FUENTE: Diario Médico
Dolores Remedios Serrano López, del Departamento de Farmacia Galénica y Tecnología Alimentaria de la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), y José Ignacio Hidalgo, de la Facultad de Informática, han recibido ex aequo el premio de investigación en salud digital en el ámbito de la Medicina Personalizada de Precisión concedido por la UCM, a través de su Consejo Social y la Fundación Instituto Roche, por su trabajo centrado en la impresión 3D de medicamentos. En el trabajo ganador se pone de manifiesto que la polimedicación puede acarrear falta de adherencia, aparición de efectos adversos indeseados --especialmente en pacientes de edad avanzada--, el impacto económico que conlleva y cómo la impresión 3D podría resolverlos, aportando soluciones para la personalización de fármacos. Serrano López explica a este medio cómo es posible que se puedan imprimir medicamentos en tres dimensiones. Así, destaca que existen varias técnicas, "pero sólo algunas de ellas se han utilizado de forma exitosa en la impresión 3D de medicamentos". Por ejemplo, "con la técnica de deposición de material fundido, denominada FDM, hace falta tener un filamento, que es algo parecido a un espagueti pero flexible que contenga el fármaco que queremos imprimir. Este filamento sería el equivalente a una hoja de papel en las impresoras clásicas y, por lo tanto, su diámetro y flexibilidad es clave porque si no la impresora lo rechaza. Al entrar en el cabezal de extrusión de la impresora, el filamento se funde y dicho material fundido, se deposita capa a capa según el diseño geométrico que nosotros hayamos diseñado. De esta forma progresiva, las capas se van superponiendo hasta obtener nuestro comprimido en 3D". La experta también señala que otras dos técnicas que están cobrando mucha fuerza en la impresión 3D de medicamentos son la estereolitografía (SLA) y el sinterizado selectivo por láser (SLS). En la técnica SLA se usan resinas líquidas fotopolimerizables que se mezclan con el principio activo en forma de solución o suspensión. "Por medio de la acción ultravioleta -continúa-, las resinas solidifican, de tal forma que podemos controlar las posiciones en las que el haz láser incide y de esta forma controlamos la geometría de lo que estamos imprimiendo". Como relata, "conceptualmente, la técnica SLS funciona de una forma similar a la SLA, pero en este caso partimos de una mezcla pulverulenta que por medio del haz láser solidifica el polvo en una geometría". Otra técnica es la bioimpresión, sin embargo, "no se usa tanto en la impresión de medicamentos sino en la fabricación de órganos y tejidos 3D", aclara. Pero, ¿cuánto se tarda en imprimir un medicamento? Según Serrano López, "cuestión de pocos minutos". Sin embargo, dice que si lo comparamos con la velocidad de producción de la industria farmacéutica, que fabrica millones de comprimidos a la hora, "la impresión 3D está lejos de alcanzar estas velocidades, por lo menos hasta ahora". Lo bueno de la impresión 3D es que, como indica la galardonada, se puede imprimir la mayoría de los medicamentos. "El reto más grande estaría con la impresión 3D de medicamentos biológicos, que contienen péptidos y proteínas, ya que son mucho más susceptibles a degradarse que moléculas más pequeñas", reconoce. Por ello, explica que, en muchas ocasiones, es necesario adaptar las técnicas para hacerlas aptas para la impresión de un determinado principio activo. "Por ejemplo, con la técnica FDM, necesitamos calentar el filamento y esto podría degradar nuestro principio activo. Ajustando la composición del filamento, nos permitiría imprimir a temperaturas más bajas. En el caso de la SLA y SLS, hay que tener cuidado con la potencia y el tiempo de exposición del láser que podría degradar nuestro principio activo".
Hacia el medicamento individualizado
Según Serrano López, con esta técnica se puede imprimir el medicamento individualizado que necesita un paciente concreto. Y es que, "conociendo la prescripción que tiene el paciente, se pueden combinar varios principios activos dentro de la misma forma farmacéutica", afirma. Así, con la técnica FDM, como es una adición progresiva de capas, asegura que se puede empezar imprimiendo con un filamento que contenga un determinado principio activo y, posteriormente, cambiarlo por otro filamento que tenga un segundo principio activo. Hasta cinco principios activos se han combinado de forma exitosa en la misma forma farmacéutica", destaca.
Para quién
Para esta investigadora, "los pacientes polimedicados sería uno de los colectivos que más se beneficiaría del desarrollo de medicamentos personalizados, ya que en lugar de necesitar tomar tres o cuatro medicamentos diferentes al día, con la administración de un único comprimido se podría simplificar mucho su tratamiento y, por lo tanto, mejoraría su adherencia al tratamiento".
Pero también aquellas personas que padecen una enfermedad rara o necesitan medicamentos huérfanos, "ya que los medicamentos que necesitan no se encuentran comercializados porque no es rentable para la industria farmacéutica fabricar para un número tan limitado de pacientes", argumenta.
Limitaciones
Ahora bien, como todo, la impresión 3D de medicamentos tiene limitación y la principal de la técnica FDM es que hay que tener filamentos precargados con el fármaco en cuestión. "Y esto no es fácil hacerlo en la oficina de farmacia o a nivel hospitalario -reconoce Serrano López-. Es necesario disponer de equipos caros como extrusores que permitan la fabricación de dichos filamentos".
Para superar este obstáculo, propone "tener una librería de filamentos que se puedan comprar de tal forma que el técnico encargado de la impresión pudiera seleccionar aquellos que el paciente necesita". Además, dice que para evitar la necesidad de disponer de filamentos, se están desarrollando nuevas impresoras que permitan poner el polvo directamente en el cabezal de impresión. Por otra parte, "en el caso de la impresión SLA, las resinas pueden llegar a ser tóxicas a largo plazo y hay que demostrar muy bien su seguridad antes de pasar a la práctica clínica en humanos".
Respecto al precio, declara que "es muy amplio": "Las tenemos de pocos cientos de euros hasta muchos miles. La realidad es que cuanto más se optimice el desarrollo de impresión de medicamentos el coste irá disminuyendo. Nosotros, en el laboratorio tenemos varios modelos en función de lo que imprimamos, pero hemos sido capaces de imprimir medicamentos con las impresoras de gama baja de 200 euros; sin embargo, es un poco más complejo que con las que cuestan más caro. Además, hay que tener en cuenta que para utilizarlas a nivel hospitalario o en farmacias comunitarias es necesario asegurar un mínimo de calidad y tener la capacidad de poder hacer una limpieza exhaustiva tras su uso, lo cual es complicado con las de gama más baja".
¿Una realidad a corto plazo?
Preguntada por cuándo se conseguirá su aplicación generalizada en la práctica clínica, responde que en la Universidad de Santiago de Compostela, con la empresa FabRx, han comenzado algún ensayo clínico en pacientes, obteniendo resultados prometedores hasta el momento". Y añade: "Esto es el principio de una revolución en la forma en la que los medicamentos se preparan en las farmacias hospitalarias y comunitarias. No creo que tengan que pasar más de 5 años para que empecemos a familiarizarnos con esta técnica y la veamos en nuestro día a día en la Farmacia. La clave es seguir investigando para hacer los procesos más sencillos y automatizados".
En este sentido, la experta y su equipo transmite su "agradecimiento a la Fundación Roche por su apoyo en alcanzar esta meta".