requieren investigaciones a largo plazo. Esta científica pide un Pacto de Estado para la Ciencia que establezca condiciones estables de trabajo que evite que el talento se vaya de España.
Además, desde COSCE denuncian que la Agencia Estatal de Investigación no cumple su función y exigen un presupuesto plurianual. “La Agencia debe ser más independiente del partido que gobierne”, sostiene la experta. También demanda más sintonía entre políticos y científicos, ya que “muchas de las decisiones en esta crisis se han tomado sin conocimiento”.
¿Qué pasa con la investigación en cáncer?
Ya son varios meses centrados en el coronavirus, lo que ha relegado investigaciones en enfermedades que siguen avanzando como el cáncer. En España hablamos de más de 275.000 nuevos casos oncológicos al año y se espera que para 2030 sea la primera causa de muerte en el mundo. Xosé Bustelo, presidente de la Asociación Española de Investigación sobre el Cáncer (ASEICA), afirma que la pandemia, indudablemente, ha tenido impacto en la investigación de esta enfermedad.
Por un lado, ha impactado en la investigación clínica que se realizaba en los hospitales y, por otro, en la labor que se llevaba a cabo en los centros de investigación. “Los centros de investigación en cáncer estuvieron al ralentí desde marzo hasta finales de junio. Calculamos que aproximadamente la COVID nos ha retrasado 6-7 meses en nuestras investigaciones”, sostiene Bustelo.
Según el presidente de ASEICA, los recursos destinados a la investigación en cáncer, en estos meses, no han disminuido, pero han tenido que invertirse en medidas anti- COVID. “Lamentablemente, en España no tenemos una planificación clara para cáncer. La ciencia necesita un entorno estable a muchos años vista”, sostiene. En este sentido, cree necesario establecer un Plan Nacional de Investigación sobre Cáncer que, junto a un incremento de la financiación, permita mejorar el diagnóstico y tratamiento oncológico.
Precisamente, el déficit de financiación afecta a la competitividad investigadora respecto a otros países, a pesar de que España cuenta con investigadores muy cualificados.
La investigación en cáncer supone salvar muchas vidas. “En cáncer la investigación es esencial. La tasa de supervivencia actual es del 55 %, pero el reto es plantarnos en un 70 % en los próximos diez años”, defiende Bustelo.
Fuga de talentos
Según el Instituto Nacional de Estadística, entre 2010 y 2015 más de doce mil investigadores dejaron España en busca de mejores oportunidades.
Anabel Fernández Mariño, responsable del Grupo de Política Científica en la Asociación de Científicos Españoles en Estados Unidos (ECUSA) afirma que esto se debe a tres grandes problemas: financiación, falta de reconocimiento y burocracia. “En España la ciencia está infradotada. Solo se invierte el 1,2 % del PIB mientras que la media europea es del 2 %. En Estados Unidos se encuentra cerca del 3 %”, compara.
Además, para retener y atraer nuevo talento, Fernández Mariño considera que debe fomentarse la excelencia con incentivos y apoyar a los científicos. “En EEUU hay más apoyo institucional con ayudas económicas que te permiten crecer. Además, a diferencia de España la colaboración público-privada es muy común”, añade.
Por último, la representante de ECUSA denuncia la compleja gestión que debe realizarse para acceder a una plaza de investigador. “La burocracia es atroz en España. Hay que mejorar la transparencia y la forma en la que se ofertan las plazas porque es un proceso largo y tedioso”, indica.