FUENTE: La Razón
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha señalado que las alergias respiratorias serán una de las epidemias del siglo XXI. En esos mismos términos, se calcula que una de cada cuatro personas puede padecer algún tipo de trastorno alérgico a lo largo de su vida. En España, el 26% de la población está diagnosticado por algún problema de alergia.
Las enfermedades alérgicas respiratorias son un importante problema de salud pública, cada vez más prevalente y con una destacada incidencia en el desarrollo de las funciones cognitivas, la productividad y el absentismo laboral de los ciudadanos. Este deterioro es semejante o superior al de otras enfermedades crónicas, como la diabetes o las enfermedades cardiovasculares.
La importancia de las alergias respiratorias radica en su propia naturaleza. Es necesario resaltar que las alergias constituyen la patología crónica más frecuente en la infancia, en fases de su vida en las que la producción académica es más intensa. Interfieren de forma significativa en las actividades cotidianas y suelen perturbar el sueño, el momento del descanso. Es más, se puede afirmar que las alergias respiratorias afectan de forma significativa en el proyecto de vida de las personas. Condicionan la elección de actividades profesionales o de ocio y obligan en ocasiones a tener que renunciar al pleno desarrollo de sus expectativas en los distintos aspectos de su vida.
La opinión pública tiende a considerar las alergias respiratorias como procesos molestos pero banales. Incluso esta percepción también la comparten algunos médicos. El resultado es un infra diagnóstico de hasta de un 46% y una escasa valoración de sus síntomas clínicos. No existe una concienciación social acerca de una enfermedad con una carga emocional muy importante, con graves problemas de ansiedad y aislamiento, que limitan las relaciones interpersonales. Sin embargo, detrás de esos síntomas aparentemente poco importantes, se esconden reducciones significativas en las actividades cotidianas y un notable deterioro en la calidad de vida de los pacientes.
Es más, aunque los procesos alérgicos leves o moderados predominan sobre los graves, hay cuadros clínicos que pueden llegar a suponer una amenaza para la vida, en este caso nos referimos al shock anafiláctico. Recientemente, los expertos han puesto de manifiesto que el impacto del cambio climático cambiará la distribución y la cantidad de polen en las áreas urbanas y que alterará la distribución espacial y temporal de muchas especies de plantas que producen alergia, modificando los períodos y la duración de la polinización.
El cambio climático dará lugar a un aumento de los niveles de alérgenos y a un mayor riesgo de padecer enfermedades alérgicas. Un clima más cálido contribuye a estaciones de polen más extensas e intensas y por tanto al aumento de las tasas de enfermedades respiratorias como el asma y la rinitis alérgica.
Si bien es cierto que las autoridades sanitarias de los países desarrollados empiezan a concienciarse del gran impacto económico y social que tienen las alergias respiratorias en la actualidad, apenas existen estrategias comunes. En España tampoco existe concordancia a nivel regional. Sirva de ejemplo el hecho de que el número de especialistas en alergia por habitante no es consistente entre comunidades autónomas y está en casi todas ellas por debajo de la ratio recomendada por la OMS (un alergólogo por cada 50.000 habitantes). Así, por ejemplo, Madrid triplica en alergólogos a Andalucía, y en Baleares no hay alergólogos en la Sanidad pública. Ese hecho trae como consecuencia importantes retrasos en el diagnóstico correcto y en el tratamiento adecuado de los pacientes alérgicos.
Además, sigue existiendo otra injusticia social y desigualdad; algunas comunidades autónomas (Madrid, por ejemplo) exigen visado para las vacunas individualizadas de alérgenos (NPP) y en otras, como Andalucía, no es necesario, mientras que los medicamentos registrados para inmunoterapia con alérgenos tienen visado nacional. Afortunadamente para los pacientes, la inmunoterapia con alérgenos ha demostrado que es eficaz para reducir los síntomas de la rinitis y del asma de origen alérgico. Además, es el único tratamiento que consigue una remisión estable de la enfermedad, mejorando la calidad de vida del paciente y con un balance coste beneficio muy positivo.
Pero hay muchos pacientes alérgicos a los que se les está administrando vacunas que no han pasado por el registro de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps), y todo ello sin ser conscientes. Que no exista una autorización de comercialización específica para estos medicamentos conlleva que sea difícil que los sistemas de farmacovigilancia y los sistemas de aseguramiento para evitar la entrada de productos falsificados puedan ser aplicados.
Para la comunidad de pacientes alérgicos, es fundamental poder contar con la confianza y garantía de disponer de fármacos regulados y registrados, que aseguren la calidad, seguridad y eficacia de estos tratamientos. En definitiva, necesitamos más visibilidad y concienciación social con las enfermedades alergias respiratorias e introducir medidas regulatorias y equitativas, dado que tienen un alto impacto emocional, económico y social en la ciudadanía.