FUENTE: EFE Salud
El verano nos trae cosas buenísimas. Buen tiempo, vacaciones, agua, montaña, tiempo para los nuestros y para hacer lo que más nos apetece, comidas especiales y diferentes a las del resto del año…
Pero también para determinados colectivos como los niños, que pasan más tiempo al aire libre, puede conllevar ciertos peligros que no debemos dejar de atender.
Para ello, la doctora Cristina Ortega Casanueva, coordinadora de la Unidad de Alergia y Neumología Infantil del Hospital Quirónsalud San José (Madrid), enumera los principales “peligros” que pueden ocasionarnos algún problema con los más pequeños de la casa:
1.- ¿SE PUEDE TENER ALERGIA AL SOL?
En realidad es un término que no es del todo exacto al no ser una alergia como tal, aunque se utiliza por el papel que juega el sistema inmune.
Hacemos con él referencia a las reacciones cutáneas que se producen tras la exposición solar. Entre estas reacciones se encuentra la urticaria solar, la erupción solar polimorfa o las fotodermatosis.
Desde la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAP) ven muy importante por ello el proteger a los niños de la exposición de los rayos solares, utilizando de forma adecuada un buen protector solar, así como evitar las horas de mayor radiación.
2.- LAS PISCINAS Y LOS NIÑOS ASMÁTICOS Y CON HIPERREACTIVIDAD BRONQUIAL
Algo tan frecuente e inofensivo como que el niño chapotee en el agua puede desencadenar una crisis de broncoespasmo en niños con asma (tos, pitidos en el pecho o fatiga respiratoria).
¿A qué es debido? Las piscinas con exceso de cloro o cloramina al irritar la mucosa nasal pueden producir un moqueo constante (rinitis), ya que, en elevadas concentraciones, estos productos desinfectantes resultan irritantes.
El motivo es que los niños tragan y/o inhalan el agua de la piscina y entran en contacto con los productos irritantes que contiene el agua clorada con la mucosa de la vía aérea, originando una crisis.
Aunque los niveles de cloro sean los adecuados, pasar demasiado tiempo en el agua puede producir los mismos efectos; por lo tanto, se debe controlar el tiempo que pasa el niño dentro del agua.
Entonces, ¿los niños con asma no deben nadar? Pueden realizar cualquier deporte, incluida la natación, pero con precaución y teniendo a mano los broncodilatadores, por si fueran necesarios.
3.- CUIDADO CON LAS FRUTAS DEL VERANO
El verano es un buen momento para ofrecerles fruta de temporada, que fresquita resulta una merienda muy rica y también muy socorrida.
La alergia a frutas es más frecuente a partir de la adolescencia y son los alimentos que producen más reacciones alérgicas en la población adulta.
En España, las rosáceas inducen el 70 % de todas las reacciones alérgicas a las frutas (la manzana, la pera, el melocotón, la ciruela, la cereza o la fresa), aunque también hay otras frutas que producen alergia, como el kiwi, el mango, la piña, el melón, la sandía, el aguacate, o la uva.
La forma de presentación de una reacción alérgica suele ser generalmente de carácter local: picor de la boca (oral u orofaríngeo) o de los oídos (ótico), cosa que se conoce con el nombre de ‘síndrome de alergia oral’ (SAO).
Las frutas asociadas a este síndrome pertenecen principalmente a la familia de las rosáceas. A veces también puede aparecer enrojecimiento de los labios (eritema labial), alrededor de la boca, e inflamación de los labios y de la lengua (angioedema oral).
Se debe sospechar de alergia a una fruta si los síntomas que acabamos de describir aparecen poco tiempo después de ingerirla. Si eso pasa, tomad nota del episodio y observad si reaparecen otras veces tras tomarla.
4.- LOS HELADOS Y LA ALERGIA AL HUEVO, LA LECHE Y LOS FRUTOS SECOS
Cada vez hay más variedad de helados, con más sabores y colores, lo cual los hace más divertidos y apetecibles a los ojos de los más pequeños.
Eso sí, para muchos niños alérgicos a la leche, al huevo, a los frutos secos o a los aditivos, los helados pueden suponer un riesgo, por lo que deben evitar dárselos si contienen alguno de los alimentos a los que son alérgicos, aunque sean trazas o pedacitos pequeños de los mismos.
Aunque la alergia a los aditivos es mucho más excepcional, se debe prestar atención a los helados con colores, olores y sabores novedosos y poco tradicionales.
Ante la duda, es preferible no innovar y que tomen los que ya hayan probado y comprobado que toleran.
5.- PICADURAS DE INSECTOS
Para evitarlas existen los repelentes, los naturales son derivados de plantas, siendo el más usado el de aceite de citronela, de olor alimonado y agradable.
Es efectivo pero su tiempo de protección es de apenas dos horas, por lo que son más efectivos los repelentes químicos que proporcionan los DEET o Bayrepel, que a su vez son bien tolerados por la piel.
El aceite de eucaliptus es otro repelente natural que dura unas 6 horas y se comercializa en diferentes formatos, como las populares pulseras para niños.
Eso sí, estos compuestos no deben aplicarse a menores de dos años, ni a concentraciones superiores al 10 % y no deben hacerse sobre piel erosionada.
Para los más pequeños pueden ser útiles también los dispositivos electrónicos así como las mosquiteras para cunas y carritos.
En caso de picotazo debemos evitar que el niño se rasque porque solo así se incrementará el picor y se puede erosionar la piel y que la zona se infecte.
Por ello, ante una picadura suele ser conveniente la aplicación de hielo y elevar el brazo o la pierna afectada; limpiar suavemente las ampollas con agua y jabón, sin romperlas; tomar antihistamínico oral; aplicar corticoide tópico; el amoniaco frena rápida y eficazmente el picor y la irritación de la piel y neutraliza el veneno, pero bajo un uso inmediato.
Las avispas y abejas pican solo cuando se sienten amenazadas por lo que lo aconsejable es no acercarse a ellas. Si se posan encima de nosotros hemos de intentar no ahuyentarlas ni matarlas.
Nos debemos alejar del lugar de la picadura y evitar que los niños caminen descalzos en piscinas.
6.- PICADURAS DE MEDUSAS
Aunque aparentemente estén muertas, sus tentáculos conservan su poder urticante al menos 24 horas.
Si mientras los niños nadan veis alguna medusa, lo mejor es pedirles que salgan del agua pero nadando tranquilamente.
Debéis lavar la picadura con suero fisiológico o agua salada, nunca con agua dulce. Posteriormente se debe aplicar frío sobre la herida.
Si hay restos de la medusa sobre la piel, no los quitéis con la manos. Se recomienda utilizar la propia presión del agua salada o unas pinzas.