FUENTE: Diario Médico
La primera nana no se compone de notas, sino de moléculas que el útero envía al embrión para que pueda implantarse. El profesor Carlos Simón Vallés ha dedicado muchos años de investigación clínica a desvelar la “caja negra” del espacio preconcepcional: cuándo, dónde y cómo se produce el diálogo entre embrión y útero que da lugar a un embarazo exitoso. Sus trabajos, entre otros hallazgos, han contribuido a entender que la cavidad uterina no es estéril, y que su microbiota puede explicar en ocasiones los problemas de fertilidad.
El coordinador del Grupo de Investigación en Medicina Reproductiva del Incliva, catedrático de Obstetricia y Ginecología de la Universidad de Valencia y fundador de Igenomix ha sido galardonado con el Premio Fundación Lilly de Investigación Clínica Biomédica 2021. Es un merecido reconocimiento a una carrera por el que se define como un “híbrido entre médico e investigador”, con un único objetivo: ayudar a sus pacientes.
PREGUNTA. Afirma que las reproducciones asistidas son procesos “muy ineficientes”, pues solo cuatro de cada diez mujeres que se someten a estas técnicas logran tener un bebé. ¿Qué hay que mejorar?
RESPUESTA. Falta entender por completo el proceso por el que el embrión se implanta en la cavidad uterina, y comprender a fondo cómo funciona el espacio preconcepcional para asegurarnos así de que un embrión produce un niño nacido y en casa. Por eficiencia me refiero precisamente a niño nacido y en casa. No es lo mismo que un embarazo, porque este puede terminar con un aborto, por los problemas que sean. En el mejor de los casos, solo el 40% de las señoras que consultan por infertilidad tienen un niño nacido en el primer ciclo. El gran enigma es lo que ocurre exactamente al introducir el embrión en el útero, y es lo que hemos investigado. Lo ideal es tener diagnósticos para cada parte y asegurarnos de que no hay una infección; de que la microbiota uterina es normal; conocer cuándo la mujer se encuentra receptiva, y que la decidualizacion, o el momento en que el embrión se embebe, se entierra en el endometrio y toca el estroma, es adecuada y no dará lugar a un problema obstétrico. En definitiva, que la comunicación entre embrión y útero es perfecta. Cuando podamos mejorar todo ese proceso, entonces la eficiencia subirá.
P. Sus investigaciones han puesto de relieve la importancia del útero, como director de orquesta en el proceso reproductivo y en la salud del bebé.
R. En las clínicas de reproducción asistida el énfasis se pone en el embrión, y claro que hay que controlarlo, pero si el endometrio no está listo, el embarazo no va a funcionar. El embrión humano tiene que ser cromosómica y genéticamente normal, algo que hoy por hoy lo tenemos bastante resuelto. No solo con una biopsia, ahora mediante el análisis del ADN que secreta el embrión, en el líquido donde se encuentra, se puede conocer la salud del feto. Pero el gran esfuerzo es conocer la dinámica del proceso: el embrión puede estar perfectamente y eso no significa que vaya a dar lugar a un niño, esto solo ocurrirá si implanta en la madre.
P. Ha identificado también la importancia de la microbiota uterina en la concepción, y cómo la presencia de determinados gérmenes puede ser la causa de que no se produzca el embarazo. También ha caracterizado a las células endometriales, ¿qué papel juegan en este proceso? R. Cada mes, se pierden dos tercios del endometrio y eso ocurre durante toda una vida reproductiva, por la presencia de unas células madre muy potentes. Estamos utilizándolas para tratar el síndrome de Asherman, una patología ginecológica poco frecuente que provoca adherencias en el interior de la cavidad uterina o endometrial produciendo un estrechamiento que da lugar a problemas de implantación del embrión. También hemos comprobado cómo los microARN, moléculas que se pegan al ARN y lo modifican, que se producen dentro del útero durante la ventana de implantación, y pueden estar en exosomas (una forma de comunicación intercelula), provienen de la madre, se pegan al embrión, entran y cambian su firma transcriptómica. En general, eso puede condicionar también la salud del niño. P. Sus aspiraciones a entender el útero le han llevado a dirigir un consorcio internacional para desarrollar un atlas de este órgano. R. Una publicación en Nature Medicine nos dio pio a este proyecto, que ahora continúa con un consorcio en el que participan, entre otros centros, el Instituto Karolinska de Estocolmo y el Sanger de Cambridge. Aporta una visión nueva a un viejo problema, gracias al desarrollo de las técnicas de secuenciación. Utilizamos úteros de pacientes fallecidas, a los que accedemos gracias a un acuerdo con la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), para poder conocer toda la arquitectura celular, un atlas del útero. A partir de muestra de tejido, se aísla célula a célula para obtener su secuenciación genética y dibujar uun mapa con los eventos que ocurren. Así hemos descubierto que la ventana de implantación se debe a que se activan unos genes específicos, y cómo podemos intervenir en la decidualización. P. ¿Qué puede aportar el trasplante de útero? R. Hoy es un hecho clínico, pero una intervención muy complicada. Debes contar con el útero de un familiar cercano, se necesita tratamiento inmunológico y al acabar el embarazo hay que extraer el órgano. Es factible, pero a día de hoy resulta demasiado complejo. La investigación se encamina hacia la ectogénesis. P. ¿Lo ve posible? R. Todo lo que hoy es posible, antes fue imposible. Ocurrió con la reproducción asistida. Ahora hay un campo de la investigación que se centra en mantener el útero perfundido y tiene como objetivo final que las mujeres que carecen de útero puedan tener un embarazo. Todavía hay mucho que andar, pero se camina en esa dirección. P. ¿Cómo se trabaja con la frustración del deseo de maternidad y paternidad? R. Te das cuenta de que es una llamada biológica increíble, que no pasa inadvertida. Una pareja puede vivir tranquilamente, pero cuando deciden tener un hijo y no llega, cada menstruación es un martirio, y es el momento de consultar. No hace falta estar un año esperando. Nuestro trabajo es auxiliar, comprender la situación en la que se encuentran esas parejas. Generalmente, las mujeres lo viven peor, están más afectadas. Mi mensaje es que el embarazo se puede conseguir, y cada vez será más fácil con el tiempo y a medida que aumente el conocimiento.