Autora: María Gil
Recientemente, se ha planteado un aumento de la prevalencia de deterioro cognitivo en pacientes con artritis reumatoide. El deterioro cognitivo es un estado transitorio entre el envejecimiento normal y la demencia, pudiendo constituir la fase prodrómica de la enfermedad de Alzheimer. Es decir, aquellos pacientes con deterioro cognitivo presentan un riesgo mayor de desarrollar enfermedad de Alzheimer.
La inflamación crónica que caracteriza la artritis reumatoide cobra especial relevancia en este contexto, debido a que concentraciones séricas de moléculas inflamatorias (IL-1, IL-6, IL-12, IL-18, TNF-alfa, TGF-beta) se encuentran elevadas en pacientes con enfermedad de Alzheimer. Además, aunque por el momento se desconoce el mecanismo exacto por el cual se produce la enfermedad de Alzheimer, el proceso de neuroinflamación es uno de los que más peso ha adquirido. Una de las hipótesis propuestas es que la inflamación crónica disminuye la circulación sanguínea, lo que limita la llegada de sangre a nivel cerebral. Como consecuencia, existe un mayor riesgo de infarto isquémico o hemorrágico, pudiendo causar demencia vascular.
Asimismo, se está estudiando el efecto que podrían tener en la función cognitiva los tratamientos empleados en pacientes con artritis reumatoide. De hecho, diversos ensayos de intervención en curso están analizando si las terapias diseñadas para tratar enfermedades inflamatorias y autoinmunes tienen el potencial de usarse también en la demencia. En este sentido, estudios observacionales sugieren una reducción del riesgo de deterioro cognitivo en pacientes tratados con antiiflamatorios no esteroideos (AINEs). También se ha propuesto que los fármacos modificadores de la enfermedad (FAMEs) y las terapias biológicas inhibidoras del factor de necrosis tumoral (TNFi) podrían tener un efecto protector.
De confirmarse la relación entre deterioro cognitivo y artritis reumatoide, la función cognitiva podría convertirse en un importante indicador de evaluación y monitorización en estos pacientes, de modo que la detección temprana permitiría la planificación de estrategias adecuadas para el control de los factores de riesgo.
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